PUNTO PARTIDA:

Tornín, a 5 Kms. de Cangas de Onís, a la izquierda de la carretera que va al Pontón. Para acceder se recomienda elegir la última entrada, junto a un chalet y cerca de un mesón con amplio aparcamiento a la derecha de la carretera.

Santuario de Covadonga

DIFICULTAD:

De gran sencillez por pistas y caminos de mucho tránsito. En caso de niebla hay que tener cuidado de no perder el sendero entre las majadas de Narves y Espadañal.

DURACIÓN:

6 horas.

DESNIVEL:

800 metros.

CARTOGRAFÍA:

55-I del IGN, escala 1:25.000.

DESCRIPCIÓN:

La travesía de Tornín - Casa Río la Vara - Los Payares - Ñajuentes - Los Porros (de Vizcalluenga) - Narves - Espadañal - Peñalba - Covadonga, por las estribaciones noroccidentales del Macizo Occidental de los Picos de Europa tiene todos los encantos de cualquier excursión por la baja montaña asturiana. La tónica dominante es la presencia, casi continua, de cabañas, aisladas o agrupadas en majadas. Esta saturación de asentamientos pastoriles, lejos de conducir al hastío, sorprende por la variedad y belleza de sus emplazamientos.

Vegas, prados y camperas alternan con desiguales manchas forestales. No debe olvidarse el contraste blancuzco de la caliza de montaña, pero que en la impresionante balconada de los Porros se muestra en todo su esplendor, gracias a la acción erosiva del río Dobra.

La cumbre de Los Porros posee una de las vistas más agradecidas del Macizo Occidental de los Picos de Europa, del que forma parte, y quizás sea el mirador natural mejor ubicado para descubrir las entrañas de uno de los desfiladeros más salvajes de los Picos de Europa (que tras la aprobación del PRUG del Parque Nacional, puede ser uno de los rincones más protegido de este conjunto montañoso): el cañón del río Dobra.

Vista desde el collado Sañin

El núcleo del pueblo de Tornín se encuentra a la izquierda de la carretera (subiendo en dirección al Pontón). Para acceder a él, elegir la última entrada, junto a un chalet y cerca de un mesón con abundantes plazas de aparcamiento (sito al otro lado de la vía).

Entre pequeños prados y huertas nos acercamos a las primeras casas de Tornín. El estrecho ramal asfaltado de acceso al pueblo encara una bonita y arreglada casa. Al llegar a ella se gira a la derecha por una pista que sale en dirección Sur-Sudeste. Remonta bajo un collado/cotero que sobresale de la arboleda y que preside el pueblo, bajo el que pasan los postes de la luz.

Al llegar a la primera bifurcación vamos tomamos el ramal de la derecha y a continuación salvamos la riega que viene de Entrepeñas; un desfiladero en miniatura por el que sube una senda a la majada de Villagostu.

Al pasar la riega tomamos a la izquierda mientras la pista continúa ganando altura por la margen derecha de la riega (según ascendemos), al abrigo de un bonito bosque de castaños. Más arriba, en una bifurcación, tuerce a la derecha. Pasa por encima de unos prados cercados.

Un poco más allá se dobla -a considerable altura- la loma que separa Tornín de Puente Dobra, dando vista a este río. Puente Dobra se encuentra en la mecedura de los ríos Sella y Dobra, y no dista más de 300 metros del pueblo de Tornín.

La pista empieza a tomar forma de camino y el terreno pierde su sentido ascendente al tomar el camino de la derecha. Debemos destacar la belleza del entorno. Al otro lado del río Dobra, en una airosa collada decorada con un mosaico de terrazas para el aprovechamiento agrícola de sus inclinadas laderas, se halla enclavado el pueblo de Vis. Detrás sobresale el Pierzu.

Nuestro camino se dirige a un contrafuerte rocoso. Antes de entrar en él se adivina un sendero que baja por una gravera. Entra en un prado y comunica con la pista que remonta por la orilla del río Dobra hasta la Hoya de San Vicente.

Ganamos la cresta rocosa en el llamado Collao Bajo. Aún no sé si lo más guapo es la belleza del lugar o el trazado del sendero que, salvando en llano el contrafuerte calizo, entra en una amplia vaguada.

Esta valleja se forma entre dos espolones calizos que bajan, paralelos, hacia el río Dobra. El primero, ya superado, se extiende hacia el Norte, dando forma a una muralla rocosa que, con mayor o menor grosor, muere en Uñañez. Cierra el fértil valle de Tornín por el Este y sólo se halla interrumpida por la quebrada de Entrepeñas.

A la derecha de este espolón rocoso se levanta la Porra El Greyu, redondeada cumbre que separa ambos contrafuertes calizos. Más a la derecha, y precediendo la segunda franja cárstica, se forma un collado por donde pasa la pista que une las majadas de Villangostu y La Pandiella (viene de Següenco).

La Pandiella se asienta sobre una loma que también desciende hacia el Dobra. Dificulta la configuración del terreno, desdoblando la vaguada que habría de formarse entre las referidas franjas calizas en dos. Atravesamos la primera, donde encontramos un par de cabañas en uso. No es infrecuente gozar del bucólico corretear de los cabritillos por el cercado de una de ellas.

El flanqueo de la loma que nos separa de la segunda vaguada, la que precede al segundo espolón calizo, se efectúa al abrigo del hermoso Monte Valdimiera. En sus entrañas se esconde las ruinas de la majada. A la salida del bosque se da vista a la Casa del Río La Vara. Enclavada en una bella collada, disfruta de una privilegiada posición. La inmensa mole del Porru el Colláu la Cueva, al fondo, completa un marco de gran hermosura.

Antes de atravesar la zona caliza que nos separa de esta casa, sube un sendero a mano izquierda. Remonta hasta la majada de La Pandiella, donde se coge la pista que viene de Següenco. Nosotros debemos seguir prácticamente en llano. Abajo, en un recodo del Dobra, se encuentra la Hoya de San Vicente, uno de los rincones más plácidos y renombrados de este río (no obstante se la considera la "piscina" de Cangas de Onís; pues a sus frías aguas vienen los vecinos de esta ciudad a bañarse). Desprende un intenso color azulado debido a la pureza de su caudal, en contraste con las verdes camperas que se encuentran a su orilla. Una riqueza concentrada en un claro del bosque donde, lógicamente, se asienta otro reducido grupo de cabañas.

El río La Vara, al que se aproxima nuestro camino, vierte sus aguas al Dobra en la Hoya de san Vicente. Nace en una extensa vaguada, al pie del pico La Corona. Ésta se va estrechando oprimida entre el canto rocoso que arranca de la misma cima de La Corona y el espolón calizo que atraviesa el camino que seguimos. Este río se atraviesa por la parte inferior del embudo, en medio de una nueva mancha forestal. En este momento ha de prestarse un poco de atención, pues debe desecharse el sendero que sigue en llano, para tirarse monte abajo, a la orilla del río, hasta alcanzar la base de un sombrío paré. Una corta travesía pegados a este pequeño corte vertical y accedemos a la Casa del Río La Vara.

La casa, ya abandonada, se ha levantado en una atalaya de gran belleza. En el mismo collado crece algún manzano. Dispone además la casa de un inclinado prado de buen pasto para las ovejas que mira hacia el Dobra. Por el muro de contención de su parte inferior sube el perdido sendero que viene de la Hoya de San Vicente.

Antes de proseguir con la descripción de la ruta, conviene hacer una somera alusión a los montes que nos circundan. Aguas arriba del río Dobra, lo que son inclinadas laderas de bosque se interrumpen ante la presencia de dos inmensas moles que comprimen el río hasta el extremo. Estas montañas, de fácil acceso, se precipitan al cauce del Dobra en verticales caídas de aspecto inaccesible. Este embudo calizo puede considerarse la puerta de salida de uno de los desfiladeros más salvajes y hermosos de los Picos de Europa. Sin alcanzar las laderas que vierten al Dobra los desniveles que presenta la Garganta del Cares, el absoluto abandono de las veredas pastoriles de acceso a lo más profundo del cañón, lo convierten en uno de los rincones más inhóspitos y complejos de la montaña asturiana.

Respecto a las dos montañas que oprimen al río Dobra, posiblemente el mejor mirador del desfiladero sea la de la izquierda: Los Porros de Vizcalluenga. Al otro lado del río, se eleva la Porru el Colláu la Cueva. Esta mole marca el punto inicial/final de la Sierra Bescoba/Viscoba (parte integrante de la Sierra de Amieva). A su derecha, con una diferencia de altura de unos trescientos metros, destacan unas pequeñas y escabrosas agujas: el pico Castiello. El collado que separa ambas cumbres es el Collao Sañín, por donde pasa el Sendero de Gran Recorrido de la Senda del Arcediano. El valle que desciende hacia el río Dobra, de abundante pasto y en el que se descubre un gran número de cabañas aisladas, es Cueries. En la Vega El Carru, cruce de caminos, se eleva otra modesta sierra que va perdiendo altura hasta el pueblo de Vis. Su máxima cota (746 m.) se alcanza en la Cuesta Carbaéu. Todo este conjunto montañoso separa el desfiladero del río Dobra de la cuenca del Sella.

Siguiendo con nuestra ruta, entre la Casa del río La Vara y Los Porros se interponen dos vaguadas. Por la primera, en la que se asienta la majada de El Acebal, sube una pista. La collada cimera se encuentra a la derecha del pico La Corona. La segunda vaguada acoge en sus entrañas la riega El Carrizal, límite del Parque Nacional de los Picos de Europa. Es más extensa y de más compleja configuración, acogiendo ramales o veredas que llevan a la misma majada de Ñajuentes.

Refiriéndonos estrictamente a la descripción del sendero, decir que la primera bifurcación se encuentra en la misma Casa del Río La Vara. Debemos desechar la senda que baja atravesando el prado de la majada. Enlaza con el que sube de la Hoya de San Vicente y continúa hasta el Prao Antón para pasar a la vaguada de la riega El Carrizal. Aunque esta variante es más bonita y discurre al abrigo de varias manchas boscosas, no la recomiendo debido al lamentable estado de abandono de la red de caminos que comunicaba con las distintas cabañas. La maleza se ha ido adueñando de senderos, prados y cabañas. Es el reino de los jabalíes, perfectamente adaptados a este terreno de monte bajo.

Elegimos pues el sendero que sube collado arriba, hacia una cabaña. Pasada ésta se inicia un tramo algo agreste, acostumbrados como venimos a buenos caminos. Enseguida se llega a otra cabaña, muy arreglada. Al igual que otras construcciones de la zona de Los Payares, está habilitada más para uso dominical que ganadero. Sin embargo, el acceso hasta este rincón es más costoso. La pista que ahora cogemos es muy empinada, si bien el primer tramo hasta llegar a la altura del Prao Antón (recordar que por él pasa el sendero que continúa hasta la riega de El Carrizal) es bastante cómodo. Aquí la pista da un brusco giro acometiendo una considerable pendiente. Más arriba entra en una zona de campera, donde sólo se conservan las rodadas, que ataca directamente la cuesta, sin tornos que amortigüen el fuerte desnivel, hacia un grupo de cabañas.

La pendiente se mantiene, pero a medida que se va ganando altura, la pista se va haciendo más evidente y comienza a retorcerse de parte a parte de la vaguada. La referencia es el pico La Corona, destacada peña caliza que se alza sobre nuestra posición. En una cerrada curva a mano derecha, pasando una portilla, entra un camino a una cabaña. Si continuamos por él, atravesando el canto que desciende de La Corona, llegaríamos a Villangostu.

Apenas resta un último repecho para ganar una collada lateral que da paso a la vaguada contigua; aquélla que remontaba paralela a la nuestra y que daba vida a la riega El Carrizal. Un suave descenso busca el centro del verde valle. Viendo a lo lejos el corto trozo de pista que baja del Collao Pozabal, acabamos en medio de un cruce de cuatro pistas. Subimos por la de la izquierda. El breve descenso que se acaba de disfrutar permite afrontar un poco más desahogados esta rectilínea cuesta al par de los prados de Los Payares.

En lo cimero de la sierra se encuentra un nuevo cruce, donde se enlaza con el SGR 105 (Ruta de las peregrinaciones: Oviedo - Covadonga). Éste viene descendiendo por nuestra izquierda; tomando la pista de la derecha nos unimos a él. Sin solución de continuidad se abre una nueva bifurcación. Por el ramal de la derecha se remontan unos metros para volver a dar vista a la vaguada de la riega El Carrizal, aguas vertientes al río Dobra.

Una reducida explanada, suficiente para dar la vuelta un vehículo marca el fin de la pista (aunque se ha solicitado que se abra hasta la majada de Narves). Se continúa por el camino que sigue de frente, sin mayor confusión dada la amplitud del mismo, y que presenta algún tramo de empedrado. Al llegar al Collao Pozabal, entra por la derecha el desdibujado sendero que viene del Prao Antón. Nosotros giramos a la izquierda, iniciando un corto tramo de ascenso. No se tarda en llegar a la majada de Ñajuentes (Braña Fuentes). Se atraviesa en cómodo descenso sobre una alfombra de césped. Una perfecta alineación de árboles y el cierre de los prados va guiando nuestros pasos. Subiendo por una "calle" que se entra a nuestra derecha se accede al núcleo principal de cabañas.

Sin desviarse a la majada propiamente dicha, seguimos de frente para salir a terreno más abierto. El camino continúa por la izquierda de una loma. Si subimos unos metros por ésta, se llega a la fuente de la majada, un bebedero de fresca agua cristalina.

Los Porros de Vizcalluenga desde Amieva

La subida a Los Porros es opcional. Para llegar a la majada de Narves sin ascender a este bonito mirador natural se sigue el camino ya mencionado, que continúa en llano por la izquierda de la loma en que vemos el bebedero.

Al principio sigue siendo muy amplio y marcado. Sin embargo, hacia la mitad del trayecto que separa las majadas de Ñajuentes y de Narves, existe una bifurcación. Debe dejarse el sendero que baja a la izquierda (Norte). Es una alternativa válida para ir a Covadonga, por Soperi, Pues no habría más que seguir las marcas del SGR 105. Pero si queremos ir a Narves, debemos seguir de frente, hacia el Este. Poco a poco el sendero va girando al Sudeste, a medida que se acerca a las camperas que preceden a la majada. En todo momento tenemos la referencia de Los Porros, pues no hemos hecho otra cosa que rodearlos por su izquierda.

Los Porros son una cordillera en miniatura; sin embargo, para alcanzar su cumbre más airosa, que no es la más alta, se sigue una vereda muy evidente. Lo primero que debemos hacer es alcanzar la majada de Jucárabu (al Sudoeste de Ñajuentes). Podemos decir que la loma en que se asienta el bebedero de la majada de Ñajuentes sirve para dividir los dos senderos: el de Narves y el de Jucárabu. Si el primero va por la izquierda de esta llomba, para ir a esta majada hay que girar a mano derecha. Se atraviesa toda la campera a media ladera. Enseguida se encuentra el escondido rincón donde se ocultan las cabañas de Jucárabu. Todavía hay que continuar hacia el Sudoeste, aunque lo mejor es perder unos instantes en buscar el rastro de un sendero que empieza a ganar altura por la rocosa ladera que cierra la majada. La tendencia es a la derecha, para salir a la vertiente que se apreciaba desde la Casa el Río La Vara. Al final el sendero entra en una marcada vaguada. Una vez que se alcanza su parte inferior sólo queda remontar por ella. Cerca del final salimos a la derecha por una corta y empinada canal herbosa que nos deposita en el canto que cierra la vaguada por esta mano. Siguiendo la cresta se llega a la cumbre (935 m.).

La aislada posición de Los Porros de Vizcalluenga los hace merecedores de un vista privilegiada. Las altas y blanquecinas cumbres del Macizo Occidental, empequeñecidas por la distancia, dan fe de la enorme extensión de este macizo, antaño sustento del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga. Pero el verdadero espectáculo, que justifica todo el sacrificio padecido para alcanzar la cumbre, es la vista del desfiladero del Dobra. Los Porros son uno de los mejores miradores de este profundo cañón. Para darnos una idea de la situación baste señalar que desde el río hasta esta cumbre se salva un desnivel de unos setecientos metros; cuando la distancia en línea recta apenas sobrepasa los quinientos metros.

Con un poco de suerte se pueden ver grupos de buitres remontando desde las paredes que caen al río. Suben dando vueltas sobre el mismo punto aprovechando las térmicas (corrientes de aire ascendentes).

El descenso de la cumbre es algo más complicado que la subida; problemático en caso de niebla si no se conoce. Con tendencia Noreste se entra en una hondonada. Se atraviesa en toda su extensión. A su término se gira a la izquierda, iniciando una travesía a media ladera (Noreste) hasta entrar en una canal que desciende hacia la majada de Vizcalluenga (Este). Debe prestarse mucha atención al rastro de senderos del ganado.

La majada de Vizcalluenga se esconde en las proximidades de un collado que separa aguas vertientes al río Dobra y aguas vertientes hacia el valle de Covadonga (mejor hacia la majada de Narves, situada en una hondonada de campera). Separa la vasta extensión de Los Porros de una sierra más modesta que va cerrando el desfiladero del Dobra por su margen izquierda (en el sentido de nuestra marcha).

Se atraviesa toda la collada, a caballo entre ambas vertientes, para llegar a una cabaña que se esconde entre la maleza al otro lado. Se baja por toda la vaguada (no hay más que seguir un marcado sendero), dejando los prados y la majada de Vizcalluenga a la izquierda, hacia Narves (Noreste). Previamente ha habido que desechar un sendero que sale al Este, en llano entre la maleza, en las proximidades de la cabaña de referencia. Comunica con las majadas de Busnuevu, Orbiandi, Tresllué y Pan de Colines.

Narves es una de las majadas de mayor importancia del puerto, pues la extensión de sus pastos puede soportar una importante presión ganadera. Posee un curso de agua que nace y muere en la misma hondonada de la majada. Esta riqueza se ha visto potenciada con la construcción de un bebedero. Las cabañas se esconden entre los árboles. Por toda la vega alternan grandes árboles con pequeños y aislados bosquetes.

Salimos de la hondonada de Narves subiendo a una vasta collada de campera, entre grupos de árboles. A la izquierda, a la misma mano que se van dejando las cabañas, sale el camino de Ñajuentes, entre un haya (derecha) y un impenetrable bosquete de acebos y avellanos (izquierda).

Se continúa al Norte bordeando un jou por la izquierda. Al llegar al primer grupo de árboles se toma, en un desvío escasamente perceptible, un sendero que baja a mano derecha. Enfrente, al Norte, se ve la majada de Espadañal. Se trata de ganar el canto de la sierra que la precede (Sierra Los Torneros) y que va ganando altura hacia el Este. Hay que acceder, más o menos, a la mitad de la cresta (mejor por defecto que por exceso, pues en caso de no dar con el camino basta ir remontando la cresta hasta dar con él). Dado que el sendero está muy abandonado vamos a tratar de hacer una detallada descripción de la ascensión. Suele haber un poste indicativo, muy deteriorado, en el punto en el que se ha de pasar a la otra vertiente.

Una vez que dejamos el sendero principal que va a Ñajuentes, descendemos hacia una tomada campera (Noreste). Poco a poco la vereda va tomando sentido ascendente, iniciando la subida a la sierra, y deja el tronco seco y sin vida de un árbol a la derecha. De la mancha boscosa que hay al otro lado del canto de la sierra, sobresalen las copas de dos árboles, a diferente altura (destacando más la del de abajo). El poste indicador quedaría en la cresta, en el medio de ambos puntos de referencia.

Una vez en la cresta debe encontrarse un camino acondicionado que desciende por la vertiente opuesta. Está "muriao" por lo que destaca bastante. El desuso de este paso ha provocado que se encuentre parcialmente tomado por la maleza. En caso de no dar con él se puede subir a lo cimero de la sierra y, por un sendero de cabras muy empinado, bajar directos al Collao Cebeo (Norte).

La Sierra Los Torneros está separada de la majada de Espadañal por una vaguada que arranca del Collao Cebeo. Este collado separa asimismo la referida sierra de la Peña Cebeo. El camino que cogemos en el canto se adentra en un bosquete y sale a campo abierto, en plena vaguada por debajo del Collao Cebeo. Para ir a la majada de Espadañal no es necesario subir a él, sino que se atraviesa la vaguada en llano, en dirección a un bebedero. Una vez en el bebedero debe cogerse el sendero superior (hay otro que pasa por encima de nuestra posición y que viene del collado). Más adelante se gira a la derecha a ganar una amplia collada entre un grupo de cabañas próximas a las estribaciones de la Peña Cebeo (y a la sombra de unos árboles) y el cierre de los prados.

Reseñar que del Collao Cebeo se devola hacia Las Mestas. Por esta majada pasa el río que entra en la cueva de Orandi. Resurge de las entrañas de la tierra en una grieta de la Santa Cueva, a los pies de la Virgen de Covadonga. Esta variante es muy bonita también, aconsejable si no se conoce la vega de Orandi. Debe advertirse que para bajar a Las Mestas no debe bajarse directamente desde el collado, vaguada abajo hacia el Este, sino bordear la Peña Cebeo (Noreste) hasta un collado más pequeño. La vaguada que se abre al otro lado permite bajar a Las Mestas/Les Mestes (el sendero esta muy tomado por los helechos y por la maleza).

Una y otra alternativas, por Espadañal o por Orandi, no hacen sino bordear la sierra que se forma entre la Peña Cebeo y la Peña Sienra (última cumbre de esta alargada cordillera que se halla colgada sobre Covadonga).

La majada de Espadañal se extiende a lo largo de una alargada loma. La mayoría de sus cabañas busca la sombra y el cobijo de pequeñas arboledas. Los pastos ya se hallan delimitados con murias, a diferencia de la libertad con la que se mueve el ganado por Narves, quizás porque antes se segaban los prados.

De la collada de Espadañal se baja al Norte, pero dejando a la izquierda el cierre de los prados. Se entra en una vaguada donde encontramos las ruinas de un nuevo grupo de cabañas, es la majada de La Raíz.

Se continúa por todo el valle (Noroeste), dejando siempre a la izquierda el cierre de los prados. Una hermosa campera precede al collado de salida de la vaguada. Alcanzado éste se da vista a la majada de Soperi, en la ladera de enfrente.

El camino sale a mano derecha. Pierde altura en amplios y cómodos tornos, destacando por su estado de conservación. Pero enseguida se pierde al entrar en la campera de la vaguada que desciende hacia la riega que nos separa de Soperi.

Esta vaguada está delimitada por dos lomas. Si atravesamos la de la izquierda llegaríamos a una imponente cueva, donde nace la riega a la que estamos descendiendo. Esta enorme concavidad se oculta en una sombría franja rocosa que interrumpe el valle que baja del Collao Cebeo (entre Espadañal y la Sierra Los Torneros).

Sin embargo, la bajada más directa se tira a la loma que nos cierra por la derecha. Se baja por la llomba hasta llegar a una peña caliza con hayas que la interrumpe. Giramos a la derecha y retomamos el sendero. Antes de llegar a la riega se enlaza con el camino que viene de Soperi.

Ya no debería haber pérdida, pues el resto de la ruta hasta Covadonga coincide, de nuevo, con el SGR 105. Se desciende por la ladera de la margen derecha de la riega. Tras un corto repecho, bastante alejados de ésta, damos vista al pueblo de Llerices y al valle de Covadonga. Continuamos a media ladera. Pasamos por una majada, sólo quedan ruinas, y seguimos bordeando la Peña Sienra hasta llegar a Peñalba.

Peñalba es una hermosa majada, asentada en una no menos guapa collada. La extensión de la zona le proporciona una gran riqueza de pasto, favoreciendo el cercado de los prados. Una vez en la collada debemos seguir las praderas de la derecha (Este), atravesando la alambrada. Cogemos el final de una pista que se dirige a otro grupo de cabañas, en un cotero. A su derecha una enorme campera. No conviene atravesarla, pues la pista/camino gira a la izquierda para evitarla, pasando por debajo de ella.

Al dejar la majada entramos en un hermoso bosque, dando vista a la Basílica de Covadonga. El tramo de descenso que nos resta, por una buena pista, es un bonito paseo al abrigo de los árboles. Además de descubrir gran variedad de pajarillos, que acompañan nuestro caminar con melódicos cánticos, cabe la posibilidad de divisar alguna que otra juguetona ardilla saltando de rama en rama. Abundante es asimismo la presencia del jabalí, que incluso busca comida en los alrededores de Covadonga. Más esquivo y difícil de observar por sus hábitos nocturnos es el tejón.

A la entrada de Covadonga nos entra una abandonada pista por la izquierda. Viene de Muñigu y pretende ser la caja de la solicitada variante que solucione los problemas de tráfico en el Santuario. Lo mejor es quedarse en Covadonga y disfrutar de los rincones y bellezas que esconde, aparte de la obligada visita a la Santa Cueva, donde se cobija la imagen de la Virgen de Covadonga.

A los que quieran seguir andando hasta Muñigu, decir que la pista va degenerando y estrechándose hasta acabar convertida en un mal sendero que, sobre la carretera de Covadonga, atraviesa un tupido cotoyal antes de llegar al pueblo de Muñigo.