PUNTO PARTIDA:

Susierra, en la carretera AS - 114 que va desde Cangas de Onís a Covadonga, poco antes de Soto de Cangas.

DIFICULTAD:

Fácil.

DURACIÓN:

6 horas.

DESNIVEL:

700 metros.

CARTOGRAFÍA:

31 - III y 55 - I del IGN, escala 1:25.000.

DESCRIPCIÓN:

Susierra abarca una zona sita a 3 kilómetros de Cangas de Onís, en dirección a Covadonga. Esta amplia revuelta de la carretera, envuelve el extremo de la sierra cuyos boscajes ocultan el pueblo de Narciandi.

La corta carretera de acceso a Narciandi precede a este corte de la sierruca. En plena curva se encuentra el cruce de Cardes, donde también se señaliza la Cueva del Buxu. Doblada la pequeña sierra, se abre la recta de La Venta (de Cangas), donde se ha habilitado el primer aparcamiento del Plan de Los Lagos, descontado el más frecuentado de la capital del concejo.

1)Susierra – Narciandi – Cabielles – Torió.

Unos metros antes del cruce de Cardes (Susierra), pero al otro lado de la carretera, suben unas escaleras de hormigón, estrechas y medio tomadas por la maleza. Se esquinan en el corte de la peña, efectuado por la carretera.

Un camino escondido en esta mancha de bosque remonta directo a Narciandi; un camino antaño transitado que hoy semeja una puerta falsa de entrada al pueblo, aunque bonita.

Se cae a la primera calle de Narciandi, extremo de una pista procedente también de la carretera de Covadonga (se coge en la Venta de Cangas). En la rotonda rural donde muere la carretera del pueblo, empiezan a desviarse las callejuelas de Narciandi. Se sigue por la inferior, lindando el costado del pueblo que mira hacia la ería.

Dejadas las casas, un manchón forestal precede el primer cruce de pistas. Se continúa por el ramal de la izquierda, también el inferior, próximo a una solitaria nave. Ésta hace de intervalo entre cruces.

La siguiente bifurcación toca a la derecha (aunque el otro ramal se dirige también a Cabielles). De cruce a cruce, como un desconcertante laberinto parcelario. Esta tercera bifurcación llama a la izquierda. Cabielles y Narciandi están bastante cerca, y visualmente unidos, no habiendo lugar a mayores desencuentros. Además, en esta bifurcación la concentración parcelaria se torna casi en comunicación carretil entre pueblos; aunque no directa a Narciandi, sino que toma como punto central la ermita de San Cosme, compartida por los vecinos de Cabielles, Narciandi y Nieda.

La ería se interrumpe por una efímera lengua forestal. En una esquina de la mancha arbórea se refugia el invernal de La Granxa. Al otro lado de la breve umbría, se evapora un arroyuelo. En el giro la pista sobre la vaguada, sube el camino a Cabielles. En su inicio está siendo afectado por unas obras. En todo caso, se puede continuar carretil adelante, de nuevo con entronques parcelarios, bajo la atenta mirada de Cabielles (Cavielles). Esta variante asciende (desentendida del callejeo rural) bajo a la ería del pueblo, para morir en su carretera de entrada.

Cabielles y Torió contaban, cada uno, con su propia carretera. A aquél se entraba desde el pequeño zoo a la entrada de Soto de Cangas (en la carretera de Covadonga); el ramal de Torió se cogía en El Bosque, pasado Soto y cerca de otro de los aparcamientos del Plan de Transporte a los Lagos. Ambos pueblos estaban comunicados por una pista. Dicha pista es hoy una estrecha carreteruca, pero de buen piso (con permiso de los corrimientos de tierra).

A espaldas de Cabielles, en dirección casi Norte, se entronca, en unos pasos, con esta nueva carretera de Torió. La distancia entre ambos pueblos no llega al kilómetro de asfalto. Se trata de una subida fresca a la sombra de la arboleda. En el último tercio de carretera, una pista permite faldear por debajo de Torió (ladera Oeste de la ería); aunque el grupo prefiere apurar la carretera. En el cartel de entrada al pueblo se unen las dos vías asfaltadas, siendo la antigua (en la vertiente del valle del río Reinazo) la más deteriorada.

Torió está encaramado en un promontorio (264 m.) en los declives de la Montaña de Covadonga. Las altas torres del Cornión cubren sus peñas con el manto níveo del cercano invierno, mientras los hayedos del Marqués se desnudan para acoger al gélido viento norteño.

2)Torió – Cantu Cardaín – Llanu Cima.

La capilla de San Blas de Torió recibe al caminante. La capilla dormita hasta el año próximo, esperando la llegada de las cigüeñas (raras en estas montañas). Una calle lineal saluda a los pocos vecinos de este altozano. Sigue la configuración del cerro. Del núcleo rural, desciende en pista entre las huertas y ería de Torió. Corta bajada hasta la collada en que se recibe el atajo de pista, procedente de la carretera, antes apuntado.

En esta abierta collada se ha construido un complejo de casas rurales, en la misma encrucijada de pistas. La ruta continúa por la comba de la collada, ascendiendo sobre los apartamentos rurales.

En el primer tercio de la subida se desgajan un par de ramales a mano izquierda. Se trata de entradas a los invernales de la ería de Torió. La pista principal no pierde de vista, aunque entorpecida por los quemados árboles, el encaramado pueblo, vigía del Valle del río Reinazo.

La subida corona el Canto Cardaín, un mirador natural a la vera de la pista con guapas panorámicas al camino recorrido, centrado en el empozado Cabielles.

En el Canto Cardaín dobla la pista, para plantarse en una importante bifurcación, con un feo invernal sito entre ambos brazos. La pista principal baja, inicialmente, en su largo rodeo hacia Següenco. Aunque volverá a retomarse más adelante, la ruta remonta por el ramal de la izquierda, sobre el descuidado invernal de ladrillo.

El repecho cede en un rincón de bebedero umbrío. Sin llegar a tocar la majada de Cardaín, sube un camino a la izquierda. La nueva cuesta sigue un brazo de bosque, lindando con la pradera superior de la majada. Corona un falso colladín, sacudiéndose el boscaje. Las lejanas antenas de Següenco se recortan sobre la cuesta en que se asienta el pueblo. Nuestro sendero faldea bastante más cerca de la cimera de la cuesta que del fondo del arroyo de La Güelga (curso de agua que modela la reconocida cueva de La Güelga, con vestigios rupestres). Por la ladera de la sierra, se forman tres vías paralelas: la pista de Següenco, por la parte baja; el ramal de la majada de Cardaín (intermedio), y este sendero superior.

Pronto se une la pista cegada de la majada de Cardaín a este sendero superior, habilitando unas antiguas rodadas para el acceso a una remozada cabaña de fin de semana. La finca montuna de esta propiedad va lindando el sendero por arriba.

Pasada la cabaña, el sendero vuelve a subir, entre el monte y el cierre de un vasto prado, que baja hasta la pista de Següenco. El prado ocupa una vaguada pegada a un xerro de peña y cotoya. La muria evita la entrada del camino a la vaguada. Senda, muria, prado y vaguada se unen en una collada.

Los árboles se alinean al Este de la collada; el xerro ocupa el flanco occidental. El camino se transforma en senderuco de barro. Sigue de frente, desviándose enseguida en diagonal a la derecha. Entre las cotoyas remonta lo alto del xerro.

La sencilla toponimia de este lugar no hace necesario extenderse mucho en la descripción. Llanu Cima es una larga campera de pasto, cercada por los cantos calcáreos de la montaña.

3)Llanu Cima – La Porra.

Se camina por toda la sucesión de vegas hasta su final. La collada extrema vierte a una valleja donde empieza a dibujarse una senda de tierra. Levantando la cabeza, los ojos chocan con La Porra, pico de altas paredes hundidas en el bosquete.

A los pocos metros de bajada, el sendero gira a mano derecha, en dirección a la collada intermedia entre el canto de Llanu Cima y el crestón de La Porra (448 m.). La senda, por momentos, recuerda un camino empedrado de frecuente paso. Se habla de una calzada romana. El camino conchado de origen romano pudo habilitarse en época medieval. De nuevo se mira a la toponimia, pues La Porra lleva el sobrenombre de “Sucastillo”. En sus tiempos estaría emplazada una torre medieval de vigía sobre el Valle del río Reinazo, el valle de la Batalla de Covadonga (sin que refiera este torreón a La Reconquista).

En la horcada se deja el sendero romano, para progresar por el mal crestón de La Porra, donde la maleza y matos arbustivos quieren imponerse a la peña. La subida es corta. Una cruz de espejo corona los 508 m. de La Porra Sucastillo, atalaya de vacío sobre La Riera, en el Valle del río Reinazo. Modesta altura de guapas vistas en las estribaciones bajeras de la Montaña de Covadonga.

4)La Porra – El Colladiello – Los Payares.

La bajada de La Porra se hace por la cara Oeste, tomando como referencia la pista dejada al poco de pasar el Canto Cardaín. En la parte inferior de la ladera, se aprovechan veredas de ovejas para evitar el matorral. Estas veredas se unen en la base del pico con los vestigios del camino romano. Juntos se pegan a la muria de la collada (linde de prado y pastizal), por la que se pasa a la pista.

La pista respira a su paso por la cimera de una vaguada. En las peñas manchadas de arbolado nace un regato de corto recorrido. Se abre camino entre La Porra y el Pico Colladiello, en su mecer a la profunda valleja de la riega La Portiella, hundida en las laderas de La Cuestona (topónimo que define esta larga línea de cuesta). El arroyo La Portiella se une al río Reinazo en La Riera (“Canteros de Covadonga que baxáis a La Riera, si queréis beber buen vinu, cortexái a la tabernera”).

Un par de revueltas miradas a La Porra coronan el Colladiello, a cuya vera se encuentra el pico al que da nombre. No es más que un pequeño peñasco de 500 m. justos de altura. Puede subirse en apenas dos minutos; aunque nunca se sabrá por qué, quizás porque “está ahí”.

Se continúa ascendiendo por la pista. Un invernal regenta suaves fincas muriadas, con las antenas y pueblo de Següenco a tiro de piedra. El cruce de pista se encuentra en este enclave de Omedina. Girando a contramano a la izquierda, se remonta por el ramal que, tras el primer repecho, tira hacia el Sur, en dirección a Los Payares.

En este tramo se intercala una majada de cuyo nombre no puedo acordarme; no obstante, todas las majadas de Los Payares tienen una tabla de madera con su nombre escrito. Esperaré a este día de noviembre para recordarme.

La pista corona la sierra en una encrucijada de cruces dispersos. Unos metros antes de la collada sale un ramal sin interés (es un acceso a un invernal remozado). La clave está en la misma collada. Por su comba pasa el GR 105, Ruta de la Peregrinaciones (Oviedo – Covadonga). Unos metros a la derecha del cruce, devolamos la collada por otro ramal de pista. Ésta baja directa por la vertiente del río Dobra (Sur).

5)Los Payares – Pico La Corona.

Se empieza la bajada entre los lindes de los prados de Los Payares. Contemplando el paisaje se destacan los Porros de Vizcalluenga y, al otro lado de la boca del Desfiladero del Dobra, el Porro el Collao la Cueva. El Collao Sañín marca el declive del Precornión. Al fondo se yergue la pirámide del Picu Pierzu.

Al final de esta larga recta de pista, se forma otra encrucijada. Se tira por la pista de la derecha. Remonta a una collada boscosa, para pasar a las praderas de la vaguada contigua.

En la revuelta de la pista, sita en la vertical del Pico La Corona (elevación caliza vigilante del mundo de Los Payares), se ha construido una casita. Justo donde se ha emplazado el edificio, en plena curva, salía el camino que iba a Villangostu. Las cosas cambian de un día para otro. La última vez que pasé, habían puesto una portilla, y habilitado un sendero por debajo de la casa.

Se deja la pista y se intentan evitar estos obstáculos para retomar el viejo camino. El sendero llega a una collada en el crestón Sudoeste del Pico La Corona. Haciendo un alto en el camino, se dejan las mochilas y se progresa por toda la cresta del pico. El Pico La Corona (760 m.) y la Cuesta de Següenco (antenas de Següenco) comparten similar altura. Son los miradores más destacados de este apéndice de la Montaña de Covadonga, de la montaña de las Peñas Santas.

6)Pico La Corona – Villangostu.

Se retrocede por el canto calcáreo para recoger las mochilas. Una vez en la collada donde se apilan, se retoma el sendero.

Devola el canto para entrar en la cabecera del río La Vara. Los bosques parecen amantes de las cuencas de los ríos, regatos y arroyos. Bonitos árboles jalonan el sendero. En el cuenco de travesía brotan los nacientes del río La Vara. Esta pequeña cuenca se deja caer por la vertiente del Dobra. En los cantiles inferiores vive la ermitaña Casa del Río La Vara. Su dueño compraba voladores, como medio de comunicación por si se encontraba malo. Aguas abajo, el río mece al Dobra en la hermosa Hoya de San Vicente, playa fluvial de Cangas de Onís.

En el paseo por el bosque se abren recónditos prados, de aisladas cabañas. Pronto cede la foresta ante el empuje del matorral. La fértil tierra del fondo de la vaguada queda recogida entre La Corona y el canto de falla caliza del otro lado de la travesía.

Por el canto traspone el sendero. Flanquea los contrafuertes de esta sierruca calcárea, por encima de la majada de La Pandiella. Corta a media ladera los peñascos de esta escuela de escalada, en dirección al Collao Villangostu (567 m.).

El collado se reconoce con facilidad, pues una pista transpone su comba. El sendero que se trae, va descendiendo hacia la rampa final de la misma. Debe sufrirse esta última revuelta para coronar el Collao Villangostu.

Esta depresión de la sierra de peñascos, vierte sus senderos a las cuencas del Dobra y del Sella. Engaña la pista, sobre todo por la ladera del Dobra. La bajada vehicular por este ramal, no va más allá de la majada de La Pandiella. Para comunicar la Casa del Río La Vara, fondear en la Hoya de San Vicente o doblar al pueblo de Tornín (en la vera del Sella) no hay más solución que seguir los antiguos caminos o senderos.

Asimismo, la bajada directa a Tornín (por el otro lado del collado) también tiene lugar por senderos pastoriles. Los tractores y todoterrenos que bajan a estos pastos, tienen su entrada por Següenco, en la cara Este de las antenas (como describiré en la ruta alternativa del día).

Al margen de los prados e invernales de la vera de la pista, la majada de Villangostu puede definirse por una finca con casa de recreo. Dista pocos metros del collado homónimo, en dirección a las antenas de Següenco (Cuesta de Següenco).

7)Villangostu – Entrepeñas – Tornín – Puente Dobra.

La cuidada finca de Villangostu pasa desapercibida, pues, abajo, en el fondo de la valleja, llama la atención el embudo de Entrepeñas. Como su nombre indica no es más (ni es menos) que una “uve” intercalada entre dos contrafuertes de peña.

Aún no se abandona la pista. Se atraviesa en llano toda esta cimera del cegado valle de Villangostu. Un invernal, a la vera de la pista, marca el inicio del ascenso en dirección a Següenco. En la primera revuelta se deja el ruido de los motores. Un camino sale a mano izquierda. Discurre por unos metros entre el monte y el cierre superior de un prado. Está anegado por los brotes de agua de este costado de la valleja.

En la esquina del viejo cercado, vértice también de la mancha forestal que inunda las veras de las riegas, el camino se desdobla en dos veredas. Una continúa de frente, adentrándose en la cuesta de matorral. En su tiempo fue un camino que faldeaba la Cuesta de Següenco por la vertiente del Sella, para bajar al Collao Uñañez (por donde dobla el GR 105, de Cangas de Onís a Següenco).

La vereda de Entrepeñas se tira monte abajo, al principio sin perder la referencia del cierre del prado y el brazo de los arbolucos. La bajada se hunde en el lecho de la valleja, donde el bosque se hace más alto y espeso.

El ganado se aparta de las márgenes del regato. No mira directamente al embudo de Entrepeñas. Faldea en dirección Oeste, hacia un abandonado prado con invernal, sito bajo el costado de uno de los contrafuertes.

En los rotos murios inferiores del prado, saltan unas veredas de ganado. El sendero ya baja hasta la boca de la tajada de Entrepeñas. En el fondo del reseco cauce una cruz conmemora la muerte de un pastor; aunque el sendero sólo la mira. Con un repecho previo, trepa al costado derecho de la breve angostura.

Entrepeñas quiebra la barrera kárstica extendida desde la Cuesta de Uñañez (ladera Oeste de las antenas de Següenco) hasta los cantiles del Dobra. Por esta puerta natural se abre al caminante la foresta del Sella y las modestas montañas de la otra margen del río de Los Beyos.

Faldea por un terreno calizo, alto sobre el fondo del efímero barranco. El sendero, se aleja de la reseca escupidera de Entrepeñas, desviándose unos metros hacia la derecha. En la base de la franja de peña agrietada por esta tajada, la senda tropieza con otro camino procedente de Tornín. Da lo mismo tirar a un lado u otro del sendero; no obstante, elijo el giro a la izquierda.

Pegado a la base del farallón, desciende hasta la boca inferior de la torrentera de Entrepeñas. Continúa su recorrido adherido al paré subsiguiente, haciendo frente al empuje arbustivo.

Escapa por la mitad de la pedrera, para difuminarse en las praderas en forma de llomba nacidas de la franja caliza. Se faldea a media ladera hasta alcanzar el lomo de pasto. Se desciende por el prado hasta coger el camino de acceso al mismo, por el costado de loma que vierte al Dobra.

Este ramal de pista comunica un par de invernales y los prados colindantes. Enseguida se recala en el camino principal. La maleza estorba la mirada al Puente Dobra, donde se funden las aguas del Sella y su afluente más afamado, el Dobra.

Al caer a este camino, venido de la Casa del Río La Vara, se dobla a la derecha. La pista pasea sobre los cierres de Ceñal. Pronto se tumba, bosque abajo, para vadear la riega modeladora de Entrepeñas. Se deja la pista que sube al Picu L’Águila (unos cien metros desde el cruce), donde se esconde la cabaña que domina toda la vega de Tornín. El pueblo se intuye próximo.

La ruta concluye en Tornín, en la carretera del Pontón. El Puente Dobra, mecedura del Sella y el Dobra, dista apenas un kilómetro de carretera.

Alternativa

DIFICULTAD:

Muy fácil.

DURACIÓN:

5 horas.

DESNIVEL:

700 metros.

DESCRIPCIÓN:

1)Susierra – Narciandi – Següenco.

La ruta alternativa prescinde de los adornos del largo rodeo por los Payares. Traza una línea directa desde las orillas del río Güeña hasta la mecedura de los ríos Sella y Dobra, cortando por los pastos de Següenco la modesta sierra por la que camina la Ruta de las Peregrinaciones (GR 105, Oviedo – Covadonga). Següenco espera en el declinar de las estribaciones Noroccidentales de la Montaña de Covadonga. Unas antenas presiden la cuesta en cuya falda se asienta dicho pueblo (Cuesta de Següenco, cumbre opcional de esta alternativa).

La breve subida desde Susierra hasta Narciandi es común a la ruta anterior. Aún se puede estirar más la compañía de nuestros compañeros. En lugar de ir ganando altura por el pueblo, se sigue por la pista más lineal hacia Cabielles. En el primer cruce a la salida de Narciandi, previo a una nave (en este lado medio tapada por los árboles plantados en su lateral) y por unos metros no atravesado por el tendido eléctrico, se bifurcan ambas rutas.

Se remonta por la pista superior a la nave, entre prados. En el siguiente cruce se tropieza con una pista asfaltada. Unos metros a la derecha se recupera el ramal procedente de Narciandi. En esta nueva bifurcación se tira a la izquierda, también por terreno asfaltado.

La explicación de encontrar asfalto, dentro de un laberinto parcelario, parece encontrarse en el edificio al que se dirige la pista: la ermita de San Cosme y San Damián. Enclavada en una loma, es santuario compartido por Narciandi, Cabielles y Nieda (este último, en la carretera que sube a Següenco). La fiesta en honor a estos santos, en los inicios del otoño, también reúne a los vecinos de dichos pueblos.

La capilla queda envuelta por un nuevo cruce de pistas. La ruta continúa por la izquierda de la capilla, sacudiendo el asfalto que ya devola hacia Nieda.

La pista de tierra progresa aún por la ería de Narciandi. Los tramos entre los sucesivos cruces se hacen cortos. Por fin se apunta la primera mancha de arbolado. Un repecho en revuelta, afectado por la escorrentía carretil, remonta hasta un conjunto de cabañas y, por supuesto, un nuevo cruce en una colladuca (211 m). En esta ocasión la comodidad es más sabia que la razón. No es la pista que sube entre los invernales y el arbolado la correcta, sino el ramal descendente, que retorna a la zona de prados.

El breve descanso ya no mira a Narciandi, la referencia visual pasa hacia las altas antenas de Següenco. Al final de la combada recta, y pasado un apunte de pista, en un giro de la principal, sale el ramal que baja a la Cueva de La Güelga, con vestigios del paleolítico medio- superior. La cueva está cerca de la pista. Se esconde en un rincón especial. En ella se sume el arroyo de La Güelga.

Retomada la pista, se orienta prácticamente al Oeste, abierta entre vastos prados cerrando por este costado el valle de dicho arroyo. La pista sube directa a una enorme collada, sólo interrumpida, a medio camino, por un ramal sin interés. En el entorno de la collada (244 m.) se encuentra otra importante encrucijada.

La pista de la derecha vuelve a devolar a Nieda. De las dos de la izquierda se toma la superior. Ésta serpentea en dirección Sur, siempre entre prados. Poco a poco se va perdiendo la referencia de Següenco. Una casa ermitaña en el monte, anuncia un bonito rincón de umbría. La pista, afectada por los argayos de humedad, gira en la “espesura”, una valleja de riega entre foresta, llamarga y pastizal. Un muro de bloques sustenta su caja, en el rápido ascenso al canto de la peña.

El canto dobla a los mundos de Següenco. La pista sacude los restos de arbolado. Los ladridos de unos perros invitan a seguir la pista principal.

A la salida de una doble curvatura, nace otro ramal poco reseñable. Más arriba (aceptando los largos tornos de la pista), a la misma mano (izquierda), otro ramal sin interés (acceso a prados). Algo más marcado, a unos 300 m. del anterior, y en la misma dirección, otra pista para comunicar un par de invernales.

Seguidamente, a la vista de Següenco, se continúa de frente en otro cruce (esta vez el ramal desestimado tira a la derecha). La curva siguiente casi toca el pueblo (incluso una rampa se adentra en su callejero), mas la pista ya tiene gana de morir en la carretera, a las puertas de Següenco.

2)Següenco – Cuesta de Següenco (antenas de Següenco).

No se entra a Següenco. Nada más tocar la carretera se cruza, para coger una pista que sube a la otra mano. Mientras la pista asciende entre los árboles, la carretera desciende hacia Cangas de Onís. Algún ramal de pista entra por la izquierda, procedente del pueblo.

La desconcertante dirección Noroeste parece dirigir la ruta a Cangas de Onís, como la carretera. Dicha apreciación no es del todo incorrecta. Este trozo del recorrido deshace el GR de las Peregrinaciones, pues, en cuanto se dobla el canto de la sierra, empieza el descenso hacia la ciudad de Pelayo.

Pero no se quiere doblar el canto de la cuesta, jitado con un pino a la vera de la pista. Por el bajo talud de la misma, se toma una vereda que remonta todo el canto Norte de la cuesta. Del lado de Següenco, laderas de tupido matorral; del lado del Collao Uñañez (tocado tangencialmente por el GR), una línea de cierre impide saltar a la plantación de pinos.

No se abandona el canto. Alguna caja de pista puede confundir al montañero, en la cerra cimera. Son terrazas de repoblación que no coronan la cima de la cuesta, sino que le dan vuelta a la ladera, en forma de anillos. Así que se fija la vista en las antenas y se sigue el filo del canto.

El pie de las antenas se ha habilitado un mirador. Tiene una serie de paneles para nombrar las cumbres más destacadas del entorno. La panorámica sería inmensa si no estuviera entorpecida por el conjunto de antenas. ¿Bancos para sentarse? Los hubo, puede aprovecharse la pata en que se apoyaba la tabla.

La Cuesta de Següenco (750 m.) domina los cielos de todas las cuencas de Cangas de Onís, como atestiguan las antenas. Desde este rincón postrero de la montaña de Covadonga, se abre un abanico de Peñas Santas, de nevadas cumbres. Los dos extremos Norteños de los Picos de Europa se fijan en Panes y Cangas de Onís. Una carretera los une, recorriendo los concejos de Cangas de Onís, Onís, Cabrales, Peñamellera Alta y Peñamellera Baja (con capital en Panes). Dos esquinas tan distantes… Durante la ascensión me pareció ver un pico familiar. Parecía mentira, pero es cierto. Las estribaciones del Cornión se unen visualmente a “la Vanguardia de Ándara”: La Pica de Peñamellera (“el Cervino asturiano”).

3)Cuesta Següenco – Toloriu – Entrepeñas – Puente Dobra.

Al otro lado de las antenas quijotescas, comienza el movimiento de vehículos a motor. Llega también bastante gente, atraída por los carteles indicadores del mirador, sitos a la salida del pueblo, en el cruce de los Payares.

La pista evita una antecima de la Cuesta de Següenco, por no decir una cima gemela de su cimera, pues un metro no es suficiente para devaluarla en antecima. Hecho el rodeo por la ladera Este, y pasado un depósito de agua para incendios, toca en breve pausa, el canto Sur de la cuesta. La revuelta de la pista es una invitación para asomarse –visualmente– a las fincas de Villangostu, cegado valle que desagua por Entrepeñas.

La pista dobla en el canto, para tirar en largo torno por la vertiente del pueblo. La última revuelta se esconde en un rincón de blancos árboles. Se puede atajar por el invernal anejo, ya en la hormigonada caída al cruce.

Al tropezar con la línea de pista, se gira a la derecha (pues, en caso contrario se volvería a Següenco). La pista se abomba entre prados, donde un cartel de madera reza el topónimo de Toloriu.

Un ramal, también sin interés, baja a una nave en esta hondonada de la sierra. La ruta troncal de Villangostu continúa en suave descenso. Al final de la larga tirada de recta, la bajada se vuelve más acusada. La pista traza una curva no traumática a la derecha. La sucede una revuelta cerrada la final. En este punto se deja la pista, cogiendo un camino de barro, que escapa entre el cierre de un prado y el monte, en este tramo arbolado.

El valle de Villangostu, que llamaba la atención durante la posa del descenso de las antenas, no llega a recorrerse en su integridad. En esta escapatoria de la pista, se deja a la imaginación el bello paseo por la cabecera de este rincón.

El que se haya entretenido en leer la descripción de la ruta principal, y la haya seguido a vista de pájaro con visor del Sigpac (Sistema de Información Geográfica de Identificación de Parcelas Agrícolas), habrá anotado lugares comunes. Ambas rutas se fusionan en esta revuelta de la pista de entrada, o de salida de Villangostu (según se trate de la alternativa o de la ruta anteriormente descrita).

Sólo resta disfrutar del paso por Entrepeñas y acercarse a la mecedura de los ríos Dobra y Sella, una posa en la carretera del Pontón; pues para disfrutar de la naturaleza no hace falta mucho esfuerzo, basta un paseo en coche; aunque cuanto más se ande más se conoce (si se presta la atención debida a los diversos matices de cada entorno).

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Fotos de Ricardo, de la salida del Llama Ello el dia 27/11/2011