PUNTO PARTIDA:
En Oseja de Sajambre (742 m.), en la carretera N-625 Arriondas-Puerto del Pontón, a 36 Km. de Cangas de Onís.
DIFICULTAD:
Fácil.
DURACIÓN:
7 horas.
DESNIVEL:
1.060 metros.
CARTOGRAFÍA:
Mapa Occidental de los Picos de Europa de Adrados, escala 1:25.000.También 80-I y 80-II del IGN, escala 1:25.000.
DESCRIPCIÓN:
En el extremo Sudoriental de Oseja de Sajambre, capital del valle, se toma el tramo de la Senda del Arcediano que sube a los puertos del Pontón y Panderruedas. La "senda" se desdobla a la altura de Entramboscaminos. Se continúa de frente, por el ramal que asciende en dirección al Puerto de Panderruedas.
De esta pista principal se desgajan dos ramales secundarios, que se corresponden con sendas vaguadas separadas por la mole caliza de la Peña los Mazos. El primer valle entra en curva bajo las oscuras paredes de las estribaciones del Jario, cumbre que preside el cordal. Entre las intermitentes manchas de bosque se intercalan las praderas de las majadas de Justiadoso, Jocerrato y Samao. La segunda vaguada entra entre la Peña los Mazos y el cordal que se extiende desde el Puerto de Panderruedas y Peña Blanca. En la parte inferior del valle se encontraría la majada de Pedroa.
El desvío hacia esta majada vendría a continuación del ramal de Justiadoso. Traza una de sus revueltas en el mismo espolón de la Peña los Mazos. Las cabañas se esparcen por las camperas ganadas en los lindes del bosque. Un salto de agua, en los contrafuertes inferiores del Monte Comborisco, completa el mágico encanto de este auténtico vergel.
La pista muere poco más arriba de la majada. Reconvertida en estrecho sendero se interna en un frondoso bosque. Atraviesa inclinadas laderas antes de difuminarse en una campera, a orillas de la riega que arroya por el lecho del valle.
Cruza su cauce, subiendo directo paralelo a un arroyo secundario que se despeña, en sentido contrario al de nuestra marcha, en desiguales saltos. Se sale por una cegada canal lateral llamargosa. Evita por los peñascos de conglomerado de su derecha la pronunciada inclinación de su cabecera. En travesía sobre el canalón, siempre en la umbría del hayedo, entra en la majada de Casarruanes.
Casarruanes es, en la actualidad, apenas un claro en el bosque. El uso de la madera en la construcción de las cabañas ha propiciado que no queden vestigios de la primitiva majada. Jóvenes hayas se van adueñando de la vega, recortando sus límites. Al norte se recorta la silueta del Jario (1.913), máxima altura del sector. Entre la oscura roca de conglomerado, destacan tres prominencias calizas: la Peña Los Mazos, el contrafuerte sobre el que se asienta la campera de Samao (sobre el camino que se va dejando atrás), en el centro, y la Peña Blanca, a la que se dirige en extraña parábola nuestro recorrido.
El sendero sale por el Sur de la campera (de espaldas a Peña Blanca), ascendiendo al contiguo Collao de Casarruanes. Efímero claro antes de reinternarse en el Monte Comborisco. Cruza la senda el lecho reseco de un argayo, difuminándose en la larga travesía ascendente que corona el Collao Viejo, donde se confluye con el camino que viene del Puerto de Panderruedas. La collada, en el linde del bosque, se incardina entre el Pico la Rocha (auténtica balconada sobre el puerto) y la Cerra Centenal.
El sendero sube entre los escobales y el matorral en dirección al colorido contrafuerte de conglomerado que rompe la roma uniformidad del cerro. Se sigue toda la línea del cordal, evitando por su costado los negros riscos del Pico Guadañas. Al Oeste quedan las vallejas laterales donde se esconden las ya familiares majadas de Samao, Casarruanes y Pedroa; al Este el panorama es, si cabe, más sobrecogedor, la hermosura del Valle de Valdeón, escoltada por las más escabrosas formas de los Picos de Europa, representadas en el sector del Llambrión (Macizo Central) y en el apéndice de la Bermeja en el Cornión.
El camino llega a la Colladina de Dobres, al pie de Peña Blanca (1.802 m.). La clara caliza contrasta en un sector de los Picos de Europa en que predomina el oscuro conglomerado, confirmando la expresividad del topónimo. Al otro lado de la peña se esconde la Collada Blanca, bisagra de engarce con el cordal del Jario, representado en este extremo por el Cueto de los Callejones.
Desde cualquiera de las colladas (Dobres o Blanca) se baja (noreste) a las vegas de Dobres, hondonada de campera en los lindes de otro inmenso hayedo. En la vega se toma el camino de Valdeón que se sigue en sentido inverso (Oeste), en busca del pueblo sajambriego de Soto.
En la penumbra del bosque, el Hito marca el punto de inflexión. Se entra en tierras de Sajambre, poniendo fin al largo llanear por las espesuras de Valdeón. Un rápido descenso muere a orillas del Río Grande. Vadeado su lecho, y perdido entre la maleza, muere el camino en la pista que baja de Llareya (camperas de las faldas norteñas del Jario).
El rápido descenso pronto se atenúa, iniciando un bordeo por la base de la ladera, en torno a la vega de Abaño (Vegabaño). La pista apenas toca tangencialmente la pradería, mas deja impregnada en la retina la excelsa belleza de uno de los enclaves privilegiados de los Picos de Europa. Vegabaño es una vega de verdes ondulaciones, regada por convergentes arroyos y rodeada de frondosos hayedos. Tal riqueza vegetal queda enmudecida ante la sublime belleza de Peña Santa, señora y reina de las cumbres que han visto nacer el primer Parque Nacional español, el de la Montaña de Covadonga.
La pista que baja al valle, corta, a la altura del cierre que frena el paso de vehículos a la vega, el camino carretero que lleva a Soto de Sajambre. Siguiendo el largo trazado de la pista se llega a la Vuelta los Porros, una pronunciada revuelta que evidencia un radical cambio de sentido. Se abandona su compañía, tirándose por el ramal secundario que continúa de frente, por el lomo de las estribaciones del Neón. Cae directo a Piedrajita, donde dobla la Senda del Arcediano (sector Oseja de Sajambre - Soto).
La Pica Ten, cono central del Valle de Sajambre, corona la capitalidad del concejo y guía el final de nuestro recorrido. Larga marcha nacida al abrigo de montañas como el Niajo y el Pozúa, que reciben nuestra llegada, tras haber contemplado la magnificencia de un Parque Nacional, hoy extendido a la totalidad del aislado Sajambre.