PUNTO PARTIDA:

Dé (Liébana).

DIFICULTAD:

Alta.

DURACIÓN:

9 horas.

DESNIVEL:

800 metros en ascenso y 1.700 metros en bajada.

CARTOGRAFÍA:

Adrados. Picos de Europa. Macizos Central y Oriental. Escala 1:25.000.

ACCESOS:

En Unquera, entrada a Cantabria por el concejo asturiano de Ribadedeva, se coge la carretera N-621, que une –a través del desfiladero comido por el río Deva – esta villa con la localidad de Potes, encrucijada de valles de la comarca lebaniega (Cantabria).

En Potes se deja la nacional, atravesando toda la villa por la CA-185 (o carretera de Fuente Dé). Esta buena carretera remonta todo el curso alto del río Deva por el Valle de Camaleño, hasta terminar en el complejo de Fuente Dé.

DESCRIPCIÓN:

El circo glaciar de Fuente Dé cuenta con un teleférico. Sus cabinas basculan las mochilas desde la cabecera del valle hasta la meseta de Lloroza, donde cuelga la estación superior del Cable.

1) El Cable - Pozos de Lloroza - Collado de La Canalona.

La estación superior del Cable deposita a la gente en una pista donde se inicia la andadura. Por su proximidad y dimensiones, Peña Olvidada reclama todo el protagonismo en este rincón de la alta montaña. Con aspecto de torreón inexpugnable, en cuya suave meseta cimera pende un vergel de pasto alpino, su aislada soberbia engaña al turista despistado. Esta peña no es más que un apéndice del espolón sur del techo que domina este cordal: los 2614 metros de Peña Vieja.

Se asciende a modo de paseo por la pista para alcanzar la Colladina de Covarrobres. Sita bajo las agujas de Tajahierro (unos pináculos desgajados de la pared sur de Peña Olvidada), es puerta de paso a los Puertos de Áliva.

Sin trasponer la collada, un ramal de la pista continúa -en llano- faldeando las lleras inferiores de Peña Olvidada que fluyen hacia los Pozos de Lloroza. Durante este paseo inicial, se bordea por arriba esta sucesión de lagunas en cuyas aguas, caso de conservarlas, se reflejan las montañas del cordal que linda la meseta de Lloroza por el oeste.

En La Vueltona, curva de la pista que dobla al final de esta vaguada de pozas, se abandona ésta y se coge un camino bastante frecuentado y asentado en la gravera. Al otro lado del camino, en la peña que sortea La Vueltona, una cueva cuenta con una poza de agua donde las ovejas sacian su sed.

El camino emprende un prolongado ascenso, faldeando por las lleras y argayos desprendidos del circo homogéneo formado por la desdibujada Peña Olvidada, Peña Vieja y la Torre de las Coteras Rojas. Todo este faldón lunar envuelve el Hoyo Sin Tierra, que empieza a destacarse al fondo según se gana altura.

Tras el faldeo por la gravera, un reposo de transición apunta una sucesión de tornos, donde aún se conservan tramos muriados del camino construido para facilitar las cacerías reales.

Este tramo de subida gana altura por la ladera de una morrena de grandes bloques de piedra. Al coronar el zigzagueante repecho, se llega al cruce de caminos. El más frecuentado, con casi toda la altura ganada, faldea por las hoyadas y laderas de llera de los Picos de Santa Ana y la bermeja pared de la Torre de los Horcados Rojos, a cuyo collado homónimo se dirige.

Nuestra ruta se desvía por el ranal de la derecha, que sube por la gravera en dirección a los contrafuertes desgajados de los Picos de Santa Ana (a contramano del sentido de la marcha que se traía).

El camino se abre paso entre las colgadas llambrias de estos peñascos gracias a los muros de contención que lo sostienen, desafiando la ley de la gravedad. Sin más límites que el vacío que se extiende a nuestros pies, se disfruta de un mapa natural del camino recorrido, desde la zona de los Pozos de Lloroza hasta las morrenas que vierten al Hoyo Sin Tierra.

Al otro lado de estos cortantes contrafuertes se pasa a otra hoyada de canchal, desprendida de las paredes sureñas de los Picos de Santa Ana. El camino, acosado por la gravera, se reconvierte en sendero. Sube bordeando el hoyo de pedregal para alcanzar una falsa collada, donde ya emboca directo a la Canal de La Canalona.

En esta breve y estrecha ceñidura se mal conservan los últimos vestigios del antiguo camino muriado. Los retorcidos tornos coronan el Collado de La Canalona (2451 metros). La panorámica lunar de este rincón de Los Urrieles queda ensombrecida por la imponente y arisca rampa de Peña Vieja.

Los Picos de Santa Ana forman la otra comba de la collada. Mas son sus contrafuertes quienes reclamaban la atención en este último tramo del ascenso: las agujas de Bustamante y de La Canalona.

2) Collado de La Canalona - Horcada de Coteras Rojas.

Coteras Rojas es un hoyo de pozos del que se descuelga la Canal del Vidrio. Peña Vieja, la Torre de Las Coteras Rojas, Picos de Santa Ana y Tiros Navarro forman la media circunferencia que cercan el circo. Estas cumbres están separadas por dos colladas principales: El Collado de La Canalona y el Collado de Santa Ana.

Sita la ruta en el Collado de La Canalona, tres senderos de montaña escapan de la boca de La Canalona. A la derecha arranca el sendero que, flanqueando la Torre de Las Coteras Rojas (un simple promontorio desde esta vertiente del hoyo que le da nombre), se dirige a morir en la gravera central de Peña Vieja. Bastan unos metros por este sendero para observar, en la lejanía, el pueblo asturiano de Sotres, punto de destino de esta ruta apenas comenzada.

Los otros dos senderos tiran hacia la izquierda. El superior remonta por la falda del Pico de Santa Ana con dirección al collado del mismo nombre. El Collado de Santa Ana separa este pico de Tiros Navarro. Es paso al Jou de Los Boches, pero no es vía normal de ataque a Tiros Navarro.

Para dirigirse a esta cumbre debe tomarse el sendero inferior, que envuelve por encima el hoyo de Coteras Rojas. Faldea primero bajo el Collado de Santa Ana y, después, por las torcas donde ceden los lleraos del murallón sur de Tiros Navarro.

La vereda es ruta de paso a la Horcada Bonita. Se sigue su rastro hasta la Horcada de Coteras Rojas. Esta panda lunar es vértice de la Sierra de Juan de La Cuadra, aislado cordal lindero de la Canal del Vidrio y del vasto Valle de Las Moñetas. Se puede subir al Pico de Coteras Rojas (2369 metros), primero de esta sierra de cumbres reconocidas, como el Escamellao o el Paredón del Albo en el otro lado del cordal.

3) Horcada de Coteras Rojas - Tiros Navarro.

Aunque no es necesario bajar a la Horcada de Coteras Rojas se marca aquí por ser punto común de esta ruta.

Se tira hacia el espolón final en que corta la muralla proyectada desde las cimas de los Tiros Navarro. Una vez en la base de la pared, se suben unos metros pegados a ella hasta la llambria de entrada. Una corta trepada (IIº) permite acceder al canto oriental de esta montaña. Cabalga entre la cortada muralla de la vertiente sur y la ladera franca de la vertiente norte.

Por esta línea de cresta se corona la cumbre central del conjunto de Tiros Navarro (2598 metros). Su pared oeste se descuelga sobre el Jou de Los Boches, siendo, pues, mirador de todas las torres desnudas que envuelven este profundo cuenco glaciar, cuyas pretéritas lenguas modelaron la monolítica figura del Picu Urriellu. La vista se extiende más allá de los confines del Jou de Los Boches, triangulando el Llambrión, Torrecerredo y el Cornión.

El abanico centrado en el este toma como referencia la Sierra de Juan de La Cuadra. Por su extensión el Valle de Las Moñetas adquiere un relieve que punga en majestuosidad con cumbres voluminosas como Peña Castil.

Tras la brecha del valle glaciar del río Duje, se eleva el pequeño de los tres macizos de los Picos de Europa, donde todos los días en que lo permiten las nubes, despunta el sol sobre estas cumbres albas.

Accesible es también la cima norte de Tiros Navarro (2596 metros). El punto más alto de este conjunto de tiros se encuentra en la más agreste y dificultosa torre sur (2599 m.), que presenta una trepada bastante aérea (IIIº).

4) Tiros Navarro - Horcada de Coteras Rojas - Jou Sin Tierra.

Se desanda el terreno recién ascendido desde la Horcada de Coteras Rojas. Durante esta progresiva pérdida de altura, las miradas buscan referentes en el laberíntico mundo de Las Moñetas, a donde se encamina nuestra ruta.

El Valle de Las Moñetas no cuenta con una cubeta glaciar tan definida como el Jou de Los Boches. Una sucesión dispar y desestructurada de dolinas forman la compleja cabecera de cuenca glaciar del valle.

El arco de torres que cierran este complejo circo presenta una marcada abolladura por la acción compresiva del oculto Jou Tras El Picu. Para tensar este arco basta tirar una línea imaginaria entre los Tiros Navarro y Peña Castil, con apoyo en el solitario Cuchallón de Villasobrada.

En la Horcada de Corteras Rojas arranca la Sierra de Juan de La Cuadra. Este cordal forma el cierre del valle por el sur. Sus escarpes orientan el descenso por este costado del mundo de Las Moñetas.

En la panda calva de Coteras Rojas se inicia la bajada a la depresión del Jou Sin Tierra. Buscando diagonales de pastizal se surca esta basta ladera de peñas, llambrias y graveras. El rápido descenso al Jou Sin Tierra deja al montañero por debajo de la línea de los 1900 metros.

Esta hoyada forma el principal jou sito bajo los contrafuertes de la Sierra de Juan de La Cuadra. Empozada, pierde toda la referencia de las líneas de bajada de los hoyos del costado del Cuchallón de Villasobrada. El Valle de Las Moñetas desciende como una lengua inmensa abierta entre Peña Castil y la Sierra de Juan de La Cuadra; pero el Jou Sin Tierra parece un corro pastoril cerrado entre por las peñas de La Moñetas.

5) Jou Sin Tierra - Lago de Las Moñetas.

Dejando que las veredas del ganado guíen la marcha al fondo del jou, se encuentra un pasillo de salida en dirección este.

Unos metros más adelante, bordeando un pequeño cuenco de pedrera por la izquierda, gira pausadamente hacia el nordeste. De nuevo encasillado en una línea directa de pasillo, pero con esta definitiva orientación.

Por la derecha se extienden los contrafuertes calizos de la Sierra de Juan de La Cuadra, por donde se cuela algún canalón transversal. Las peñas que guían la vereda por la izquierda son vestigios del fondo de la pretérita lengua glaciar que modeló el Valle de La Moñetas, que en estos pasillos no dejan ver la inmensidad de este rincón del Central.

Pasa la vereda junto a un cuevón, donde se recibe uno de los muchos escapes del costado zurdo del valle, donde predomina el grueso pasto sobre la peña.

Al final, la vereda se ciñe a una cuenye entre cuyas rocas se aprecian restos muriados de lo que fue un buen camino. Al otro lado de la apretura se choca con el sendero que une la majada de Las Moñetas con el lago.

La gente tiene querencia a refrescarse en el lago (mejor un baño que un sorbo en la fuente de la majada). Para chapotear en el lago se tira a la derecha (sudeste). Las mismas peñas que formaban el pasillo desde el Jou Sin Tierra, guían también este sendero que, por zona de pasto, se encamina hasta cristalina laguna.

El rastro del sendero se confunde con otras veredas secundarias. El principal tira directo al sur por una vaguada herbácea, para morir en la horcadita colgada sobre el lago. Basta mirar los contrafuertes desplomados del canto de Los Cuetos de La Cuadra para fijar con acierto la ubicación del pozo de Las Moñetas. Este jou separa los contrafuertes de peña que venían jalonando nuestro camino de las vastas laderas que se extienden hasta la Horcada de Las Grajas, bajo la cumbre del Escamellao, extremo final de la sierra.

Alcanzada la horcadita, el sendero empieza a destrepar, dando vista al lago de Las Moñetas. En estos primeros apuntes de destrepe, otro ramal sigue de frente, para colarse entre los desplomes y umbrías cortadas que facilitan la ubicación del pozo desde la lejanía. Este sendero bordea el cuenco del jou lacustre por estos parés para salir a las vastas laderas de este tramo de la Sierra de Juan de La Cuadra.

No se coge esta vereda en este cruce colgado sobre el lago. Se destrepa por el ramal de la izquierda para plantarse en la base de la peña que cierra el circo por esta mano. El sendero camina alto sobre el cuenco para ganar la collada de prado a espaldas del lago y de los lúgubres desplomes que lo descubren.

El Lago de Las Moñetas, de forma circular y aguas cristalinas, acoge una rica fauna lacustre. Renacuajos y tritón alpino son las especies más llamativas para quienes bajan hasta las orillas de esta profunda bañera glaciar, cuya superficie se templa por los rayos del sol.

6) Lago de Las Moñetas - Majada de Fresnedal - Vegas de Sotres.

En la collada que da vista a esta abertura inferior del valle, que combina el pasto con lápidas memoriales de chatarra, se deja caer el pisado sendero que mece en un jou inferior: el Lago Viejo (de agua convertida en pedregal).

La vaguada conduce el camino. Pasada la Torca de Carrazoso, el sendero flanquea por llambrias hacia la derecha, evitando una angosta bajada directa a la dulce y remansada Vega del Carrazoso. Este corto flanqueo mete la vereda en una acanaladura que vierte a una esquina de la larga planicie.

El efímero paseo por este rincón pastoril asoma a los bajíos de Las Moñetas. El sendero desciende hacia la izquierda para cortar el lecho reseco de la riega de Las Moñetas. Mientras ésta se funde en una cuenca de piedra, el sendero principal faldea ganando altura sobre este lecho difunto.

Por llambrias y colladinas se llega a la Majada de Fresnedal, en el canto común del Valle de Las Moñetas y de la Canal de Fresnedal, separadas en sus cimeras por la voluminosa mole de Peña Castil.

Una solitaria cabaña resiste el embate del tiempo pasado. La vereda se deja caer entre los restos de la antigua majada, pasando al lado de la fuente que aún ofrece un mal servicio.

Canto abajo, apurando hacia la cuenca del Fresnedal, el sendero frena su inclinación. Bajo una redonda solitaria, entra en la planicie compartida por La Moñetas y El Fresnedal. Este delta de bajo matorral desemboca en el valle del río Duje, cubierto por el polvo de la pista que lo vertebra.

La confluencia de valles se produce en la planicie de las Vegas de Sotres. El río Duje riega un puzle de praderas bien delimitado por trabajadas murias. Los invernales se apartan en un rincón de la vega escondidos bajo un cerro comido por una sucesión de prietas oquedades porosas.

Desde este cerro, levantada la vista sobre los tejados de los invernales, no se muestra tan distante el pueblo de Sotres, soleado en las faldas sureñas del Cabezu Sonllanu.

7) Vegas de Sotres - Sotres.

En los invernales de las Vegas de Sotres se dejan los senderos y veredas de montaña, pasando a caminar por la pista que viene de los Puertos de Áliva.

Un ligero trago en la fuente y se busca la orilla del río Duje. Un puente peatonal sólo se usa en contadas ocasiones, siendo raro en las épocas de estiaje del estío.

Cruzado el río, la pista se aleja de su curso, dejando una línea de praderas por medio.

Pista y río se juntan de nuevo en el cercado natural de las Vegas de Sotres. El caminante no se resiste a un postrero vistazo a esta posa muriada de valle, con la piramidal figura del Escamellao como colofón.

En el cambio de rasante de la planicie la pista vuelve a apartarse del cauce del Duje. Condenados a fluir paralelos, la pista transita a un nivel superior. Los faldones del Central y del Oriental se funden en el lecho del Duje en un valle glaciar que toca a su final.

A la altura de los Invernales del Texu se recibe la pista de concentración parcelaria que envuelve el entorno del Collao Pandébano. Continúa la pista por encima del bello conjunto de invernales. Cada vez más alejada del cauce del Duje, observa como el gran valle glaciar se transforma aquí en un angosto desfiladero que se cuela entre Peña Maín y Portudera.

La pista apura su transitada vida. Baja al puente sobre la riega de Cabao, rincón apretado que concentra toda la imponencia del Canalón de Braniella. Se afronta así el último repecho de la pista, que sube a morir en la Concha el Pradón, ahora definida como la Curvona de Sotres.

En esta revuelta de la carretera tratan a aparcar los vehículos que aguardan a los montañeros que pasan el día por la zona de Pandébano, Moñetas, canales del Macizo de Ándara. Otros suben el coche hasta Sotres. En este caso habrá que sufrir uno de los desniveles más constantes de la carretera. Menos de un kilómetro de hermosas montañas y fatigadas revueltas anuncian la llegada a las primeras casas de Sotres y a los últimos pasos de nuestra andadura.

La alternativa mucho más sencilla es:



PUNTO DE PARTIDA:

Espinama (Liébana).

DIFICULTAD:

Fácil.

DURACIÓN:

6 horas.

DESNIVEL:

600 metros de desnivel en ascenso y 450 metros de desnivel en bajada.

DESCRIPCIÓN:

La ruta alternativa recorre todo el valle glaciar del Duje, que se abre paso entre los macizos Central y Oriental de los Picos de Europa.

Este río nace en los Puertos de Áliva, con los aportes que le proporcionan las nieves de Peña Vieja.

Para subir al puerto se debe remontar, prácticamente, todo el curso del río Nevandi, linde oficioso entre Los Urrieles y Ándara, en la tierra de nadie que separa los nacientes del Duje y del Deva.

Para evitar el polvoriento tránsito de vehículos, caballerías y gente que frecuenta la pista troncal al Puerto de Áliva, entre las posibles variantes que ofrecen los pueblos de Espinama y Pido es la Sierra Carielda la que mantiene un guiño más auténtico con el bosque.

1) Espinama – Sierra Carielda – Horcada del Acebal.

Espinama y Pido son los últimos pueblos del alto Deva. Espinama se asienta en la margen izquierda, donde mece el río Nevandi.

Con la complacencia de las altivas peñas de Salinas y Remoña, las paredes de los Picos de Valdecoro se irguen sobre las copas de los bosques que envuelven las profundidades de Espinama.

En la pequeña plaza de aparcamiento de Espinama, donde el río Nevandi se sume bajo el puente de la carretera que continúa hasta Fuente Dé, arranca la pista minera de los Puertos de Áliva, disimulada como el arco de triunfo de una hermosa calle.

Calle arriba, con las casas formando barrera visual con el río Nevandi se llega al apunte de plazoleta final de Espinama.

Aquí, se abandona la cuenca del río Nevandi, cogiendo a la derecha una pista que sube junto a las últimas casas del pueblo.

El contacto con las praderías es testimonial, pero –con los pocos metros de altura ganada- permite escucar entre los linderos para rescatar la imagen de peña e inmensos bosques que definen el alto Deva.

La pista se interna en el bosque. Efectúa una tirada tendida hacia la vaguada de la sierra que toma como referencia. Ante la imposibilidad de remontar directa por su fondo, gana altura mediante un par de largos tornos por la ladera sudeste.

Se retoma el contacto con la vaguada muchos metros más arriba. En el último claro del bosque, resisten con dificultad los vestigios de un invernal. Los escayos se apoderan de las ruinas ancestrales de La Regeda. Ni siquiera la vega adyacente resiste los embates del monte.

La pista se torna aún mas cuesta, remontando esta doblez de umbría. Altos árboles se irguen sobre los comidos taludes de este rincón forestal de Espinama. No cede la cuesta hasta coronar la cimera de cordal de la Sierra Carielda.

Aquí se deja la pista, que dobla para encaramarse en la parte descendente del cordal. A espaldas de la misma, por un sendero de tierra, se continúa por la loma ascendente.

Varias líneas de cableado, dispuestas a distintas alturas y sostenidas por una sucesión infinita de estacas de hierro, recorren toda la columna vertebral de la sierra. Este lindero divide las forestas de Espinama y Pembes, pueblos casi equilibrados en altura, obligando a este último a separarse con suficiencia del curso descendente del río Deva.

La vereda camina paralela a los gruesos cables, sin pasar los pies a la vertiente de Pembes. Acebos, hayas, robles y algún animal que se oculta ante nuestras voces, jalonan un recorrido fresco y placentero. Los árboles atenúan el calor desprendido en los continuos repechos del Sierro Alto, cumbrera final de la Sierra Carielda.

El bosque cede en parte en el cerro superior del cordal, donde escobales y gamones ganan la partida. El sendero se aparta de la línea de lindero. Faldea este promontorio por la izquierda, saliendo por un túnel de escobales a la Horcada del Acebal (1396 metros).

En esta collada de pasto, extremo superior de la Sierra de Carielda, posa la Santuca de Áliva el día en que la suben al puerto. La levantan para apoyarla en el capó de uno de los todoterreno que sirven de apoyo a la procesión. Mientras, se sacan tostas, pan, embutido, vino y refrescos para quienes se unen al porteo y acompañamiento de La Santuca.

2) Horcada del Acebal – Portillas de Cogollos – Ermita de Áliva.

En la Horcada del Acebal se enlaza con la pista que sube de Pembes, en cuya iglesia halla la Santuca sus cuarteles de invierno.

Remonta la pista libre del acoso del bosque, pero aún sometida al empuje de los escobales, hasta coronar la cuesta en el cruce con la pista que viene de Mogrovejo.

La pista fusionada faldea a través de las empinadas laderas del Castro Cogollos. Asomando al borde de la pista se asiste al lento engullir de la cuenca del río Nevandi por los bosques de Espinama. Mientras el río se pierde entre el plegamiento de los invernales de Tobín y los costados de la Sierra Carielda, escapa una pista del dominio de la foresta, para retorcerse en los Invernales de Igüedri, hundidos en el remanso de los faldones del Castro Cogollos.

En la margen derecha de la cuenca del río Nevandi se eleva el cegado Valle del Aguasel, ceñido entre los atormentados Picos de Valdecoro y el Cueto Redondo.

Mientras la pista de Espinama sigue remontando con penuria para colarse por las Portillas del Boquerón, la pista de Pembes dobla a media altura el canto del Castro Cogollos. Las vallas que protegen este recodo de peña no han resistido la fuerza de los aludes. Las Portillas de Cogollos abren sus miradas a los Puertos de Áliva.

La pista desciende ligeramente para, a la altura de la Fuente de Los Asturianos, unirse con la de Espinama, en esta vaguada apretada de los Puertos de Áliva.

Sin llegar a tocar el río Nevandi, afronta un último repecho para empezar a abrirse al puerto. Emboca hacia los Picos de Cámara, primeras cumbres de dos mil metros del incipiente Macizo de Ándara. Sobre las lomas que surcan las aguas del alto Nevandi se irguen las intrincadas verticales de Peña Vieja, con su individualizado apéndice de Peña Olvidada, esquina altiva de Los Urrieles.

La pista se enllana. En la pradera contigua del Tesoro son reconocibles los túmulos que atestiguan el asentamiento en estas montañas de nuestros ancestros. Quizás mirando con otros ojos y en un entorno radicalmente distinto, pero que conserva ese instinto de especial ligación del hombre con la montaña.

Un ramal ganadero se descuelga a la derecha de la transitada pista minera. Devola la collada del campo tumular (1487 metros) para deslizarse hacia los resecos humedales de Campomenor. Esta planicie de pastizal recibe los hilos de vaguada nacidos en el Collado de Cámara. Se esconde en este fondo de la vega un refugio para el ganado, con recinto habitable para los pastores en la buhardilla.

Mas el ramal de pista se desliza hacia el frontal de este remanso de Áliva, donde espera la ermita de la Virgen de La Salud, cuya fiesta se celebra el 2 de julio. Todavía atiende al caminante, mientras cuida los ganados que apuran el rico pasto de los puertos de Camaleño.

3) Ermita de Áliva - Campo Mayor - Llomba del Toro - La Raya (Puertos de Áliva).

La ermita preside un collado enclavado entre las dos grandes llanadas de los Puertos de Áliva: Campomenor y Campo Mayor. Por la horcadita devola la mala pista a esta segunda vega.

Campo Mayor se recoge bajo las laderas morreicas de la Llomba del Toro. Un regón vierte por el otro costado de la larga planicie, colándose entre las Mesas Cimera y Bajera.

Las rodadas guían al caminante por la vega, siempre protegido por el Castillo de La Llomba, un centinela de piedra otrora impertérrito ante el movimiento de la lengua glaciar.

Se camina hacia otra nave del ganado, a la altura de este peñasco recortado en la loma de la morrena. La vega Campo Mayor se agota al tiempo que el pasto estival. Una leve subida se deja llevar hacia el canto de la llomba, donde se enlaza con la pista que viene acariciándola.

Pocos pasos se caminan por el lomo de la moribunda morrena. La pista se deja descender por el otro costado, animada por el cristalino cantarín del río Duje (hasta ahora escondido al norte de la elevada morrena).

Pista y río mantienen una distancia prudencial, más o menos distante, pero nunca cercanos. Cede la morrena y se funde la ruta en los dobleces inferiores de las laderas que caen de la montaña del Cortés. Cuestas rasuradas por la acción incesante del ganado.

Valle abajo se llega a La Raya, linde del puerto con las tierras asturianas de Cabrales. La línea de vallado se descuelga de las peñas del Cortés para, ganado el impulso, remontar por las laderas de la margen izquierda del río Duje, hasta las peñas del Escamellao, en los últimos contrafuertes de la Sierra de Juan de La Cuadra.

La Raya separa dos culturas. Aunque unidas en el mismo valle, el color del terreno cambia según el lado del vallado que se mire. La amarilla decolorida de los Puertos de Áliva contrasta con el verde característico de Asturias. Mas aquí, dicha tonalidad no la confieren los verdes pastos, sino el oscuro matorral que anega las laderas asturianas.

4) La Raya - Vegas de Sotres - Sotres.

El valle se estrecha ante la cuña de la Sierra de Juan de La Cuadra. Por el lado oriental cede la ladera ante la gravosa hondura del Canalón del Jierro, cuya horcada cimera casi logra separar todo el mundo del Cortés del núcleo somital de Ándara.

El Canalón del Jierro pugna por desplazar la caja de la pista hacia el cauce del Duje. Al final lo consigue en la apretura del valle. La pista, oprimida, salta al otro lado del río gracias a un puente, por qué no, romano.

Nuestra ruta, fiel al compromiso con Ándara, desiste de cruzar el río. Restos de un viejo camino corren paralelos al Duje por su margen derecha. Mientras la mirada se cierra por este costado, se asiste -por el otro- a la desembocadura, en las Vegas de Sotres, de la Canal de Fresnedal y del hermoso Valle de Las Moñetas.

El río busca centrarse en el fondo muriado de las vegas. El camino se escora hacia las peñas de la derecha, horadando un pasillo entre éstas y las murias de los prados. Un paseo silencioso apartado del conjunto de invernales, devuelve la ruta al trazado de la pista, siempre con la mirada cómplice de los bajíos de Ándara.

Se agradece una siesta en las Vegas de Sotres. Una mera excusa para esperar la llegada de la otra parte del grupo, vociferantes retumbos en el Valle de Las Moñetas. Unidas ambas rutas en las Vegas de Sotres, se continúa camino hasta el pueblo que les da nombre, en las tierras de la alta montaña de Cabrales.



Fotos de la salida al Tiros Navarros el 31-08-2014 Fotos de la salida al Tiros Navarros el 31-08-2014 Fotos de la salida al Tiros Navarros el 31-08-2014 Fotos de la salida al Tiros Navarros el 31-08-2014