PUNTO PARTIDA:
La pequeña aldea pongueta de Taranes(600 metros) se encuentra bajo la estribación septentrional del Tiatordos y a lo largo de la soleada ladera de La Llambria. A ella se llega por la carretera local PO-4, que entronca junto al Hotel Balneario La Casona de Mestas con la comarcal AS-261 que va a San Juan de Beleño y que dista unos 3 km. De Mestas. Se estructura en tres barrios: Tresvilla, La Barrosa y La Llera. Tiene una iglesia grande y bella con un amplio pórtico, Santa María de Taranes. En su interior hay pinturas al fresco representando los cuatro evangelistas y en la sacristía aún se conserva una inscripción fundacional en la que se dice que la obra se hizo siendo párroco D. Manuel de Caso en el año 1779. El topónimo del pueblo proviene del dios celta del trueno (Taranis)..
DIFICULTAD:
Media/Alta.
DURACIÓN:
6 horas y 30 minutos.
DESNIVEL:
1.200 metros.
CARTOGRAFÍA:
54-IV y 79-II del IGN, escala 1:25.000.
DESCRIPCIÓN: El Campigüeños es una cumbre que se eleva a 1.838 metros de altitud perteneciente al cordal de Ponga y que se sitúa en el límite entre los concejos de Caso y Ponga. Recibe, además, el nombre de La Becerrera de San Pedro por los habitantes de Caso y de Les Víes por los ponguetos. En la cumbre hay una cruz con un buzón de montaña y es un excelente mirador de las montañas de Caso y Ponga. Está integrado dentro del Parque Natural de Redes.
A la entrada del pueblo de Taranes, en una pronunciada curva de la carretera, donde esta cruza el arroyo Taranes, parte una senda a la izquierda, donde existen los restos de un viejo molino y también la indicación de ruta al Tiatordos. También hay un cartel que indica que el recorrido no es apto para todo el mundo. Aquí se toma una pista o caleya que pronto llega al puente Picacero, que se deja a la derecha, en la otra vertiente del puente hay un lavadero. Se asciende entre praderias y arbolado por un camino perfectamente empedrado hasta meterse en la angostura de La Foz de la Escalada flanqueado por los murallones de los picos Taranes, La Escalada y La Llambría. En poco trecho hay que superar un fuerte desnivel con una protección de hierro hacia el cauce.
Superada la foz el camino perfectamente empedrado va alejándose ya del río, asciende en numerosos zig-zag hasta llegar a la majada del Fresnu (1.000 metros). Esta antigua majada ahora abandonada es encrucijada de caminos, el camino de la izquierda asciende por el monte de La Bufona en dirección a las faldas del Tiatordos.
Lógicamente, obviamos este camino y se asciende por las praderías donde se asientan las ruinas de la majada, en esta zona el camino se pierde un poco. Deberemos seguir ascendiendo por el margen izquierdo del río Escalada, acercándonos más adelante a su cauce y ya con el camino marcado se llega a otras majadas de pastoreo, son la de Entelgüe a la izquierda y Piagüé a la derecha.
Así se llega al valle de Daón, con fuerte pendiente a través de senderos de ganado se llega al collado de Fito Muniello (1.544 metros). De aquí arrancan las primeras rampas hacia la cumbre de Campigüeños o Becerrera de San Pedro de 1.838 metros de altitud.
Este pico es un impresionante mirador de las montañas de Caso y Ponga, así como de gran parte de la Cordillera y Picos de Europa.
El regreso se hace por el mismo camino por el que subimos. La alternativa mucho más sencilla es:
DIFICULTAD:
Muy fácil.
DURACIÓN:
5 horas.
DESNIVEL:
400 metros.
DESCRIPCIÓN:
Para evitar desviar el autocar de la ruta principal a las montañas de Ponga, se coge (a las puertas de Santillán) el desvío a San Juan de Beleño (AS-261), en la mecedura de los ríos Sella y Ponga. A 500 m. del cruce se ha habilitado un área de aparcamiento.
1) Santillán - Beyu Pen - Pen.
A un paso de Santillán, se funden los ríos Sella y Ponga. Comienza la andadura en la cuenca de este afluente destacado del Sella. La zona de aparcamiento, a la vera de una recta de la carretera que sube a Ponga, aparenta no tener sentido. Perdida en ninguna parte, asiste solitaria al paso de los coches.
Del aparcamiento se salta a la carretera, asfaltada sobre un tramo del Camino de La Reina. Esta zona de estacionamiento se halla a medio camino entre el museo del Karst (difunto al poco de nacer) y un área recreativa, sita en la margen derecha del río Ponga, en los aledaños de Santillán.
Para llegar al área recreativa, se “remonta en llano” la carretera de Ponga. Enseguida se encuentra un puente sobre este ancho afluente, por el que se cruza a la otra margen, donde se encuentra aquella zona de esparcimiento.
Las mesas se alternan por la campera con los grandes árboles que la cubren. Un panel, cerca del puente, informa sobre los animales y árboles que pueblan estos parajes.
Cortando la campera hacia la izquierda, se encuentra otro panel, en este caso dedicado a “les cuerres”. Estas construcciones de piedra se esparcen también por el área recreativa, y por otros puntos de la ruta. Se utilizaban para conservar las castañas.
El castaño es el árbol dominante en este rincón; pero alguna mancha de pino se irá sorteando según se avanza por este apunte del Camino de La Reina (que se coge en la misma área de recreo).
Un paseo corto anuncia la inmediatez de Santillán. Una gran nave, con un pequeño campo de futbito, segado por las ovejas, son los indicios de esta proximidad con la civilización.
El Camino de La Reina choca con el río Sella en la trastienda de Santillán, separados por un puente colgante peatonal. Sin cruzar el río, se continúa el paseo por este camino carretero. En un instante, sin perder de vista las casas de Santillán, un primer panel anuncia las criaturas del “beyo”.
Se deja el Camino de La Reina, desviándose a la derecha por una senda de barandilla tallada en el canto de peña. Doblando el recodo sorprende el primer regalo del “beyo”. Un viejo tronco caído sobre una cuerre, los castaños que brindan sus frutos a la misma, el arroyo que alimenta el molino que quiere esconderse entre los árboles, y la sensación de haber entrado en otro tiempo pasado.
En el extremo del puente nuevo de madera que rompe esta armonía, un ser mitológico reclama el peaje. Brujas, cuélebres y demás entes que pueblan el Beyo de Pen se han convertido en troncos o en peña. Pinturas de distintos colores los delatan. En el panel inicial se muestran varios de estos escondidos seres. Será cuestión de ir descubriéndolos por el camino. Gana la partida el que más encuentre.
Pasado el puente, el sendero se une a la variante que llega desde Precendi (otra entrada al Beyo de Pen desde el Camino de La Reina, apenas separadas por el río Los Pontigos, en su mecer al Sella).
El camino se interna en el “beyo” (desfiladero). Es un camino empedrado que, por tramos, acompaña al arroyo. El sombrío lecho de musgo y piedra canta o guarda silencio según los mandatos de las nubes.
El río El Beyo se ha tajado camino entre las estribaciones de la Sierra Trexerru (Este) y la Peña Dulce (Oeste).
El otro pontigo de este tramo de la ruta, con los últimos retazos de empedrado, pone fin al beyo y asiste a un desvío de caminos. Para subir al pueblo de Pen, se deba cruzar el nuevo puente de madera.
Se inicia una continuada ascensión zigzagueante buscando el techo de los contrafuertes de la Peña Dulce. Según se va dejando atrás el frondoso cauce de Los Pontigos, se abre una panorámica más diversa, que incluye sierras, picos, bosques, praderas y pueblos.
Dentro de este paseo mitológico que mejor colofón que la estampa del “ogro”, es decir, la cara Norte del Pierzu.
El camino entra en Pen por su extremo Norte. Las casas se alinean en un istmo de tierra que evita la condición isleña de la Peña Dulce. Una sucesión de hórreos y casas con corredor se agolpan a ambos lados de la calle troncal, sino única, de Pen. Al Oeste, el pueblo proyecta su sombra en otra collada inferior. Tal es la sensación cuando se divisa Cirieño, con la misma alineación de casas en una larga collada.
Dentro de los variados elementos etnográficos de Pen, destaca -por sus dimensiones- una panera que se tiene como una de las más grandes de Asturias. Más de diez pegoyos la sustentan. Unos cuentan catorce, otros escriben quince, alguno ve hasta dieciséis.
2) Pen - Villaverde.
Villaverde es el pueblo que no dejó de mirarse desde el escape del beyo hasta Pen. Se sitúa en las faldas de Peña Siña, sobre las laderas de la margen derecha del río Los Pontigos.
En los últimos coletazos de Pen, se entronca con una carretera secundaria. Nace en la Vega de Sebarga, a orillas del río Ponga. Llega a Pen pasando por Cirieñu. Continúa camino en dirección a Villaverde. Durante el paseo asfaltado, se cruza la valleja del río Los Pontigos, en su fluir hacia el Beyo de Pen.
En menos de dos kilómetros se salta de las estribaciones de la Peña Dulce, apéndice de Pen, a las laderas de la Peña Siña, enclave de Villaverde.
3) Villaverde - Collao Sebarella.
El Collao Sebarella es ventana abierta a los Picos de Europa. Marca del declive de la Cuesta Siña, en su romper contra la Sierra Trexerru.
Un camino carretero sirve para atar la corta distancia que separa el pueblo de la collada. Sin embargo, la continuación de la carretera que vertebra el pueblo de Villaverde tiene también su interés. En este reducido tramo de asfalto, nace -a mano derecha- la pista hormigonada que sube a Siña. Estas cuatro casas apartadas del recorrido tienen reflejo en los paneles que rezan en Santillán. La Torre de Siña (o de Los Carmenero) es uno de los reclamos arquitectónicos de Amieva. Si se opta por este pequeño desvío, no puede dejar de visitarse la capilla de San Antonio.
Otra opción, sita la ruta en el Collao Sebarella, consiste en seguir las revueltas que coronan la Sierra Trexerru. Un mirador accesible por la pista construida para instalar una antena.
4) Collao Sebarella - Foz del Carmenero - Camino de La Reina.
Las praderías de la collada vierten a las foces del río del Beyu y del río Carmenero. Ambos desfiladeros están formados por los extremos de la Sierra Trexerru.
Se devola el Collao Sebarella hacia la vertiente del río Carmenero o río Villar. Todavía debe sufrirse otro tramo de asfalto, pues la carretera prosigue su intrincado camino con dirección a la localidad de Argolibio. Última etapa de esta ruta de carretera que une las Vegas de Sebarga (a la vera del río Ponga) con la Vega de Cien, en la cuenca del río Sella.
Se baja por la carretera hasta el fondo de la valleja del río Carmenero. Pasado el puente, se coge -a mano izquierda- el camino de los arrieros. Más que un único camino, era una red de comunicaciones accesoria, desgajada del Camino Real para comunicar los poblados de Argolibio, Carmenero y Siña (en esta cuenca del río Villar o Camenero).
De estos viejos caminos queda, bien conservado, este tramo abierto para el senderismo en el concejo de Amieva. Ni siquiera llama la atención el cruce de caminos arrieros a las puertas de la foz del Carmenero, pasando desapercibido que el viene de Argolibio.
El camino pasea junto al antiguo mesón de Valdedoña, rememorando otros tiempos donde aún florecía el pueblo que da nombre al río. La foz del Carmenero no es tan lúgubre como la verde umbría del Beyo de Pen. El encanto de la mitología cede, en esta foz, al encanto de los viejos caminos de los arrieros.
El Puente Reguero (o Bajero) anuncia el mecer de este arroyo al río Sella. El camino de los arrieros se deja llevar por las corrientes de la margen izquierda de este límite de los Picos de Europa.
El camino carretero se disimula por detrás de la Finca de La Vega, un albergue de actividades llamativo desde la carretera del Pontón.
En el Puente de Precendi, el camino carretero de los arrieros se junta al Camino de la Reina. Siempre por la margen izquierda del río Sella, se tropieza, en unos metros, con una de las entradas al Beyu de Pen. La otra variante se une con este Camino de La Reina saltado el río del Beyo.
Unos metros más, cerrado el circuito de los pueblos y beyos secundarios de Amieva, y se alcanza el estrecho puente colgante sobre el río Sella, entrada peatonal a la localidad de Santillán: pueblo de ferias ganaderas, de la matanza y del buen pan.