PUNTO PARTIDA:
Hoyo del Tejo (1.285 metros), límite de Asturias y Cantabria en la carretera que desde Sotres va a Tresviso.
DIFICULTAD:
Media / Alta.
DURACIÓN:
7 horas.
DESNIVEL:
1.000 metros en ascenso y 1.100 metros en descenso.
CARTOGRAFÍA:
Adrados. Picos de Europa. Macizos Central y Oriental. Escala 1:25.000.
ACCESOS:
En Arenas de Cabrales se deja la AS-114 (Cangas de Onís - Panes), para desviarse por la carretera de montaña que conduce a Poncebos (en uno de los extremos de la ruta del Cares).
La carretera continúa por el Desfiladero del río Duje hasta el pueblo de Sotres. Una descuidada y estrecha carreteruca remonta hasta el límite con las tierras lebaniegas de Cantabria. En el alto, antes de iniciar el descenso hacia el Ayuntamiento de Tresviso, se encuentra el área de aparcamiento del Hoyo del Tejo, sobre esta empozada majada.
DESCRIPCIÓN:
1) Hoyo del Tejo - Casetón de Ándara.
El aparcamiento del Hoyo del Tejo es encrucijada de caminos. Aparte de la carretera asfaltada (por un decir en lo que se refiere a la vertiente asturiana), del mismo aparcamiento parten las pistas mineras de Bejes y del Casetón de Ándara.
La pista de Bejes (pista de La Corta) tira hacia abajo para, después de un largo recorrido, sumirse en las cortadas del Desfiladero de La Hermida (en la cuenca del río Deva). La pista más evidente es la que remonta hacia el Casetón de Ándara. Se manga, en inicio, en el costado lebaniego de la morrena lindera entre Asturias y Cantabria.
En estos primeros pasos disfruta de una bella panorámica del Macizo Central, guapas montañas que han ido acompañando la subida del autocar hasta esta collada sita por encima de los 1.300 metros. Más pronto gira la pista para amortiguar el desnivel en que se monta la llomba. Muriada en los resaltes calcáreos que se desgajan de la cimera de la morrena, traza un serpenteo que la abre al corazón de Ándara, olvidando la mirada hacia el Macizo Central.
Aquí, la montaña más ostentosa es, sin duda, el Macondíu. Sus 1.994 metros no le impiden resaltar ante las cimeras superiores de los cordales que envuelven este circo de minas. Esta pirámide verde se irgue en el centro de este rincón accesible y lleno de contrastes de Ándara. La pista que sube de Bejes la engalana cual faja de andante mineral.
Bajo el corte occidental de esta montaña se abriga el Casetón de Ándara, en un cuenco hacia el que se dirige la rectilínea Canal de Las Vacas. Las Vegas de Ándara, en la cara oculta del Mancondíu, esconden el contrapunto bucólico de un macizo donde la mina quiso acaparar el protagonismo de la peña.
La pista que se encamina al Casetón de Ándara sigue ganando altura por los costados de la morrena lindera. Entre los escares que muria la pista se encuentra una cueva de maduración del queso Picón, de aspecto similar al queso Cabrales, pero con un punto distinto de elaboración. La puerta candada recuerda que si siquiera la montaña es respetada por los amigos de lo ajeno.
La cueva no dista mucho de la majada. Las cabañas se dispersan en la zona menos fértil de La Jazuca, a fin de dejar al ganado los pastos más sabrosos. En la vega inferior desagua la Canal de La Jazuca, zona inferior de la línea homogénea de la Canal de Las Vacas, en cuyos suaves relieves sestean los ganados.
Continúa el repecho, observando desde arriba el emplazamiento de la majada. En otro recodo de vega, a la altura del Collao de Fuentesoles, gira la pista, desentendiéndose de modo definitivo del vasallaje de la morrena lindera.
Sin pausar la subida, faldea manteniendo la distancia con la Canal de Las Vacas. Ambas líneas de pista y deteriorado camino convergen en el Casetón de Ándara, en un ritmo cansino que llega a hacerse eterno.
El Casetón de Ándara se eleva sobre un rellano de escombreras de mina del que trae su identidad. Este refugio no nació como edificación -llámese- montañera. Su estructura se mantuvo como uno de los viejos casetones de los mineros que aún se conservaban en los Picos de Europa. Pasado minero reflejado, asimismo, en la vagoneta oxidada atascada en los raíles que hacen de “túnel del tiempo” en el final de este aparte del recorrido. Vía férrea escapada de la boca de una de las minas que topinaron los subsuelos de este pequeño macizo.
2) Casetón de Ándara - Vegas de Ándara.
La pista minera que se sufrió no muere al pie del Casetón, sino que continúa pasándose al otro lado de la vaguada e invirtiendo su sentido. Es la misma pista que se divisó durante la subida estrangulando toda la ladera del Macondíu.
En el otro punto de la ladera de esta montaña se encuentra el cruce con el ramal de pista que zigzaguea hasta las Vegas de Ándara.
Mas los montañeros preferimos tomar el atajo más montuno. Desde el mismo Casetón hay que subir al Collao La Aldea (sito al sur de este refugio). La deteriorada pista principal que se dirige a este enclave se encuentra justo en dirección contraria (norte), un ramal de la pista que baja a Bejes. Desde el mismo Casetón también se tropieza con el mismo ramal.
No obstante, varios atajos y pistas secundarias conducen al mismo destino, el próximo Collao La Aldea (a menos de 200 m., en línea recta desde el Casetón), punto final de la vaguada nacida a los pies de La Jazuca.
Una charca rodeada de piedras define el lugar. Esta encrucijada de caminos vertebra las rutas troncales del Ándara más accesible. Por la derecha (oeste) pasea la pista que baja al Pozo de Ándara, sin olvidar un ramal (a escasos metros de esta posición) que permite encaminarse, entre un paraíso lunar, hacia los Prados de Valdominguero.
La otra pista de renombre se encamina en dirección sur, pero las peñas que se alzan sobre la charca la obligan a iniciarse por la valleja cárstica que se cuela por su izquierda (sudeste).
También por la izquierda, pero con una marcada tendencia al este, arranca el sendero que nos ocupa. La vereda conduce, en poco tiempo, al Collao Tresmancodíu (1.844 metros), fácilmente reconocible por encontrarse bajo las últimas estribaciones del crestón sur de los Picos de Mancondíu.
El sendero devola el collado entrando en un apunte de vaguada. Pronto la deja para ir faldeando hacia la izquierda. Para mantener un descenso suave y continuado se desentiende del curso de la vaguada, donde, en el hoyo del fondo, manan las Fuentes de La Collada Mancondíu. Más adelante, pasadas las Vegas de Ándara, se cuenta con una buena fuente en las laderas comunes al Samelar y San Carlos, de ahí que no sea frecuente ver a gente separarse del camino para bajar a esta reducida hoyada.
Por las faldas del Mancondíu se deja caer la vereda al ramal de pista que sube desde Bejes, trasponiendo -éste- la boca que se abre entre las peñas del Mancondíu y la mole del Samelar.
Por la pista el caminante pasea el breve descenso de entrada a las Vegas de Ándara (1.797 metros). Este alargado pastizal se hunde bajo el circo formado por las cumbres que dominan el Valle de Liébana, desde el Samelar hasta la más escondida Rasa de La Inagotable. Paredes cortadas, que por esta vertiente de Ándara (perteneciente a Cillorigo de Liébana) presenta formas más suaves de laderas y calizas aborregadas.
Modesto por su altura, pero reconocido como fortaleza pétrea vigilante de los mundos internos de Ándara, se eleva, entre los lomos de llambria, El Castillo del Grajal, un aparte entre las líneas troncales de cordal de esta abertura del macizo.
3) Vegas de Ándara - Cuesta La Escalera - Collao San Carlos - Sagrado Corazón.
En el recodo de las Vegas de Ándara, un ramal se escapa por las laderas de la izquierda, iniciando el ascenso por lo que se conoce como Cuesta La Escalera, una vasta ladera común a los faldones del Samelar y el Sagrado Corazón.
Este atisbo de pista gira para entrar en una vaguada que vierte a los pastizales de las Vegas de Ándara. Remonta unos metros para repostar, en la cabecera de esta vaguada deudora, en la Fuente La Escalera. Contrafuertes de esta vasta ladera se irguen sobre este fresco manantial.
Se continúa el suave ascenso por la izquierda de este peñasco, siguiendo los restos de la pista minera que culmina, tras varias, desiguales y muriadas revueltas, en el Collao San Carlos (2.052 metros). Toda esta larga tirada desde la fuente se efectúa por las laderas del Pico Samelar; siendo la zona más agreste de la cuesta la que corresponde al Sagrado Corazón, de tránsito menos frecuentado.
Las pandas del Samelar y del Sagrado Corazón cobran en el Collao San Carlos diferente perspectiva. La placidez de las formas se torna escabrosa por la vertiente de Camaleño. Paredes desplomadas sobre el Puerto de Potes sólo encuentran fragilidad en la pedregosa Canal de San Carlos, que culmina en este mismo collado homónimo.
Un sendero faldea por las laderas del Sagrado Corazón permite mantener altura y dirigirse directamente a La Junciana. Mas compensa un poco de esfuerzo para acercarse a los pies del Sagrado Corazón.
Mejor seguir el canto de la montaña que ladearse por sus flancos. La subida por toda la cresta permite disfrutar de unas panorámicas inmensas, sin que el abismal corte de la montaña dificulte un ascenso protegido por las laderas accesibles de Cillorigo.
La antecima del Sagrado Corazón obliga a perder un par de metros, pero constituye un magnífico mirador de una cima somital que, desde los fondos de Ándara, se mostraba cuesta sin final, y corta desde aquí, en vacío, al valle de valles que conforma el alto Deva y sus afluentes principales.
El Pico San Carlos (2.212 metros) ha visto como la imagen del Sagrado Corazón -que lo preside- traspaló su figura con este viejo topónimo que aún pervive. Más de un siglo -en teoría- lleva mirando esta estatua a los vecinos de los valles que conforman la comarca de Liébana. Porque el Sagrado Corazón es atalaya de Liébana, y panorámica de las altas cumbres de la Cordillera Cantábrica. Comparte bravura con las cumbres hermanas de Ándara, aunque su posición escorada en este rincón del macizo le obliga a apartarse bastante del encanto visual de Los Urrieles.
4) Sagrado Corazón - La Junciana.
La Junciana es el siguiente pico de la cuerda. Para acercarse a su base, se continúa por toda la toda la ladera del Sagrado Corazón, a más o menos distancia del corte sobre los mundos de Camaleño, según el ánimo de cada uno. Con tendencia hacia el oeste, se disfruta de una plácida bajada por una ladera, si cabe, más franca que la seguida en el anterior ascenso.
La ladera remansa en la collada donde se unen las líneas del Sagrado Corazón y de La Junciana. Esta collada goza de los relativamente suaves relieves del Ándara minera de su costado norte, y se asusta ante los imposibles pasos de su vertiginoso costado sur, verticales desde donde se precipita la incipiente riega reseca del río Sabugo, sólo apta para rebecos, cabras y viejos pastores amamantados en la peña.
Se afronta la recuperación de la altura perdida por la ladera de la montaña de La Junciana. Más que ladera, se trata de un brazo de loma que accede a la panda asentada sobre desplomadas paredes, sólo accesible por este brazo de pastizal.
Corona esta banda intermedia una gorra de tumbada llambria, que se extiende por toda la cimera de La Junciana.
Para afrontar este llambrial que separa al montañero de la cumbre, lo más sencillo es gatear por el lado derecho, y luego continuar por la cresta hasta la cumbre.
La Junciana o Llambriales Amarillos (2.263 metros) corta en el extremo del cordal de paredes que dominan los pueblos de la baja Liébana, de este a Oeste: Alto de Las Verdianas, Samelar, San Carlos y este mismo de los Llambriales Amarillos. La enorme abertura de la Canal de Las Arredondas la desgaja visualmente, desde los fondos de Liébana, del núcleo agreste, somital y altivo de La Morra de Lechugales y Silla Caballo.
5)La Junciana - La Rasa de La Inagotable .
Sin embargo La Junciana no queda totalmente separada del universo de Ándara, sino que se integra en un cordal que vierte al Deva, distante del que, en la Pica del Jierro, tira para las vertientes del Duje, con su declive en el Hoyo del Tejo y en el cuenco de Sotres.
La ruta de encamina ahora al brazo intermedio de ambos cordales, que separa la Majada (y Pozo de Ándara) de las Vegas de Ándara, con final destacado en los Picos de Mancondíu.
A un golpe de vista se eleva el morro de la Rasa de La Inagotable. Hay que acercarse hasta la Horcada La Rasa, en la misma base de la pared. Descendiendo por la ladera noroeste de La Junciana se topa con la airosa arista que une ambas montañas. Aunque este crestón calizo no es difícil, si presenta alguna que otra sencilla trepada.
La arista cabalga entre inmensa Canal de Las Arredondas y los recovecos del Hoyo Oscuro. Una trepada permite montarse en la grupa de este estilizado obstáculo calizo, mucho más amplia de lo que parece a simple vista.
Bello camino colgado que conduce a la Horcada La Rasa. Una grieta de escalada quiebra el cortado de este morro de pared. Pero, tirándose por el lado de la Canal de Las Arredondas, se entra en una traviesa que se abre camino por los flancos sudoccidentales de La Rasa, a cada paso menos verticales.
El sendero de la traviesa choca, al final, con la pista que vertebra el centro de este extremo del macizo, la vieja pista minera que llega a los pies de las más altas cumbres de Ándara. Se coge la pista en la cuenca cimera de la Canal de Las Arredondas, donde mueren las ruinas de antiguas construcciones mineras. Aunque no hay comunicación de esta pista con estas ruinas, pues -y aunque no lo parezca- el trasiego de mineral de este cuenco se hacía por la misma Canal de Las Arredondas.
Por la pista a que se ha llegado se remontan un par de metros para coronar la Mesa del Grajal, en la misma ladera de La Rasa de La Inagotable (irreconocible, por su franca suavidad, en esta vertiente norteña de la montaña). La ampliada collada (Collado del Mojón -2.204 metros por ser límite entre los municipios lebaniegos de Camaleño y Cillorigo) se extiende desde los remansos de La Rasa de La Inagotable hasta el peñasco del Grajal de Abajo.
Tanto da decantarse por uno o por otro, o -en su caso- subir a los dos o a ninguno. La Rasa apetece por su calidad de relajante paseo; El Grajal de Abajo, por encaramarse sobre un farallón continuo bajo el que se hunde el valle del Pozo de Ándara.
6)La Rasa de La Inagotable - Castillo del Grajal.
Por el Collado Mojón devola la pista minera. Brevemente atraviesa la Llanada Grajal para iniciar el descenso por la Cuesta del Grajal. Se trata de un espacio comprimido entre los contrafuertes del Grajal de Abajo y el canto que une La Rasa con el Castillo del Grajal.
Alguna de las revueltas que traza la pista para ir perdiendo altura toca el canto con sus muros. Posas de miradas curiosas de este reducido farallón colgado sobre las vegas del Hoyo Oscuro.
Dejando la pista, guiándose por el canto, el montañero puede montar la guardia en lo más alto de los 2.042 metros del Castillo del Grajal. Tantas y tan insignificantes “conquistas” de cumbres, más que una aparente colección de picos, quiero pensar que se trata de una curiosidad innata del hombre para mirar más allá del horizonte, sea éste una pequeña collada, un diminuto resquicio del terreno, un montículo… o unos inmensos mar, montaña o desierto.
7)Castillo del Grajal - Collao La Aldea.
Retornado el curioso al cauce de la pista, ésta se cuela en el efímero Callejón del Grajal, escupidera de este triángulo de cuesta incardinado entre La Rasa, Grajal de Abajo y Castillo del Grajal.
Salido el vestigio de pista del embudo, un sendero corta para evitar los rodeos de la misma. Apartándose de la vereda hacia el canto de morrena calcáreo sito a los pies del Castillo del Grajal, por las llambrias que miran hacia las vegas del Hoyo Oscuro, puede verse una inscripción que recuerda el paso de personajes ilustres de nuestra reciente historia por estos lugares: “SM El Rey de España D. Alfonso XII y su hermana la infanta Doña María Isabel visitaron estos parajes y pernoctaron aquí en estas mismas alturas el día 14 de septiembre de 1881. La Providencia. Sociedad Minera”.
Desde este punto hasta el Collao La Aldea, las pistas forman un laberinto para enlazar los casetones del Hoyo Oscuro y las diferentes bocaminas. El Collao La Aldea se encuentra al norte de esta posición. Evitando los ramales que tumban hacia las ruinas de los casetones, al final se tiene que tomar esa dirección hacia la derecha, para meterse en la vaguada que entra escorada en la charca del Collao La Aldea.
8)Collao La Aldea - Casetón de Ándara - Canal de Las Vacas - Hoyo del Tejo.
Por camino conocido se vuelve al Casetón de Ándara. Podría repetirse el paseo por la pista; pero dejándose guiar por la vaguada, por debajo de la pista que continúa hacia Bejes, se entra en la Canal de Las Vacas.
En tramos se conservan restos de buen camino, mas no hay más que dejarse conducir por la rectitud de esta alfombra que desemboca en las Vegas de La Jazuca. En la ladera opuesta se encuentran las cabañas de la majada, a media altura de la pista minera descendente.
Se pasea cómodamente por la vega para, más adelante, remontar hacia la izquierda. Enseguida se retoma el camino que, con suave ascenso, retorna a la pista, en la zona llana de cortos arcos que apuntan a la morrena final donde espera el autocar.
RUTA ALTERNATIVA:
PUNTO PARTIDA:
Hoyo del Tejo (1.285 metros), límite de Asturias y Cantabria en la carretera que desde Sotres va a Tresviso.
DIFICULTAD:
Fácil.
DURACIÓN:
6 horas.
DESNIVEL:
550 metros a las Vegas de Ándara o 900 metros al Sagrado Corazón.
Fiesta del Sagrado Corazón.
No se sabe si por simple casualidad, o por casualidad forzada, la alternativa del GM Llamaello de este primer domingo de agosto de 2015 se va de romería.
En el año 1900, durante la actividad de las compañías mineras en el corazón de Ándara, se colocó una imagen del Sagrado Corazón de Jesús en la misma cima del Pico San Carlos. Allí se celebró la primera misa, dando inicio a una tradición popular que se repetiría cada diez años.
Esta romería cerca del cielo pasó, en 1960 -según recoge el maestro y escritor lebaniego Pedro Álvarez-, a tener carácter quinquenal. Es decir, que en la actualidad la fiesta del Sagrado Corazón tiene lugar el primer domingo de agosto de los años terminados en cero o en cinco.
La imagen sostenida sobre el pedestal, que comparte cima con el vértice geodésico, tuvo que ser cambiada en el año 1995, sin llegar al siglo de “vida”, muy deteriorada por los rayos y las inclemencias del tiempo. El Ayuntamiento de Cillorigo de Liébana sufragó los gastos para situar sobre el pedestal la imagen de bronce actual.
Varios son los recorridos para acercarse a honrar al Sagrado Corazón. Los vecinos del Ayuntamiento de Tresviso cogen, en el aparcamiento del Hoyo del Tejo la pista que sube al Casetón de Ándara. A pie por el Collao Tresmancondíu, o en todoterreno, faldeando los Picos de Mancondíu, para enlazar con la pista troncal que remonta desde Bejes, se empozan en las Vegas de Ándara, camino del Sagrado Corazón.
Este mismo pueblo de Bejes carga con el peso de la romería. Sus vecinos suben en todoterreno por las mismas pistas mineras que recorrían los bueyes cargados de mineral. En las Vegas de Ándara se colocan las barracas para amenizar la víspera; mientras en la cumbre del Pico San Carlos se engalana la imagen del Sagrado Corazón, escoltado por las banderas de España, Cantabria y Cillorigo de Liébana. Un manto blanco lo cubre toda la noche.
Otros pueblos de Cillorigo, así como los vecinos de Potes y del vecino Ayuntamiento de Camaleño, tienen su entrada por la Canal de San Carlos, llegando los vehículos a los pastos de Trulledes (Puerto de Potes). Allí, en el remanso de la canal, se instalan sencillas carpas para la comida posterior a la misa.
El pueblo de Lon carga con la ruta más dificultosa. Todoterrenos y tractores sólo tienen pista hasta el Hoyo Moro. Por los Puertos de Edes entran a la Canal de Juanfría, cuya horcada cimera queda justo en la vertical del Pico San Carlos. Afrontando un largo flanqueo por las graveras desprendidas de las paredes de esta montaña, logran unirse al resto de los romeros lebaniegos (y de los visitantes y montañeros de otras comunidades) en el Collao San Carlos.
El Pico San Carlos o Sagrado Corazón (2.212 metros) tiene fama de sencillo, basta recordar en una de las fiestas de hace algunos años, que unos vecinos lebaniegos se mangaron con sus motos en la cima. Los todoterrenos aparcan por la campa ese mismo día de la fiesta. Pero no hay que olvidar que los pueblos del entorno quedan bastante distantes. Y baste apuntar el dato de que, aparte de la enorme distancia que separa la villa de Potes (capital de La Liébana) del Sagrado Corazón, el desnivel de subida ronda los 2.000 metros. Este contraste entre el viejo caminar y el moderno rodar hace que se pierda uno de los momentos más significativos de la romería, cuando los vecinos partían a primeras horas de la madrugada portando sus antorchas para iluminar el camino.
A mediodía la gente se empieza a agolpar en el pequeño espacio de la cumbre esperando el inicio de la misa. Algún año la celebración corrió a cargo del obispo. Sacerdote u obispo ofician una misa en honor al Sagrado Corazón, con toques de guitarra y voces celestiales para acompañarla. Después de tocar la imagen, los romeros se retiran a las respectivas barracas para comer. En las Vegas de Ándara la sobremesa se ameniza con gaitas y coros diversos.
Al final de la tarde todavía queda gente que se dirige al pueblo de Bejes, donde se concentran los últimos actos de la verbena, poniendo fin a una velada muy distanciada en el tiempo, y declarada Fiesta de interés turístico de Cantabria.