PUNTO PARTIDA:

En La Molinuca (70 metros). Junto al hotel sito en la carretera AS-114 de Arenas de Cabrales a Panes, a 9 Kms. de Panes, límite entre Peñamellera Alta y Baja.

DIFICULTAD:

Baja.

DURACIÓN:

7 horas.

DESNIVEL:

800 metros.

MAPA:

I G N 56-II. Escala 1:25.000.

DESCRIPCIÓN:

La Molinuca es un restaurante solitario, pintado de amarillo, en la carretera que une Arenas de Cabrales y Panes. La Casa de La Molinuca, a la vera del Cares, queda en el límite entre ambas Peñamelleras, la Alta (con capital en Alles –faldas de la Sierra del Cuera–) y la Baja (con capital en Panes).

La ruta comienza propiamente en el Puente Viejo, a dos kilómetros de La Molinuca, en dirección a Panes. Una garita de autobús, perdida en ninguna parte, llama la atención al viajero. No se ven pueblos, ni siquiera casas. Y, sin embargo, allí se mantiene la curiosa garita.

Si nos fijamos en el río Cares, comprimido en los últimos cantiles (antes de su mecer con su hermano Deva), descubrimos un puente de piedra, con adoquines como los medievales, que, en tantos viajes por la zona, nos había pasado desapercibido.

Por los cantiles de la margen derecha del Cares, vemos bajar una pista que viene de Robriguero. Servía a sus vecinos para bajar a coger la línea en la otra margen del río. Y nos sirve, a nosotros, para subir hasta este pueblo, en las faldas de la Peña Robriguero.

A Robriguero llegamos por la carretera del barrio de Tobes (que queda a nuestra derecha, en dirección a la Pica Peñamellera), con la que entroncamos cerca de la iglesia de San Pedro de Tobes. No es más que un ramal secundario que vertebra varios barrios de Robriguero y Bores, paralela a la arreglada carretera que sube a estos pueblos, desde Puentellés (en las puertas del Desfiladero de La Hermida).

Vamos cruzando la carretera de Bores (que muere a las faldas de La Pica, en Orejuz), para pasar al otro lado de Robriguero. La pista de las minas de Argayón se desdibuja entre las callejuelas del pueblo. Se inicia paralela a una riega que se esconde por debajo de la carretera. Podemos refrescarnos, seguidamente, en un bebedero, que recoge las frías aguas que manan de una pequeña cueva aneja. Entre casas de piedra y cuadras, abandonamos Robriguero.

La pista de las minas (cuya primitiva caja ha sido reformada para usos agrícolas), en los primeros giros, traza dos largas revueltas para ganar altura. En este tramo, como en el pueblo, surgen las únicas dudas –durante el ascenso– de un circuito donde la intuición marca el camino a seguir.

No plantea mayores problemas un ramal que nos sale a contramano, pasado el primer giro, aún cerca de Robriguero. La pista mira de reojo los tejados de sus casas, envolviéndolos por encima.

A unos metros de un solitario invernal encontramos la bifurcación más inquietante. Sabemos que tenemos que girar hacia la Pica Peñamellera, como hace la pista de la derecha. Aún así, seguimos de frente, hacia el Sudeste. Otro par de pasos y otro ramal. Ahora continuamos, también de frente, por la derecha.

Elección acertada, el segundo torno del largo zigzag se apunta tras la doble controversia. La pista ya enfoca la dirección definitiva. Otro ramal a contramano no nos causa mayor inquietud. El extremo de la pista ganadera toca a su fin, en un rellano de acceso a una finca cerrada con una cabaña remozada.

Alternativa y ruta larga aquí se separan. Mientras la pista se reconvierte en camino carretero minero, la Calzada de Coperi, no parece más que un sendero, medio tomado, de acceso a prados que remonta a contramano. La pista de las minas asciende en diagonal por toda la base de la Peña Robriguero, último cordal de Ándara, en la mecedura de los ríos Cares y Deva. Dobla por el costado occidental de la sierra, envolviéndola en una valleja de bocaminas que corona el Collao Tremaño.

El Calzada de Coperi envuelve la sierra por el costado opuesto, por una vira diagonal que devola el canto de la Peña Robriguero, por la vertiente del Desfiladero de La Hermida (río Deva).

En la articulación entre la pista agrícola y los vestigios mineros, entramos –como dije– a contramano, por una especie de lindero de fincas y matos. El camino se abre paso protegido por las redes de alambre de los prados y acosado por el talud de matos. Línea de sendero que se interrumpe en una alameda forestal, con un rústico, sino primitivo, cierre de maderos y cañas.

Tal parece que hemos equivocado el camino, mas continuamos en nuestro empeño. El camino agoniza entre el reducto de bosque. Veredas de tierra remontan el talud a la derecha, enlazándose en un laberinto de maleza. Por encima nos alumbra una isla de pradera, un prado mal muriado, acechado por el monte.

Por la base del prado, sin entrar en él, buscamos las veredas que tiran a su costado izquierdo. Aquí empieza a reconocerse la antigua calzada empedrada. Entre altas cotoyas, remonta por el lateral del prado, en tornos, hasta entroncar, en otro camino empedrado [que remontaba (está perdido) por el otro lateral de la finca], en el vértice superior de la misma.

La calzada progresa en desiguales tornos. Ladera arriba, escribe un mapa de toda la Peñamellera Baja, con su capital en Panes. No olvida la Pica Peñamellera, linde con su vecina Alta.

El empedrado deja a un lado la Cueva Coperi, pequeño abrigo para guarecerse de las inclemencias. No se tarda en llegar a la Fuente Coperi, esta vez a la misma vera del camino. Resta un último esfuerzo para coronar el canto, por el que se devola a Valdanza.

Las cabañas de Valdanza se asientan en la parte baja de una vaguada, resguardada entre los cantos de las cimeras de Torna Las Huertas y de La Cerezal. Aquélla mira a Cuñaba; ésta se erige en cénit de la Peña Robriguero, sombría ladera de los barrios de Bores y Robriguero.

Esta recóndita vaguada se precipita, en los pastos inferiores de Valdanza, en un corte imaginado, modelado por el río Deva (Desfiladero de La Hermida). La vaguada se define en su parte medio-superior, por los cantos de las mencionadas cimeras de Torna Las Huertas y la Pica de La Cerezal.

La Calzada de Coperi muere en los pastos de Valdanza. Por la cuesta que delimita la majada por la umbría, continúa en forma de sendero, en diagonal ascendente, para coronar en su base, el crestón de Torna Las Huertas. La senda vuelve a perderse en la ladera que mira al Sur de la sierra. Podríamos seguir su rastro, pues comunica con Cuñaba. Aunque, mejor dejarlo para otro día. La idea es la de coronar la cumbre del Torna Las Huertas. Valdría remontar por todo el canto que cierra la vaguada de Valdanza por este lado.

Antes de “hacer cumbre”, por la vertiente de Cuñaba, un sendero de cabras permite descubrir el cuevón donde éstas se resguardan. Con suerte, podemos sorprender algún buitre despistado.

La cueva está escorada en un lateral de Paré Pedrón. En estas paredes anidan algunas parejas de buitre leonado. Desde la cumbre de Torna Las Huertas, caemos ladera abajo, en dirección Sur. Frenamos en el corte, hermosa balconada sobre el pueblo de Cuñaba. Sentados y sacados los bocadillos de la mochila, unas enormes alas emplumadas surgirán del vacío. Son los silenciosos buitres, que suben en espiral hasta el cielo, aprovechando las corrientes ascendentes de aire caliente.

Torna Las Huertas (894 m.) y Paré Pedrón forman parte de un conjunto unitario. El Paré Pedrón no es más que un atributo de aquel pico, el que lo identifica desde la vertiente de Cuñaba y, en cuyos abismos, anidan los carroñeros alados.

Alimentados con el paisaje, iniciamos la segunda parte de la ruta: el descenso. A caballo entre la vertiente de Cuñaba y la vaguada de Valdanza, cresteamos en dirección Noroeste hacia el Collao Las Siellas (796 m.).

En este collado se unen la cimera de Torna Las Huertas y la parte oculta de la Peña Robriguero. Igualmente, confluyen el camino que sube desde Valdanza, por toda la vaguada, con el que viene de Tremaño. Desde el collado, podemos subir a la Pica de La Cerezal (877 m.), cénit de la Peña Robriguero, que mira al alto Peñamellera Baja. Por su cimera nos asomamos a los pueblos de Bores y Robriguero. Desde la cumbre, podemos bajar, ladera abajo, a enlazar con la pista de las minas, sin necesidad de devolar el Collao Tremaño.

Descartada la ascensión a la Pica La Cerezal, cogemos una senda que desciende en diagonal al Oeste. Corto tramo que enlaza con otra collada inferior. Girando al Sur pasamos a otra collada aneja, con una balsa de agua. Descendemos unos metros buscando un camino que dobla, por la izquierda, el cantuco calizo que forma la falsa collada de la balsa. En unos instantes caemos a la pista de Tremaño.

Tremaño es la majada de invernales y el mosaico de murias que la circundan; pero también es el collado que engarza la Peña Robriguero con la más voluminosa Sierra Nedrina [que culmina en el Cabezo Vigueras (ver ruta: Oceño – Cabezo Vigueras – San Esteban de Cuñaba)]. El collado vierte, tanto al Deva, como al Cares. En la vertiente del Deva se encuentra Cuñaba, por donde se precipita la pista.

Nosotros tenemos que devolar a la vertiente opuesta, la del Cares. Seguimos la pista en llano hasta el próximo Collao Tremaño (que nos queda al Noroeste). Están arreglando la pista que viene de Bores (vertiente del Cares).

Devolada la collada, miramos a la Sierra del Cuera. La pista baja enlazando las minas de Argayón. Bocaminas, escombreras y un tendido eléctrico van aderezando los tornos de la pista.

La pista principal se desliza por la valleja. Por la derecha, siguiendo los postes de la luz, se desvía la vieja pista minera (por ella volveríamos a Robriguero). Tiene otro cruce a mano izquierda. Este otro ramal pasa al Collao La Serna, devolando a Mier “d’acá” (Mier “d’allá”, al otro lado del Cares).

Hasta Olaño encontramos otro desvío sin trascendencia, pues ambos ramales se reencuentran en Olaño. Esta majada se resguarda en un alargado y pequeño valle, en el fondo de la vaguada que cierra la Peña Robriguero por el Oeste. Era característico un silo que la hacía reconocible. En la actualidad es una gran nave, en el final de la muriada vega, la que llama la atención. La pista que baja a Bores pasa junto a aquélla.

Un ramal, pasada la nave, no nos despista; quizá por el piso asfaltado de la pista principal. Un largo flanqueo por cabañas, murias y bosque, nos acerca a la pista (también asfaltada) que viene de Huerto Collao, al pie de la Pica Peñamellera (“La Pica”). Justo antes del cruce, se desvía el ramal de Bores. Si nos desentendemos de él, entroncado con la pista principal de Huerto Collao, llegaremos en unos minutos al barrio de Orejuz. De Orejuz a Bores no hay más que seguir la carretera recién asfaltada. Podríamos desechar esta opción de Orejuz, mas nos perderíamos la foto de su palacio. Teniendo en cuenta su lamentable estado, sería una foto histórica, enmarcada con la Pica Peñamellera o con el Pico Paisano, -éste- en la Sierra del Cuera.

Dejando Bores a nuestra espalda cogemos un ramal de carretera, secundario de la que baja a Robriguero. Si hacemos memoria, hablaba en los inicios de la ruta, de una carretera secundaria que enlazaba los barrios de Robriguero y Bores. Por esta entramos, volviendo la vista a Bores y la omnipresente Pica Peñamellera.

Las revueltas de la estrecha carretera nos bajan al barrio de La Serna. Tras el giro de entrada en el pueblo, las casas nos escoltan por la izquierda. A esta mano, entre huertas y casas, entra un ramal. Un pasaje al fondo de las casas de La Serna. En el extremo del camino / calle, un brazo se bifurca a la derecha, a una nave agrícola. A la izquierda, entramos en el camino carretero que desciende a la vera del Cares, a un puente colgante que bota sobre La Molinuca, límite de las dos Peñamelleras.


VARIANTES DE LA RUTA CORTA

La ruta más corta sería seguir la vieja pista minera, desde Robriguero hasta las minas de Argayón, donde entroncamos con la ruta larga.

Una segunda alternativa permite dejar de lado el ascenso al Torna Las Huertas o a la Pica La Cerezal. Aunque también es válida, igualmente, para coronar sus cumbres. Se trata, simplemente, de seguir el fondo de toda la vaguada que remonta, desde Valdanza, al Collao Las Siellas. En realidad, casi se trata de una alternativa de la ruta larga.

En este caso, giramos -traspuesta la Calzada Coperi-, de espaldas a la majada de Valdanza, para meternos por el recogido valle ascendente. Toda esta vaguada queda protegida por las sombrías laderas del Torna Las Huertas. El canto del otro lado, estribaciones de la oculta Pica de La Cerezal, acoge soleadas cabañas con sus delimitadas fincas.

El camino empieza a dibujarse en la parte final del costoso valle. Las altas y cuidadas murias de Los Juncales, dejan escapar un camino que parece coronar la collada cimera del valle. Depresión que engaña al caminante, pues no es más que la hermana siamesa del Collao Las Siellas, separados por un hoyo andadero, donde confluimos con la ruta que viene de Torna Las Huertas.