PUNTO PARTIDA:
El Cable (estación superior del teleférico de Fuente Dé) -Liébana, Cantabria.
DIFICULTAD:
Alta.
DURACIÓN:
7 horas.
DESNIVEL:
900 metros.
CARTOGRAFÍA:
Adrados. Picos de Europa. Macizos Central y Oriental. Escala 1:25.000
ACCESOS:
Desde Villaviciosa se transita por la Autovía del Cantábrico hasta el límite costero con Cantabria, en la ría de Tina Mayor, formada en la desembocadura del río Cares-Deva.
Se deja la autovía en la salida de Unquera. En esta localidad cántabra se toma la Nacional 621 remontando el curso fluvial del Deva, engullida, al poco de pasar por Panes, por el Desfiladero de La Hermida, puerta de entrada a la Comarca lebaniega.
En la villa de Potes (capital de La Liébana) se abandona la nacional para, siempre a orillas del río Deva, tomar la carretera de Fuente Dé (CA- 185). Esta buena carretera muere en el mismo circo glaciar donde brotan las aguas del Deva (fuentes del Deva), que dan nombre al lugar donde se encuentran el teleférico y el Parador Nacional de Fuente Dé
DESCRIPCION:
Fuente Dé es un circo glaciar sito a unos tres kilómetros de los pueblos lebaniegos de Espinama y Pido, en la cabecera del Valle de Camaleño (Valdebaró).
En este recogido pastizal se funden la actualidad y el recuerdo de las actividades ganaderas, mineras y turísticas que dan vida, o han dado vida, a este rincón de Liébana.
Un teleférico salva la imponente muralla vertical que envuelve el circo de Fuente Dé. En la estación superior del Cable la verticalidad remansa en una vasta meseta de pastizal, canchales y lagunas sobre los que se alza la enorme proa de Peña Olvidada.
1) El Cable – Horcadina de Covarrobres.
La estación superior del teleférico es un edificio blanco afincado en una de las prominencias que dominan este colosal murallón. Con sus 1823 m. domina todo el cromático verdor de Fuente Dé, cabecera de un valle hundido entre las altivas peñas calizas de los Picos de Europa y las más redondeadas formas de la Cordillera Cantábrica, en puntos contagiada de los cortes calizos de los mundos de Peña Remoña, Torre de Salinas o La Padierna.
En la misma estación del Cable nace (sino muere) un extremo de la red de pistas que recuerdan el pasado minero de los Picos de Europa, en cualquiera de sus macizos. El teleférico bombea grupos heterogéneos de humanos cada tres minutos y medio abundantes que van caminando por el trazado de esa arteria polvorienta.
La pista faldea los cabezos cimeros del vasto pastizal de los Puertos de Áliva, oculto al caminante, pues se esconde en la vertiente opuesta. Estos primeros compases del camino miran lateralmente a la Colladina de Las Nieves y a la Canal de San Luis, con la punta de La Padierna y el mogote del Pico San Carlos como mojones lindantes.
La vaguada que discurre paralela a la pista se encamina a los Pozos de Lloroza, sucesión de frescas y cristalinas, cuando no resecas, lagunas que se cierran en La Vueltona, puerta de entrada a este rincón lunar del Central.
El corto paseo corona la Horcadina de Covarrobres (1.933 metros), sita en la misma vertical de Peña Olvidada. En la misma horcada se forma un cruce de pistas que envuelven los costados de llera de esta mole caliza vertical. La vertiente sudoccidental de Peña Olvidada pasea sobre los Pozos de Lloroza, mientras la vertiente sudoriental de la misma peña se deja caer por el linde de las abiertas planicies de los Puertos de Áliva.
Peña Vieja es la punta somital que se irgue sobre este bello escalonamiento constituido por Peña Olvidada, siendo ésta nada más que un destacado contrafuerte de la altiva Peña Vieja, punta vigía de los inmensos Puertos de Áliva.
La ruta normal de Peña Vieja se encuentra en su pala noroccidental. La aproximación a esta vía puede hacerse por cualquiera de los costados de Peña Olvidada.
Se pasa ahora a describir la entrada por los Puertos de Áliva, dejando para el regreso el retorno por los Pozos de Lloroza.
2) Horcadina de Covarrobres – Collado de Juan Toribio – Canal del Vidrio – Coteras Rojas.
La Horcadina de Covarrobres queda justo en la base de las agujas de Peña Olvidada. Por sus flancos de desgajan dos pistas. La de la izquierda, señalizada como el PR (sendero de pequeño recorrido) de Horcados Rojos, atraviesa los lleraos Sudoccidentales de Peña Olvidada, a medio camino entre sus verticales llambrias y los pozos de las mencionadas lagunas. En el extremo final de la vaguada lacustre la pista da vuelta hacia las minas de Altáiz. Este lugar se denomina la Vueltona, y de ahí arranca el camino de Horcados Rojos y el de la Canalona. Ambos permiten acceder al Jou de los Boches, en ruta hacia el Jou de los Cabrones o la más transitada hacia la Vega de Urriellu; sin embargo, nuestra ruta se desvía en la Horcadina de Covarrobres en dirección a la Canal del Vidrio.
El descenso que inicia la aproximación a esta canal sigue la otra pista que devola por la vertiente de los Puertos de Áliva. También está señalizada como sendero PR. La pista flanquea, asimismo, los lleraos de la Peña Olvidada, pero por el otro lado de la cuña extremera del cordal de Peña Vieja. Marca los lindes del puerto, una lengua de pastizal donde brotan los manantiales del Duje, alto afluente del Cares que se abre camino entre el Macizo Central y el de Ándara (u Oriental).
La pista serpentea por el collado de Juan Toribio (1.844 metros), del que se desgajan los cuetos del mismo nombre, baluartes de Áliva.
Todavía se sigue en descenso, entre una morrena pretérita y las camperas superiores de Áliva. Peña Olvidada, que no es más que apéndice de Peña Vieja, va quedando detrás. Ahora se perfilan los espolones de ésta, entre ellos el llamado Espolón de los Franceses, una la las vías de escalada más clásicas de los Picos de Europa.
Terminado el acusado descenso, la pista traza una revuelta abandonando los fortines de Peña Vieja. En pleno giro sale un ramal antiguo que mantiene la tendencia a flanquear los lleraos, ahora, de Peña Vieja. Se está prácticamente a la altura del Chalet Real. Antes de entrar en ese ramal minero, a unos metros de la revuelta, en la riega inferior del Collado de Juan Toribio, un cartel anuncia la presencia de una fuente.
El ramal se conserva como sendero, aunque, en ocasiones se percibe la antigua caja de la pista. Da vuelta a un cotero (1.789 metros), que se puede atajar por la izquierda. Se retoma el sendero, que se adentra en un canchal que recoge los derrubios de Peña Vieja. El surco de las torrenteras va deshaciendo el sendero.
Los vestigios de vereda, antigua pista minera, se acercan a la Canal del Vidrio, que cierra los contrafuertes de Peña Vieja. Todavía se conservan trazos de la antigua pista al entrar en la canal. Por debajo de nuestra posición se encuentra la mina de las Mánforas, destacada por una vasta explanada blanca. En la parte inferior de la canal se escalonan los huecos de las minas, muriendo la pista que las vertebraba.
Por encima de las minas se desprende una canalón roto por los aludes. Por la izquierda no hay salida; por la derecha se extiende una llastria compacta que trepa hacia unas cuevas escavadas en la base de la pared de cierre. En esas oquedades aún se mantienen restos de construcciones mineras.
Remontando entre el canalón y el costado del llastral, se busca el camino que entra en las construcciones troglodíticas mineras. La colgada senda atraviesa por la parte alta del llastral, cortando en diagonal por las cuevas, desde el canalón a la horcada de salida de este tramo de la Canal del Vidrio.
Al otro lado de este embudo de aludes, llastras, peñas y cortadas no hay más que una panda herbosa, eso sí, atravesada por otra línea de argayo, por donde zigzaguea un pisado sendero.
Esta parte media y alta de la canal no presenta dificultades. Se trata de una amplia acanaladura que se desliza entre los contrafuertes de Peña Vieja y las cimeras de la Sierra de Juan de la Cuadra.
En las últimas crestas de esta sierra, la canal linda con la cabecera del valle de las Moñetas, siendo los casi dos mil seiscientos metros de los Tiros Navarro los vigías de estas dos embocaduras.
La vereda jitada se va tirando a la izquierda, a entrar en la depresión lunar de las Coteras Rojas. Este hundimiento se empoza entre Peña Vieja (izquierda), los Picos de Santa Ana y los Tiros Navarro, entre los que de forman las colladas de la Canalona y Santa Ana.
La subida normal de Peña Vieja se encuentra en el embudo pedregoso de la ladera Noroeste de la montaña. Un camino de montaña entra cortando desde el Collado de la Canalona hasta las graveras inferiores de Peña Vieja, cerrando por arriba este cuenco lunar de la Coteras Rojas.
3) Coteras Rojas – Peña Vieja.
Empozada la ruta en esta dolinas coloridas de Coteras Rojas trata de remontar hacia el camino que flanquea todo el crestón que enlaza el Collado de La Canalona con la mole de Peña Vieja, siendo la Torre de las Coteras Rojas apenas un promontorio inapreciable en esta tirada de cantiles.
No siendo la ruta por la Canal del Vidrio la ruta normal de aproximación a Peña Vieja, sí tiene un tránsito considerable de personas que, con los años, han ido dando forma a un sendero que facilita esta penosa ascensión hasta la concurrida vía normal. Al final la vereda choca con el pisado camino procedente de la Canalona, asomando a los cortes abisales que dominan el mundo de Lloroza, inicio de nuestra andadura.
El nuevo camino no es más de una fatigosa tirada de pedrera que remonta en diagonal para posicionarse en el centro de la pala que constituye la vía normal de Peña Vieja. Por terreno empinado y fácil (Iº) zigzaguea por una serie de tumbadas llastrias recubiertas de deslizante grijillo.
Los 2.614 metros de Peña Vieja la erigen en techo de Cantabria, además de ser una de las pocas cumbres de los Picos de Europa que supera la barrera de los dos mil seiscientos metros. Esta atalaya domina el paraíso lunar de los Urrieles, compartiendo complicidad con las otras cumbres de este preciado club de las alturas, en particular la Torre Blanca, El Llambrión, La Palanca y Torrecerredo, rey de Los Picos.
Por su destacada altura, Peña Vieja también permite una visión muy parcial del Picu Urriellu, concretamente de su anfiteatro de la cara sur. Muchas más montañas del Macizo Central se contemplan desde esta cumbre. Los techos de Ándara y del Macizo de Las Peñas Santas son también apreciables desde esta transitada montaña.
Sin embargo, es el verdor, cuando no el reseco apagado de los Puertos de Áliva, el gran contraste de tonalidad que hace de Peña Vieja un reconocido mirador natural del mundo altivo de peñas de Los Picos de Europa.
4) Peña Vieja – Collado de La Canalona.
Se desciende con precaución de Peña Vieja por la vía normal, pero, en vez de volver a bajar a las empozadas Coteras Rojas, se continúa por el pisado camino que, flanqueando sin mayor aprecio la Torre de Las Coteras Rojas, descansa en el Collado de La Canalona (2.451 metros).
Esta collada no es más que el remanso en que comba el corte de los Picos de Santa Ana.
La boca de La Canalona es ventana visual de las torres del Llambrión y de La Palanca. No obstante, será la aguja homónima el jito destacado de este rincón de Los Urrieles.
5) Collado de La Canalona – Picos de Santa Ana – Collado de La Canalona.
Si bien la Torre de Las Coteras Rojas pasa desapercibida como montaña, por el contrario los Picos de Santa Ana, al otro lado del Collado de La Canalona, sí forman una montaña bien definida desde este enclave.
Se puede empezar por el canto de la montaña, con vistas destacadas a la Aguja de La Canalona. Luego se continúa por el terreno que se estime más propicio, pues no hay una vía evidente. Toda esta cara de la montaña es accesible por gran variedad de vías imaginarias. Su inclinación es similar a la de Peña Vieja, al igual que su dificultad (fácil -Iº-).
Esta primera cima de Santa Ana (oriental) no alcanza por poco los dos mil seiscientos metros (2.595 metros), pero es una bonita atalaya que toca, con sus riscos, los lindes de Asturias. Forma parte del anillo en que se empoza el Jou de Los Boches.
Siguiendo el límite entre tierras astur-cántabras se alza la otra cima del conjunto de los “Santanas”. Se muestra esquiva al caminante que transita por las rutas más frecuentadas. Sin embargo es la más alta de Santa Ana. Esta cumbre principal queda a un escaso metro de la barrera de los dos mil seiscientos.
La vía normal entra desde el Collao de Santa Ana (2.503 metros), y se puede coger desde el Santa Ana oriental flanqueando bajo la cresta que lo une con la cima oriental. Su ascensión está catalogada como de segundo grado.
Disfrutando de esta panorámica de riscos y peñas se desciende con gran tiento, de nuevo, al Collao de La Canalona.
6) Collado de La Canalona – La Canalona – La Vueltona.
Como reyes, los montañeros se dejan caer por las revueltas de este embudo bajo la atenta mirada de La Aguja de La Canalona. El camino, vestigio de un pasado de minas y cacerías reales, aún conserva –a duras penas- parte de los muros que lo sustentan.
Pasado el estrechamiento, el sendero se abre camino entre los lleraos desprendidos de los Picos de Santa Ana. En el extremo opuesto, cuando esta canga de pedrera no tiene salida natural, se retoma de nuevo el pasado monárquico. Un amplio camino muriado se pliega a los cantos de la peña para superar esta infranqueable barrera de oscuras llambrias.
Este abierto pasaje apunta al cruce con el camino que viene de Horcados Rojos (balcón natural del Picu Urriellu), donde el trasiego de colorido asemeja a las caravanas desérticas desprovistas de cabalgaduras.
Por un terreno caótico de redondas y pedrizas el muriado camino se retuerce en este tramo más pendiente del canchal. Con la vista fija en Peña Olvidada, y bajo los imponentes desplomes de la Torre de las Coteras Rojas y los desventíos y acanaladuras de Peña Vieja, desciende en larga tirada hasta La Vueltona, curva de la pista minera que remonta hasta las minas de la Torre de Altaiz, en la cabecera de los Pozos de Lloroza.
7) La Vueltona – Pozos de Lloroza – El Cable.
La pista pasea por los lleraos de Peña Olvidada para cerrar el circuito del día. Puede evitarse la pista siguiendo la vaguada de los Pozos de Lloroza. Enlazando las distintas lagunas se llega igualmente al Cable, donde espera la cola para coger el teleférico de vuelta.
La alternativa mucho más sencilla es:
DIFICULTAD:
Muy fácil.
DURACIÓN:
5 horas.
DESNIVEL:
El desnivel de ascenso es prácticamente inapreciable. Se trata de una ruta larga y de largo descenso, que llega casi a un desnivel negativo de 1000 m.
DESCRIPCIÓN:
1) El Cable – Horcadina de Covarrobres – Collado de Juan Toribio.
Este tramo de la ruta alternativa es coincidente con la ruta principal. Aquí se encuentra el mayor tramo de subida, poco más de 100 metros de desnivel positivo hasta la Horcadina de Covarrobres. Coronada esta puerta de los pastizales de Áliva se inicia el largo recorrido por estos vastos puertos lebaniegos de los Picos de Europa.
2) Collado de Juan Toribio – Hotel de Áliva – Ermita de la Santuca de Áliva.
En plena revuelta de la pista, en el mismo collado de Juan Toribio, puede evitarse un tramo de polvorienta pista siguiendo un sendero de tierra (muy compactada por el paso frecuente de montañeros). Hace de lindero entre esta ladera de pastizal y el pequeño llerao formado por las piedras desprendidas del arisco crestón de los Cuetos de Juan Toribio.
Este atajo, siempre con la vista escorada a la roja techumbre del Chalet Real, retoma la pista en las inmediaciones del Hotel de Áliva, de techumbre más apagada, un verde pálido aceptado como burdo intento de mimetismo.
Las dos edificaciones del hotel están ubicadas en la explanada cimera de la Llomba del Toro. La pista dobla este enclave bordeándolo o atravesándolo (indistintamente), para continuar su camino en dirección descendente a Espinama. Sin embargo, si la idea es bajar hasta la ermita de la Santuca de Áliva, y más en este día 2 de julio, se puede coger el ramal cegado al tráfico que recorre toda la morrena en su parte alta.
Se pierde altura por la línea de loma, vestigios de una morrena que se abre camino entre el curso alto del río Duje y la enorme planicie de Campomayor, una panorámica abierta del valle glaciar que entra en cuña entre los macizos Central y Oriental de los Picos de Europa.
No tarda en llegarse a una encrucijada de pistas. Por toda la Llomba del Toro continúa, siempre por su filo, la pista que baja a las tierras asturianas de Cabrales por todo el Valle Glaciar del Duje. Dobla la loma, en esta intersección, la pista minera que, procedente de Espinama se encamina a la Mina de Las Mánforas, al pie de la Canal del Vidrio.
Vuelve a evitarse la pista que tira para Espinama y, con la vista fija en la ermita de la Virgen de La Salud (1470 m.), se busca en el costado de la morrena alguna de las veredas que envuelven la cabecera de Campomayor para acercarse a esa pequeña ermita. Este día dos de julio la ermita se convierte en un jito inconfundible. Un punto de techumbre rojo, elevado unos metros sobre el collado de desagüe de las llanadas de Campomenor y Campomayor, es el eje en que se concentran todos del romeros procedentes de los pueblos del Valle de Camaleño y, por simpatía, vecinos de otros pueblos lebaniegos (Potes, Ojedo, Tresviso…) e incluso asturianos como es el caso de las gentes de Tielve y Sotres.
El día dos de julio se celebra la fiesta en honor a la Virgen de La Salud o Santuca de Áliva. La ermita abre sus puertas a romeros, montañeros y turistas para que puedan honrar a La Santuca, durante su estancia en estos puertos de Áliva.
La fiesta suele constar de una misa, la correspondiente procesión de La Santuca por terrenos de Campomenor, comida campestre y la “rosca”. No suelen faltar concurso de cánticos, carrera pedestre por la Llomba del Toro, y carreras de caballos.
Tras la adoración a La Santuca, los romeros bajan con una estampa de la Virgen de La Salud en su refugio estival, en cuyo reverso se recoge la oración a “Nuestra Señora de la Salud de Áliva:
Tú, que del triste mortal
Eres SALUD y esperanza,
De tu hijo, Virgen, alcanza
La curación de mi mal.
Y si este bien temporal
No conviene al alma mía
Dame paciencia ¡oh María!
Hasta que llegue el momento
En que de males exento
Goce la eterna alegría.
ORACIÓN: Suplicámoste, oh Dios y Señor, concedas a sus siervos gozar de continua salud de alma y cuerpo; y por la intercesión gloriosa de la bienaventurada siempre Virgen María, seamos libres de la tristeza presente y gocemos de la gloria eterna. Por Nuestro Señor Jesucristo Amén.
El Sr. Obispo de Santander concede 100 días de indulgencia cada vez que se reciten. Con licencia eclesiástica”.
3) Ermita de la Santuca de Áliva – Portillas del Boquerón.
A unos metros de la ermita de Nuestra Señora de Las Nieves, Virgen de La Salud o La Santuca de Áliva se encuentra la pista que sube de Campomayor.
Dejando esta planicie a la espalda, al igual que las sugerentes cumbres de la Sierra de Juan de La Cuadra, se bordea por la pista la llanada de Campomenor. A ella vierten las aguas nacidas en el Collao de Cámara, comba que desgaja los Picos de Cámara (primeros dos miles del Macizo de Ándara, por este extremo) del conjunto de El Corvo y Cumbres Avenas. Una nave del ganado, con refugio para los pastores en la buhardilla accesible por una escalera lateral, se recoge en el fondo de la plana y húmeda vega.
Remonta la pista suavemente hasta el collado que cierra Campomenor por el sur (1.487 metros), devolando a la campera del Tesoro. En esta zona son visibles los túmulos que atestiguan el lejano pasado en que el hombre tuvo morada en estos puertos.
Este este rincón, el ramal de pista que une las vegas de Campomayor y de Campomenor se une al tronco principal, la transitada pista que nuestros pasos dejaron a la altura del Hotel de Áliva, recién unida, asimismo, con la procedente de la Mina de Las Mánforas.
La pista desciende hasta situarse en paralelo con el cauce del río Nevandi. Una última bifurcación despide la pista que remonta a las Portillas de Cogollos, límite de los Puertos de Áliva en camino a los pueblos de Pembes (en cuya iglesia pasa el estación fría La Santuca de Áliva), Llaves, Vallejo y Mogrovejo. Continúa nuestra ruta por la cuenca del río Nevandi, pasando cerca de la Fuente de Los Asturianos (desvío de la fuente original perdida al hacerse la pista de Pembes).
El ceñido valle marca el límite del puerto por este lado. En la apretadura del Boquerón pista y afluente se tocan junto a los pilares de las Portillas del Boquerón; breve estrechamiento que abre sus ojos al alto Camaleño.
4) Portillas del Boquerón – Fuente Dé.
En la misma salida del Boquerón unas señales indican el desvío a Fuente Dé. La pista se precipita por el margen izquierdo de la cuenca del río Nevandi con fin en Espinama. El Parque Nacional de Los Picos de Europa trazó un sendero que evita bajar a este pueblo y luego remontar tres kilómetros para recoger el coche en Fuente Dé.
Un aparatoso puente salva el pequeño cauce del río Nevandi para escapar por su margen derecha.
El sendero baja faldeando las prietas peñas que forman la boca del Boquerón. Pronto se une con otro sendero que desciende del Valle de Aguasel, coronado por el Collado Valdecoro.
Sigue el descenso evitando las matas de avellano y arbustos que toman el cauce del río Nevandi, pero trazando los zigzag paralelos al mismo. Por terreno empinado, con suelo lleno de grijillo resbaladizo y con unas escaleras hechas por el Parque para facilitar la bajada, se cae a un ramal de pista a orillas del río Nevandi.
La pista viene de los prados de los Invernales de Igüedri, al otro lado del arroyo. Arranca de la pista principal que baja a Espinama, pero este atajo que se acaba de pasar evita que el paso de la gente afecte a estos prados de siega.
En este punto se deja la compañía del río Nevandi. Con la vista puesta en la puntiaguda cima bajera de los Picos de Valdecoro se inicia una larga travesía forestal bajo los dominios de estos altivos farallones, de aspecto cambiante según el punto del recorrido desde el que se observen. Decir que el circo de Fuente Dé se encuentra al otro lado de los Picos de Valdecoro.
En los primeros pasos de esta travesía, en los riscos pardos de los cantiles de los Picos de Valdecoro, se forma la cascada del Aguasel, una mancha húmeda y oscura que ciega el valle, pero con un curso de agua que pocas veces suelta una cascada destacada.
Un ramal de pista, a veces muy tomado, otras veces muy claro, se tira monte abajo. Nuestra ruta continúa, sin embargo, en plácido paseo. En un recodo posterior, doblando un argayo de canchal desgajado de los Picos de Valdecoro, pero –cada vez más– tomado por la vegetación, otra pista (cuando no recubierta por la maleza arbustiva) también tira a la izquierda en sentido descendente. De nuevo se sigue por la pista principal que prosigue el faldeo de la ladera.
Una umbría forestal embarrada da paso a un leve ascenso. A espaldas del recodo final del ascenso, entre el arbolado, la vista se despide de los Invernales de Igüedri, sitos bajo los riscos del Castro Cogollos. Se dobla en sentido descendente en una tirada en que la pista pasa a situarse a la altura del frontal de Los Picos de Valdecoro que, de aguja escorada, se transforman en voluminosa pared de escalada.
La bajada se detiene en un cruce importante. La pista gira para descolgase ladera forestal abajo, restos de lo que fue un PR (sendero de pequeño recorrido) antiguo, hacia los Invernales de Tobín, con ramales, bien de bajada a Espinama, o bien de cambio hacia el pueblo contiguo de Pido.
Sin embargo, el nuevo PR del Parque Nacional evita bajar hacia el valle del curso alto del río Deva. Mantiene su tónica de faldeo constante por los bosques de las faldas de los Picos de Valdecoro. Se deja en este cruce la pista para, iniciar, al poco, una destacada y empinada subida por un sendero labrado por El Parque. De nuevo una serie de peldaños atestiguan el componente turístico del recorrido.
En las frondosidades del bosque respira el sendero para chocar con otra pista procedente del valle. Pronto se pierde la altura ganada. En los primeros claros forestales la postal muestra al pueblo de Pido, bajo el cobijo del Coriscao (sector de la Cordillera Cantábrica que cierra el Valle de Camaleño y que ya intuye la panorámica observada desde El Cable, estación superior del teleférico).
Vuelta a una bajada brusca de la pista, para afrontar un giro también brusco del PR. El sendero deja la pista colándose en llano por una servidumbre escoltada entre los prados. La imponente silueta de Peña Remoña anuncia la vuelta a los dominios de Fuente Dé, aunque aún queda algo de camino para nuestras cansadas piernas.
En este tramo el sendero se mueve en un terreno inclinado, de nuevo forestal, afrontado un descontrolado descuelgue hasta un regón reseco. Salta de bloque en bloque para reconvertirse en pista. Una última bajada entronca con la pista que baja de Fuente Dé a la Vega del Naranco (PR que recorre todo el Valle de Camaleño para finalizar en el Monasterio de Santo Toribio de Liébana).
Ahora toca seguir este PR en sentido ascendente. El circo está próximo. Las torretas de la luz, las banderas y los restaurantes anuncian el final del camino. Unas charcas en la espesura arbustiva, ajenas al trasiego turístico del circo, cristalinas, pese a los desagües del Parador que cerca los dominios fluviales, forman los “güeyos” de las fuentes del Deva.
Cede la espesura, y las “Fuentes del Deva” se transforman en el circo de Fuente Dé, metamorfosis del abrigo del bosque al abierto pastizal cimero del Valle de Camaleño, cegado por Peña Remoña, el farallón donde cuelgan los cables del teleférico, y los cambiantes Picos de Valdecoro que se han venido flanqueando desde los cantiles del Valle del Aguasel hasta los vestigios de las explotaciones mineras de la Canal del Hachero.