PUNTO PARTIDA:
En la carretera de Covadonga a los Lagos, en la Huesera, a 5 Kms. de Covadonga. DIFICULTAD:
Muy fácil.
DURACIÓN:
5 horas.
DESNIVEL:
300 metros en ascenso y 700 metros en descenso.
CARTOGRAFÍA:
31-III y 55-I del IGN, escala 1:25.000.
DESCRIPCIÓN:
La Huesera es la rampa más famosa de la carretera que sube de Covadonga a los lagos de Enol y Ercina, reclamo para ciclistas y cicloturistas de toda la geografía española. Hacia la mitad de la serpenteante cuesta, una brecha separa las Sierras Mala y La Caña, crestones calcáreos que delimitan por el Norte toda la vaguada de La Huesera. Entrando por esta cueñe, se enlaza con el Camino Real, o camino del puerto de Intriago, Soto La Ensertal y Llano (de Con). Al otro lado de la tajada se encuentra la majada que le da nombre, La Frecha.
En la majada se deja el empedrado camino real, remontando una vaguada que sube al Oeste, paralela al crestón de Sierra Mala. En el vértice noroccidental de ésta, en lo cimero del cordal que nos va a conducir hasta Priena, se encuentra una segunda majada, la de Tarañodiós.
La roma cima de Cabeza Severa se desplaza ostensiblemente a la derecha de la línea troncal del cordal. La difusa vereda que ha de seguirse flanquea las suaves laderas sureñas de esta montaña, entrando en el apéndice de La Cuchillada, un añadido predominantemente cárstico que se descuelga sobre la Cuesta Cárcova.
Las pobladas manchas boscosas que se aferran a las vallejas de los laterales de la cuesta, ceden ante sus peladas laderas, barridas por el azote del viento. Encuentra, sin embargo, cobijo en un rincón amesetado de su cimera un pequeño reducto del primitivo bosque. Más adelante la Cuesta Cárcova y su continuación, la Cuesta Cavia, se van perfilando. Forman un crestón de matorral y pardas peñas que se descuelga sobre Covadonga (vertiente Sur) y flanqueada por el otro costado por el Camino del Rey, también conocido como Ruta de Frassinelli, debido a que fue el utilizado por este alemán, afincado en Corao, durante sus aproximaciones a los puertos altos del Cornión.
Entre la Cuesta Cavia y Priena se interpone la depresión del Collao Gines, interrumpiendo la lineal travesía por la cuerda somital de aquella cuesta. El descenso a la collada se adentra en un boscaje más parecido a las viesconas que hemos conocido en la salida por la Sierra del Sueve que al bosque atlántico que propició la creación del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, los contornos de cuyo sucesor (el Parque Nacional de los Picos de Europa) venimos perfilando.
La subida a Priena (725 m.) se inicia con el retorno al pelado matorral. Un sendero va buscando una vaguada abierta de pasto, entroncando con un camino de ancha caja, procedente de Covadonga, que lleva a la misma cima de la montaña, considerada como el mejor mirador natural del Santuario de Covadonga.
Lo alto de Priena pende de una gran cruz, visible desde los pueblos y valles del entorno. A su lado, un vértice geodésico, viejos promontorios de triangulación que requerían cumbres aisladas dotadas de amplios campos de visión. Y, a los pies de éste, una figura de la Virgen de Covadonga pintada sobre la señalización de un SGR.
El Sendero de Gran Recorrido que pasa por la cumbre de Priena, denominado Camín del Oriente, es una variante costera al GR 105, Ruta de las Peregrinaciones. Ambos confluyen en Covadonga, éste procedente de Oviedo, y el GR 105.2, de la villa de Llanes. Seguiremos este, en sentido inverso, durante el descenso a Corao.
Por el canto de Priena bajamos a las campas que forman sus faldones noroccidentales. Vamos tirándonos por el costado derecho de estas amplias cuestas hasta enlazar con una pista que lleva a una nave de reciente construcción. No se llega a ésta, cuando se entra a contramano por un ramal, por el que se pasa a la majada de Las Fuentinas. Las pocas cabañas se esconden entre los cuatro árboles que les dan sombra. Entre las ramas, llega a verse el pueblo de Teleña.
La pista se mete a una valleja para verter a la pista hormigonada principal, construida sobre el viejo camino del puerto, rebautizado como Ruta de Frassinelli. De la mano del “Alemán de Corao” bajaremos a su pueblo de adopción.
Pasados los invernales de Canal, la pista principal dobla por la cuerda de una amplia collada para desviarse hacia Teleña. El camino de Corao cae por el lado opuesto de la collada, oculto en los primeros metros bajo la caja de una pista de la concentración parcelaria que remonta el monte que nos cierra por el Norte. En el punto de inflexión de este cegado ramal, se encuentra el desvío. Una pista tira a meterse en una estrecha valleja montuna. Pronto cede la pista, dejando a la vista el camino carretero que, entre bosques, cerras y apartadas praderías, va caminando hacia Cueto Abamia; no sin antes abrirse visualmente a los fondos del valle del Güeña, en cuyo centro despunta la población de Corao.
La Iglesia de Santa Eulalia de Abamia se encuentra, flanqueada por tejos centenarios, a las afueras del pueblo de Cueto Abamia. En esta iglesia Románica (siglos XIII-XIV) reposan los restos de D. Roberto Frassinelli, el “alemán de Corao” (1.811-1887). Fueron trasladados del cementerio contiguo. Del estado de abandono de este monumento románico da muestra el hecho de que su cementerio llegó a tener varias lápidas rotas, encontrándose las calaveras sobre la hierba.
Las sepulturas del Rey Pelayo y de Gaudiosa, su mujer, fueron emplazadas inicialmente, también, en Abamia, antes de ser llevadas a su actual ubicación en la Santa Cueva (Covadonga).
Desde Abamia a Corao basta con seguir la carretera, o el ramal secundario que se desvía a la altura de aquella iglesia, y que vuelven a confluir en Corao, en el castañéu donde se celebra la Feriona (Feria de Mayo).
Corao, junto con Mestas de Con, son los principales pueblos que se encuentran en las fértiles vegas del río Güeña, en su corto discurrir por tierras de Cangas de Onís. Su Iglesia parroquial es, junto con el palacio Noriega y la Casona de Frassinelli, una de las principales manifestaciones de la arquitectura civil y religiosa que atesora Corao.
Recogida en unas peñas, en el extremo Noroccidental de Corao, agoniza la cueva del Cuélebre. En este abrigo gustaba retirarse a meditar a D. Roberto Frassinelli, “el alemán de Corao”. Desde esta sala rupestre, apenas amueblada con una simple mesa de piedra, este polifacético erudito, contemplaba sobre las techumbres de Corao, los primeros plegamientos del Cornión, donde se entrelazaban los viejos caminos del puerto que le condujeron, durante sus años de vida adoptiva en tierras del Güeña, a las altivas torres calcáreas de las Peñas Santas.