PUNTO PARTIDA:
Gijón (Playa de Poniente).
DIFICULTAD:
Muy fácil.
DURACIÓN:
5 horas.
CARTOGRAFÍA:
14-IV del IGN, escala 1:25.000
DESCRIPCIÓN:
Comenzamos en la playa de Poniente. El camino, aunque con algunos tramos pendientes, no resulta demasiado dificultoso siempre que se afronte con tranquilidad y sin urgencias. El primer tramo –hasta el muelle local– es absolutamente plano y sin ninguna dificultad. En el paseo marítimo que bordea la playa de Poniente nos encontramos con el interesante Acuario de Gijón.
Desde el espigón que protege esta playa –construida artificialmente en lo que fueran dársenas industriales desaparecidas– pueden verse excelentes panorámicas. El puerto de «El Musel» al Oeste. Enfrente, el Cerro de Santa Catalina que abriga las diferentes dársenas del antiguo Apagador (Puerto Local) y de los muelles de «El Fomento» y «El Fomentín».
No resultará necesario buscar ningún tipo de señalización. Hemos de seguir la línea de la costa hasta encontrarnos (en la dársena local y a la derecha de la calle) con el edificio de la Comandancia Militar de Marina. Nada más sobrepasar este edificio, hemos de tomar la Cuesta del Cholo una callejuela estrecha y ligeramente empinada que nos introducirá en el barrio de Cimadevilla, hasta alcanzar la cumbre del Cerro de Santa Catalina.
Basta seguir a la izquierda para encontrarnos con los primeros acantilados del Cerro de Santa Catalina y continuar en ascenso suave y zigzagueante, por una senda que nos conducirá hasta lo más alto del cerro. Allí nos toparemos con el «Elogio de Horizonte», una impresionante obra del escultor Eduardo Chillida, dónde empieza a descender hasta llegar a la playa de San Lorenzo. Este ascenso puede evitarse atajando (justo dónde se ubica la estatua del rey Pelayo, junto a la dársena local) por la plaza del Ayuntamiento hasta alcanzar el paseo del Muro en las inmediaciones de la Iglesia de San Pedro.
A partir de aquí ya es cuestión de avanzar siguiendo la línea de la costa por el Paseo del Muro en la playa de San Lorenzo, siguiendo por el Rinconín, el paseo de Rosario Acuña hasta llegar a la punta del mismo nombre. A partir de allí el camino comienza un suave y continuo ascenso (hay algunos trozos cortos en los que la pendiente se incrementa un poquito) para llegar hasta Peñarrubia y alcanzar el mirador del Cabo de San Lorenzo.
A partir de aquí el sendero continúa bordeando la costa, siendo ligeramente ondulado, con continuas subidas y bajadas, a través de la Colina del Cuervo para posteriormente seguir con un corto y pronunciado descenso hasta la playa de la Ñora –fronteriza entre los municipios de Gijon y Villaviciosa– dejando a los pies las pequeñas y tranquilas playas de: Serín, Estaño y la propia Ñora.
Desde La Ñora, sale otra senda hasta La Llorea, en la que se pueden contemplar numerosos antiguos molinos junto al río que desemboca en La Ñora.
Esta senda va junto al río Ñora por un frondoso valle, pasando junto a la única zona de escalada del concejo de Gijón. Durante el recorrido se cruza varias veces el río por puentes de madera, a la vez que algunas barandillas, también de madera, ayudan al paso en las zonas más dificultosas, generalmente por el barro del camino.
A poco más de kilómetro y medio se llega al Molin del Pilu, antiguo molino de dos ruedas que estuvo funcionando hasta poco antes de 1.936, y que además producía electricidad la casa mediante un generador. Se puede ver el canal de agua del mismo. El molino está situado al otro lado de la carretera que atraviesa la ruta, dejándolo a la derecha. Hay que destacar los líquenes que cuelgan de las ramas de los árboles lo que nos da idea de la calidad ambiental que nos rodea.
Llegamos al orígen de la formación del río Ñora que, con sus hermosas pozas, pequeños saltos y piedras totalmente cubiertas de musgo, nos han hecho disfrutar del camino. Aquí el arroyo Lloreda se junta con el de Boñaque haciendo posible la formación del río Ñora.
Continuamos ahora junto al arroyo Lloreda y encontramos una pequeña fuente situada en la margen derecha del camino, pudiendo observar al otro lado del arroyo una pradera con un chalet y unas pequeñas edificaciones anexas.
Continuamos el camino rodeado por castaños y robles, con la posibilidad de observar algunas de las muchas aves que por allí hay.
Se cruza un hermoso puente de madera que nos introduce en un frondoso bosque de robles, laureles y avellanos y que asciende en zigzag hasta llegar al campo de golf, que bordeamos por su parte inferior y en ligero ascenso el camino nos lleva a un hermoso roble, situado en medio del campo de golf y terminando la ruta junto al aparcamiento.