PUNTO PARTIDA:

Mestas de Con (150 metros), en la carretera que va desde Cangas de Onís a Cabrales.

DIFICULTAD:

Media.

DURACIÓN:

7 horas.

DESNIVEL:

1.000 metros.

CARTOGRAFÍA:

Adrados Picos de Europa, El Cornión, Macizo Occidental, escala 1:25.000 y 31 - IV, 55 - II del IGN, escala 1:25.000.

DESCRIPCIÓN:

Llegamos a Mestas de Con desde Cangas de Onís. En las primeras casas aparece señalizada la carretera de Llano de Con y Gamoneo. El puente sobre el Güeña, recién arreglado es de un ancho engañoso, pues, al otro lado, la carretera se retuerce a duras penas entre las esquinas de las casas de Mestas.

Cerrado el paso al autocar, sólo nos queda iniciar el camino desde el mismo Mestas. A la salida del pueblo ya se encuentra el desvío a Llano de Con. La carretera se adentra, junto a unas casetas de madera habilitadas para campamentos, en una fronda regada por la humedad del río Tabardín.

El pasaje selvático es efímero, pues pronto el Tabardín se abre a las vegas del fondo del valle. Una alargada llanura en los bajíos de Gamoneo en la que se van esparciendo las casas de Llano de Con.

La primera en saludarnos es una gran casona rural de agresivo colorido, tras la que despuntan las puntas piramidales de la Porra Uberdón y del Bruxeru, que tenemos como objetivo de la jornada.

Esta casona regenta grandes fincas planas, cercadas por un muro de hormigón que encauza la carretera en un pasillo angustioso. El enclaustramiento se detiene ante los primeros atisbos de vida, las chimeneas humean en los primeros barrios de Llano.

Continuamos valle adelante, enlazando contra el correr del río, los distintos núcleos de Llano. Más allá el núcleo se dispersa, las casas se vuelven cada vez más individualizadas, aunque descubrimos al final un nuevo conjunto compacto, con un pequeño hórreo desgajado por la carretera, tras el que alcanzan a verse, por la abertura del desfiladero del río, el Cabezo Pandescura y la Peña Jascal.

No llegamos a este último barrio de Llano, sino que entramos a la derecha a una casa que nos queda la vera de la carretera. En el frontal de la casa arranca un camino carretero que pasa por la retaguardia del mencionado barrio, destacando una moderna casa de madera más propia de otras regiones montañosas.

Ascendemos suavemente por terreno mixto de castaños y próximas fincas. La pista va girando para afrontar un corto repecho. Debemos abandonarla, tomando un ramal secundario que sale en llano por la izquierda (hay otro ramal previo que baja a un prado). Este camino desciende levemente hacia la orilla de otro río, el Argañéu, afluente por la izquierda del Tabardín.

El embarrado camino carretero choca contra las corrientes del río y desaparece. Aprovechamos una senda estrecha que remonta por el talud del río. Vuelve a su orilla unas decenas de metros más adelante, recuperando la amplia caja del antiguo camino carretero. Acompañamos el río un puñado de metros más. Queremos ver una pequeña presa al fondo entre el boscaje, mas el camino gira bruscamente, trazando los primeros tornos entre los castañales para empezar a ganar altura por las laderas del incipiente desfiladero.

Apenas asoma a un claro del bosque, descubrimos toda quebrada del río Argañéu, ceñido entre el peñasco tras el que se esconde Sogaedo (Gamoneo de Cangas) y la voluminosa sierra calcárea de Prioru.

El camino, por momentos sendero, faldea las laderas del desfiladero, alternando bellos rincones de castaños con bosques más arbustivos de avellano. Llega a la zona de cuerrias, donde se descuelga el camino de Gamoneo (por el que se desvían nuestros compañeros de la alternativa senderista del día). Nosotros mantenemos la dirección, siempre en suave faldeo por el bosque. El camino gira par afrontar la subida a Güeraño, nuevo engaño en el que no tenemos que caer. Abandonamos el camino principal para seguir de frente, ahora por una estrecha vereda. La selva empieza a apoderarse de los restos del camino. Los contrafuertes de Prioru se manifiestan en peñas calcáreas que ciñen la vereda. El sendero invita a trepar por una húmeda llambria, no es más que un atajo de un sendero que se va desdibujando con el paso del tiempo y que volvemos a recuperar al otro lado del canto, entre los avellanales.

El desfiladero toca a su fin. Alcanzamos el cierre inferior de las praderías de Pioru, al que nos arrimamos en un rellano de pasillo que queda protegido por los magníficos castaños.

El sendero remansa sumiso en la pista hormigonada de Pioru. Aquí podemos dejarnos caer por ésta hacia el lecho del Argañéu, donde descubrimos, oculto entre el bosque, un viejo puente de madera y el abandonado molino de Güeraño. La pista continúa hacia Gamoneo, mas un reciente ramal nos permite remontar hasta el Collao Llargamundi, donde entroncamos con la también reciente pista de La Frecha.

Sin necesidad de bajar al río, podemos subir hasta las cabañas de Pioru Baju. Un sendero de tierra sale lanzado en diagonal por debajo de un espolón calizo. Sale cortando asimismo en diagonal una ladera de cuesta, bajo los derrames de la nueva pista de La Frecha, antiguo camino real.

Remontamos hasta la pista e iniciamos un tramo más llevadero, separado de las verdes praderías de Gamoneo por las profundidades del Argañéu. Sobre las dos acañonaduras que alimentan las cabeceras de este río, se precipitan las cárcovas de la Sierra del Collao Peréu, cuyas cúspides son las piramidales cuestas de la Porra Uberdón y el Bruxeru. Por todo el canto de la sierra planeamos nuestro descenso a los Gamoneos, sierra que remansa brevemente en el apéndice de La Muda, y que frena ante el cueto calcáreo de la Corona el Canto, en el Collao Peréu.

En el Collao Llargamundi enlazamos con la retorcida pista que sube desde El Río (topónimo que engloba el entorno del molino de Güeraño), dejándonos conducir hasta la próxima majada de La Frecha.

De la caja de la pista se escapa el enconchado del primitivo camino real. Sube hacia la Cuenye la Frecha, brecha que desgaja los malos xerros de las dentadas Sierra Mala y Sierra la Caña. Trasponiendo la horcada saldríamos a la Cuesta de Huesera, en la carretera de Los Lagos.

Condenado al abandono se apunta asimismo otro ramal del mismo camino que corona la cimera de la Sierra La Caña, por la que devola a la vertiente de La Huesera, descolgándose mansamente sobre el Collao La Caña.

En el Collao la Caña, donde hay una reducida área de aparcamiento, arranca la pista de Comeya, de la que nos valdremos para subir hasta el Collao Uberdón. Está señalizada como uno de los pequeños recorridos del Parque Nacional, pues en este punto coincidimos con la Ruta de Frassinelli. Breve coincidencia, pues sin llegar a coronar el Collao de Uberdón, remontamos por las cuestas de la izquierda. Buscamos entre la llamarga y la cotoya una vereda que nos permita navegar entre este mundo tomado por las avanzadillas del bosque. Un estadio intermedio entre el pastizal y el primitivo bosque que prolifera ante la caída de la presión ganadera.

En el canto de la montaña detenemos nuestro ascenso para contemplar la hundida depresión de Comeya, uno de los tremedales más significativos de la Montaña de Covadonga, escoltado por toda la alineación del Cornión, del reino de las Peñas Santas.

Una vereda se cuela entre las cotoyas en un canto que pronto se desvanece. Una alambrada cierra toda la calva cimera de la Porra de Uberdón (1.055 m.), en cuya cima no es difícil sorprender al despistado corzo.

Uberdón se erige en uno de los vértice de la primera línea del Cornión, una primera prominencia que se eleva sobre todos los pueblos del medio Güeña. Es atalaya de los Gamoneos y cima abierta a los cuatro vientos, a la altura del más concurrido mirador de La Reina (en la carretera de los Lagos).

Iniciamos el descenso por toda la cuerda del cordal. Un descenso que se ralentiza por la irrupción del vecino Bruxeru, que se eleva sobre el Collao Bijorcos. La vista del Bruxeru (1.011 m.) pierde el contacto con el tremedal de Comeya, pero sigue siendo eficiente vigía de la depresión del Güeña.

Coronado el Bruxeru se inicia definitivamente un descenso vertiginoso por todo el canto de la sierra, un filo de cuesta perfilado sobre las deslizantes laderas que se precipitan entre las cárcovas que alimentan las cuencas de los ríos Tabardín y Argañéu.

Más abajo la sierra frena levemente en la proa de buque del Pico La Muda, un paréntesis antes de afrontar el último descuelgue hasta el Collao Peréu.

El collado se frena ante el peñasco calizo de la Corona El Canto (724 m.), torre natural de los Gamoneos. Por su costado oriental cruza la vereda de bajada a Esprón (Gamoneo de Onís).

Tenemos que bajar hacia el otro barrio de este Gamoneo. Caemos entre sus engoladas casas, canto abajo por los lindes de sus fincas al fondo de la valleja, a la compañía de una de las dos corrientes principales del alto Tabardín. Cruzamos la riega por el antiguo camino que, en continuo ascenso nos conduce al vecino pueblo de Demués, en una hoyada de praderías sobre las lomas de la otra margen del desfiladero del Tabardín.

Sólo nos restan unos metros de carretera hasta el Llano Miyar, un rellano de aparcamiento frente a la altiva y solitaria iglesia de Demués, un guiño a las nieves de Peña Santa, que se cuelan por la comba de esa primera barrera del Cornión que forman el Cuetu Salgaréu y la Porra de Uberdón.


La alternativa mucho más sencilla es:


DIFICULTAD:

Fácil.

DURACIÓN:

5 horas.

DESNIVEL:

500 metros.

DESCRIPCIÓN:

Había apuntado en la descripción anterior el camino que se descuelga en pleno desfiladero en dirección a Gamoneo. Alcanzamos ese rincón en bloque, para ir desperdigándonos entre cuerrias y castaños.

El camino que ahora nos ocupa vuelve al lecho del río Argañéu. Un tembloroso puente de vieja madera cruje ante el rompiente del Argañéu. Más asentado parece el enconchado camino que escapa por la otra orilla del río. Sube por toda la boscosa ladera del desfiladero, en una lenta huida de sus entrañas.

Sigue apareciendo vestigios de un secular aprovechamiento de las riquezas del monte. Cuerrias abandonadas en un castañéu que empieza a clarear en los intuidos lindes con las praderías de Gamoneo de Cangas.

Entramos en los barrios de éste por su cuenca de desagüe, por las laderas de pastizal que entuban hacia las profundidades del Argañéu.

El camino nos saca a las Casas de Abajo, donde retomamos el aplazado contacto con el asfalto. La carretera nos va conduciendo, en largas tiradas, por los distintos núcleos de Gamoneo de Cangas: Las Cuerrias, primero, y Los Cuetos, después. Queda un último pueblo, Sogaedo, en lo alto de la loma que nos venía cerrando por la derecha, y tras la que vemos la cuerda de sierra que vertebra la pista de La Frecha, por donde caminan nuestros compañeros del Llama Ello.

La carretera nos saca a la collada divisoria de los Gamoneos (549 m.), donde recibimos el ramal procedente del próximo Sogaedo. La collada cabalga en plena cuerda de sierra, en línea con la Corona el Canto, tras la que veníamos observando las más perfiladas cuestas del Bruxeru y del Uberdón.

Al devolar a la otra vertiente, caemos a los Gamoneos de Onís (Esprón y Remís), donde enlazamos con la ruta anteriormente descrita. Nos detenemos en la última curva de la carretera antes de dejar el primero de los pueblos de este Gamoneo (Esprón), entrando entre las casas, con la confianza de encontrar el bar abierto.

Ante una tapuca de uno de los quesos más renombrados, y una pinta de vino, esperamos pacientemente el regreso de los esforzados del Uberdón, para afrontar con fusionada calma la última parte del recorrido.