PUNTO PARTIDA:
Soto de Sajambre (925 metros).
DIFICULTAD:
Fácil.
DURACIÓN:
6 horas.
DESNIVEL:
600 metros.
CARTOGRAFÍA:
55-III y IV y 80- I del IGN, escala 1:25.000. Adrados Picos de Europa Macizo Central, Escala 1:25.000.
DESCRIPCIÓN:
El valle de Oseja de Sajambre es municipio leonés, cabecera del río Sella. Cae del lado Norte de la Cordillera Cantábrica.
En Cangas de Onís (Asturias) se toma la carretera del Pontón (N-625), que remonta el río Sella. El Desfiladero de los Beyos es límite entre Asturias y León.
En Cobarcil, a la salida del desfiladero, se inicia la subida al Puerto del Pontón, perdiendo el contacto directo con el río.
Tras 4 kilómetros de subida, a unos 500 metros de la capital, Oseja de Sajambre, se encuentra el desvío de Soto.
Soto de Sajambre, junto con Oseja, Pío, Vierdes y Ribota (Cobarcil es un solitario caserío deshabitado), son los núcleos poblacionales del valle de Oseja de Sajambre. Aquél se esconde en un valle cegado y separado del resto. Se le ha definido como “Jardín de Peña Santa” por ser un valle de praderas regadas por el río Agüera, sobre cuyos hayedos emergen, en la lejanía, las aristas, agujas y flancos de esta peña.
1)Soto de Sajambre – Collao Barcinera – Carombo.
El aparcamiento de Soto se está concluyendo a las puertas del pueblo. En la curva en que se da vista a Soto, llega -a contramano-, procedente de Oseja de Sajambre, la Senda del Arcediano.
Por este punto, este camino medieval se reconvierte en calle troncal del pueblo. Se sigue en toda su longitud, pasando junto al hostal, la escuela y la iglesia. Remonta paralela al río Agüera. En la parte alta de Soto, sin cruzar el regato, vuelve a trazarse como una pista. Se pega al talud, mientras, a su otro lado, hace de entrada a la tienda-bar.
La pista gana altura enseguida, remansando antes del cruce de Güembres. Aquí se gira a mano derecha, para faldear por las laderas sureñas del valle.
Sin desvíos reseñables, el caminante se entretiene con la belleza el entorno. El farallón de Beza, por sus dimensiones, hace de fortaleza dominante del valle. La silueta de Peña Santa, empequeñecida por la distancia, se irgue como jito indicador de la Collada de Barcinera que, junto con la boca de Vegabaño, cierran la cabecera del valle de Soto.
En Valdelosciegos se deja la Senda del Arcediano. En plena revuelta de la pista, ya en las faldas del puerto de Beza, sale directo un camino. Camina entre el talud montuno y los cierres de las praderas de Valdelosciegos. Empozado en el fondo del valle Soto, echa otro guiño al montañero.
El camino tiene pinta de haberse agrandado para subir vehículos. Pronto llega a Llagubeño, otra zona de invernales y praderas dispersos. Tiene un recodo de vergel, en un par de tornos que forman un paréntesis aparte del lineal recorrido. En la curva superior se esconde un invernal, a la vera del camino, entre sombras de gruesos troncos. Cerezos dejan caer sus frutos sobre las piedras del camino. Los prados muriados acompañan hasta el próximo invernal.
El camino parece morir en un claro de pradera. Se gira en ángulo a la izquierda, con las laderas del Jario a la espalda y las esquinas de Peña Beza al frente. Corta subida para retomar el sentido lineal del camino en otra curva, ahora a la derecha, a la altura de una empalizada.
Entre redondas caídas de Beza, de nuevo por empedrado forestal, delimitado por las murias de Les Puertes.
Cede el bosque. Por terreno montuno de matorral se remonta a una loma. El camino se empina loma arriba, reconvertido en sendero de tierra por el Teso las Puertes. Una mancha arbustiva se cierne sobre la senda, tapando el claro de matorral significativo de este rincón hace unos años.
Finaliza el repecho. El sendero entra en una posa de hayedo y sale convertido en camino carretero. Otro claro deja ver la altura alcanzada, tomando como referencia las laderas del Pico Jario, en el otro costado del valle. El camino se interna en el bosque. Recibe, como sendero de tierra, una vereda que, sin los postes indicadores de un PR, pasaría desapercibida.
Continúa en llano, salvo un breve descenso con el agua estancada sobre el barro, poniendo fin a las laderas forestales de Beza.
La luz entra al fondo de un túnel de ramas de hayas. Se corona en llano el Collao Barcinera, con mojón de pastos. La pared de hayedo no deja ver el valle de Soto. Por la otra vertiente de la collada, un claro de pradera contiene las altas hayas, permitiendo -al entorno de Peña Santa- regalar una nueva mirada a la alta montaña.
El camino carretero sigue la línea de la collada para bajar a una pista. De frente la señal indica Vegabaño. Se dobla a contramano, pasando por debajo de la Collada de Barcinera. La pista ladea por las sombras de una vaguada, hasta una colladuca cercana.
Un brazo de pista parece abrirse a la izquierda. Un brazo cegado, retazos del viejo camino que iba a Llaviñeru. Se continúa por la caja principal, que devola la colladuca. Un par de árboles caídos en un temporal hace años, ha puesto la puntilla a una pista que se difuminaba primavera a primavera.
Se inicia el largo descenso por los universos de Carombo. Se intuye la valleja que envuelve la Cotorra de Escobaño por este costado norteño; mas el camino, difunta pista, se deja caer ladera abajo. En la bajada se suceden un par de claros alargados, donde los incipientes brotes de hayedo recuperan el puesto perdido por sus padres.
Gracias a esta cesión del bosque, se pueden identificar torres como El Camperón, de relativa altura, cuyas faldas vierten a la cuenca del Dobra, cortadas sobre el Desfiladero de La Jocica; las Garitas, Peña Santa y la Punta Extremera, en el mogollo del Cornión.
Por el fondo del claro inferior, el sendero es acosado por una mancha de prietos avellanos. Pasado el túnel arbustivo, la caja del camino retoma una amplitud más acorde con su pasado.
Baja hasta la riega, intuida pero no vista, en los últimos resquicios del descenso. Vadeado el reguero, se entra en las praderas de Carombo, acosadas por el helecho. El sendero, cuando no perdido entre el helecho y la campera, baja a un árbol (determinado por su figura, difícil de definir, aunque llamativa), en el retorno a la foresta.
En el árbol se tuerce a la derecha, recuperándose –en unos metros– el viejo camino. Por la umbría el hayedo se deja resbalar al río Dobra. Una alta plancha de hormigón hace de puente entre el Precornión y el viejo Parque Nacional de la Montaña de Covadonga.
El camino observa como el Dobra va perdiendo altura en su descenso respecto de él. Pierde enseguida la referencia del afluente del Sella, doblando a continuación un pequeño canto. Su rastro se disuelve en un laberinto arbustivo, en los lindes de las ancianas hayas. Ladera arriba, enlazando reductos de campera y sorteando las pantallas de arbusto, sale a campo abierto.
Vadeando las llamargas de un regato, se apuntan las pisadas hacia el Chamozo. Esta cabaña no es la única del Carombo empozado; pero dada su privilegiada posición, intercalada entre la peña y el bosque, parece que todo el mundo de Carombo gira en torno a ella. La fuente se encuentra unos metros a su derecha. Más arriba, a la izquierda, destaca el salto de La Medoria. Una cascada de aire, por la que se precipita todo el mundo de Valdecarombo.
2)Carombo – La Jocica – Bellanzo.
La cabaña del Chamozo es encrucijada de caminos. El que baja de Vegabaño por las apreturas del Dobra; los que suben -en los primeros pasos unidos- a Valdecarombo y a Cuarroble, y, descontando el traído desde Soto, la senda de La Jocica.
El Chamozo es pasto de Amieva, en Asturias. El camino más directo para venir de Amieva remonta el río Dobra por la Jocica. Sin embargo, la senda de La Jocica es maeda, es decir, paso malo para las vacas. Los rebaños vacunos de Amieva se ven obligados a efectuar un largo rodeo por la Senda del Arcediano. Los puertos de Beza son pastos leoneses. Los vecinos de Amieva tienen servidumbre de paso, con sus rebaños, por la majada del Olla. Este camino, llamado camino de Los Rocinos, enlaza con el que sube de Soto de Sajambre cerca del Collao Barcinera (el sendero de tierra que en su momento cité).
El camino de La Jocica y el de Cuarroble marcan distancia nada más salir de la cabaña del Chamozo. Mientras este último sube en diagonal, pasada la cuenca reseca de riega de La Medoria; el camino de La Jocica, apenas toma un poco de altura en el terraplén del mismo cauce.
El sendero se encamina faldeando por una vasta ladera hacia la boca del desfiladero del río Dobra. La subida hasta la cabaña del Chamozo obliga, ahora, a perder el desnivel ganado. En la travesía por la ladera, se recibe otro camino, procedente de otras cabañas de Carombo, ocultas por el boscaje en las inmediaciones del río.
Para internarse en el desfiladero de La Jocica, la senda ha de flanquear las peñas que cierran la infinita ladera. El camino se arma doblando los riscos, alto sobre el lecho del Dobra.
La Senda de La Jocica sigue el curso del Dobra por las angosturas y laderas de su margen derecha. En la majada de Dobraseca, en la margen izquierda, el río se sume. Las piedras del río hacen de puente natural entra ambas márgenes. Por encima de Dobraseca se encuentra la majada de Llaviñeru, cuyo camino se coge en el Puerto de Barcinera. Llaviñeru es paso para Sabugo, en la Senda del Arcediano, por las laderas del Canto Cabronero; o atajo, canal abajo, a la Senda de La Jocica.
La Senda de La Jocica alterna tramos abiertos con manchas sombrías de bosque. Encerrada en el desfiladero, busca como referencia la presa que pone fin a la senda. Al ir bastante alejada del fondo del desfiladero, disfruta de una perspectiva más abierta. Una vez oteada la mancha de agua embalsada, puede hacerse una idea del terreno que le queda por recorrer.
En la cabecera del embalse, en las faldas escarpadas del Canto Cabronero, una fuerza devastadora ha arrancado medio bosque. El caminante no encuentra explicación. La senda atraviesa un canalón, por cuyos horizontes altivos despunta El Camperón, mil metros más arriba. ¿Una tromba de agua caída sobre el embalse, un alud de enormes proporciones? Pero quizás fuerza no se precipitó desde este angosto canalón, sino que vino encauzada por el desfiladero del Dobra, ¿un vendaval encauzado entre el Canto Cabronero y El Camperón.
Una portilla cierra la senda en las primeras empalizadas de madera. Comienza la maeda que las vacas no pueden sortear. La Senda de La Jocica se deja guiar por esta barrera de empalizada del Parque Nacional. Contempla los visos soleados del embalse, desde las colgadas laderas bajeras de la Sierra de Mercader.
La senda cae sobre la explanada vigilante de la presa de La Jocica. En las ruinosas edificaciones de la presa, nace una escalera interminable que baja hasta los muros de la presa.
Una pista dobla el canto para entrar en la majada de Bellanzo, ajena a los cañones del Dobra.
A la vera de la pista se ofrece una fuente, donde el montañero puede rellenar su cantimplora. Sentado a la sombra de unos espinos, planea un posa para picar y beber. Los cerdos pastan libres por las camperas de Bellanzo. La Senda del Arcediano, descubierta por la línea de tendido eléctrico, mira envidiosa este rincón apartado del Dobra.
3)Bellanzo – Central del Restaño.
En la majada de Bellanzo se inicia una rápida bajada por pista. Los primeros tornos murian los cantos en que se asienta este vergel. Luego ya se adentra en el bosque para remansar, a orillas del Dobra, junto al cegado ramal de Ceremal, bonita vega de majada en la margen izquierda del río.
La compañía del Dobra es efímera, tan sólo unas decenas de metros, mientras contempla la cascada de paso a los Seos de Ozania. El leve ascenso de la pista mira de soslayo toda la inmensidad del canto Cabronero, reflejándose en las inquietas aguas del Dobra. Mientras el río vuelve a ocultarse al caliente sol, la pista también se recrea en un rincón sombrío.
Paralela en la distancia al río, no tarda en bajar a su presencia, en las laderas que ocultan el cegado Canalón del Texéu, en los bajíos de Ordiales.
El Dobra surge de la sombra en una represa, una bañera en comparación con la Presa de La Jocica. Por un puente retorna a este apéndice del Cornión, donde zumba la Central del Restaño. El agua embalsada en La Jocica, se convierte en electricidad. Una nueva balsa, reaprovecha el agua eléctrica, iniciando otra nueva conducción que, atravesando el subsuelo de la Sierra de Amieva, ataja al río madre, El Sella, en la Central de Camporriondi.
4)Central del Restaño – Valle de Angón – Collao de Angón –Amieva.
Desde el Dobra, sube la pista por una rampa pegada a la central, a cuyas puertas siempre saludaba y conversaba Tito, “El del Siete”. Cortando los cantiles del Dobra, dobla al Valle de Angón.
El valle forma un cuenco de praderas que se extiende hasta las paredes extremas de la Sierra de Amieva. Durante el paseo hormigonado, se suceden las casas a la vera de la pista. Unas señoriales, otras obreras, las más de fin de semana, de corte alpino o casucas en forma de silo.
Durante el ascenso al Collao de Angón, a espaldas de las caídas salvajes de Ordiales y Cotalba, se esparce algún que otro invernal.
El Collao de Angón marca el inicio de la Sierra de Amieva. Es ventana abierta a la cuenca del Sella y mirador alpino al macizo de Las Peñas Santas. En esta collada muere el empedrado de la Senda del Arcediano, en el tramo dejado en Valdelosciegos, en los cielos leoneses de los Puertos de Beza.
La pista de hormigón faldea por las praderas de La Cotada de La Visitancia, paralela a la Sierra de Amieva. El caminante disfruta con las montañas deudoras del Sella. El Aboguero y la Cuesta Valles (aquél de caliza y ésta de tierra), forman un conjunto desgajado de la Sierra de Amieva, cuya continuación natural prosigue como Sierra Bescoba. En las faldas de la Cuesta Valles, se esconde el pueblo de Amieva.
Dos son los únicos cruces troncales de la pista. Tirando a la izquierda en el primero no se necesitaría llegar al segundo. Dicho ramal zurdo baja a las puertas de Amieva. El otro ramal entra en Amieva por arriba, una vez pasado el cruce con la pista que sube a la Collada de San Román, depresión con “humilde” mirador que desgaja las faldas conjuntas de las Sierras de Amieva y Bescoba del conjunto solitario del Aboguero y la Cuesta Valles.
La campana del concejo se encontraba encima de Amieva. Hoy se encuentra al lado del cementerio, terminando la ruta por este ramal que muere a las puertas de Amieva.
Alternativa
PUNTO PARTIDA:
Cien.
DIFICULTAD:
Fácil.
DURACIÓN:
6 horas.
DESNIVEL:
800 metros.
DESCRIPCIÓN:
La alternativa de la jornada se queda en tierras asturianas. El autocar, deja una parte del grupo en el ramal de Cien (pasado el Km. 139 de la N-625), entre Vega de Cien y Ceneya, este último pueblo en la boca inferior del Desfiladero de Los Beyos.
La ruta se puede iniciar, indistintamente, en Cien (al margen de la carretera del Pontón) o en Ceneya, a las puertas del Desfiladero de Los Beyos, donde se toma el ramal de carretera que sube a Amieva, punto final de la ruta.
1)Cien – Llerimundi.
A la vera de la N-625, en el cruce de carretera que sube al pueblo de Cien, se detiene el autocar en una garita de la línea regular que sube a Oseja de Sajambre.
Se cruza la nacional, y se empieza a sufrir el asfalto de este corto ramal de carretera que muere en Cien. No se llega hasta el mismo pueblo. Apenas rebasados los primeros quinientos metros, cerca de una de las casas de los extrarradios de Cien, se coge un camino a contramano.
Este viejo camino era la comunicación de las vegas del Sella con la antigua capital del concejo, Amieva. La construcción de la carretera nacional por el Desfiladero de los Beyos cambió las rutas de comunicación con Castilla. Si antes se evitaba el beyo por los pasos altos de la Senda del Arcediano (de ahí la capitalidad del pueblo de Amieva), ahora toda la circulación sigue el curso del río Sella.
En las afueras de Cien, se entra en este recorrido senderil por la época medieval. El camino pasea en llano sobre el tramo de carretera recorrido. Faldea bajo los contrafuertes del Aboguero (solitaria montaña desgajada de la Sierra de Amieva, elevada entre los pueblos de Cien, Ceneya, Amieva y San Román). Camina, en paralelo, al curso descendente del río Sella.
Desde la misma garita de inicio de la ruta, sube otro camino (hormigonado) junto a una casa, para entroncar con el que se trae. Recibe, más adelante, la variante de camino que sube de Ceneya (el depósito de agua del pueblo sirve de jito del cruce de caminos). Tres posibilidades para llegar al mismo sito, al doblez del camino que emboca al desfiladero del río Vallegón, afluente del Sella en la escupidera de Los Beyos.
El río Vallegón salta por las profundidades de un desfiladero labrado en su agonía entre el Aboguero y el Cueto Vallegón, punta esbelta de entronque de este beyo con la boca del Desfiladero de Los Beyos. El camino dobla el canto por encima los tejados de Ceneya (ocultos por el boscaje que hace de seto del viejo camino), mientras la carretera se Amieva se retuerce por los argayos del Cueto Vallegón, al otro lado del río.
Camino, río y carretera volada forman tres líneas paralelas en el estrechamiento de acceso a esta cuenca prieta. En los bajíos de la Canal de la Vara, el camino salva el puente sobre el río Vallegón, para chocar con la carretera.
La idea original era pasar a Llerimundi evitando la carretera. Por el collado sobre el que despunta la pica del Canellín pasaba un camino hacia sus canales. Por el valle intermedio cruzaba por el camino que subía de Rañes (primer barrio del Desfiladero de los Beyos) al Collao Llerimundi. Uniendo ambos senderos se coronarían las majadas de Llerimundi.
Nada más llegar a la carretera coincidí con un vecino de Cien. Esta zona esta bastante perdida. Su recomendación fue seguir por la carretera. De buen firme y de ensanchamiento no muy alejado en el tiempo, el agua subterránea hunde su asfalto cual terremoto. A falta de algo mejor….
La carretera enlaza dos curvas opuestas en herradura bajo la hoyada de ladera de la collada desechada, a la izquierda del Cueto Vallegón. Corta la roca a base de barreno. Antes de llegar a un recodo en curva bajo un peñasco, se coge un tramo del camino antiguo que sube a Amieva. Está bastante conservado y se intuye el paso frecuente de la gente.
El río Vallegón se utiliza mucho para realizar descenso de cañones. Una vez bajado el río, la gente usa estos trozos de camino antiguo como atajos para regresar a los coches.
Tramos de empedrado hablan de una importante vía de comunicación. Hoy queda un vestigio escondido en la sombra y atacado por el musgo.
Evitado el pretil de la carretera, se vuelve a tocar su asfalto; aunque en unos metros se acorta otra vez por lo restos de la vieja vía de comunicación. Un paseo por el castañar, con ruinas mohosas de abandonadas cuerres, pone fin al último capítulo de este viaje nostálgico de caminos de herradura de Amieva (¿¡o no?!).
La carretera serpentea casi apuntando el cruce con la pista de Llerimundi. En este cruce se separa el viejo camino (que baja al río Pandiello), la carretera (que salva este río unos metros más arriba) y la pista de Llerimundi.
La pista sale a la derecha de la carretera, entre prados de siega. Sólo unos metros, con retazos de asfaltado antiguo, como sobrantes de la carretera vieja, tarda en entrar en la pequeña mancha de bosque. Entre los prados y el monte retoza una rieguca, a la que apenas se presta atención.
El tramo de bosque es breve y abierto, lo justo para empezar a perfilar con la mirada el Porrón de Valluengu (en la Sierra de Amieva) y, más a la derecha, separados por la intuida depresión del Collao de Angón, la Cabeza La Texa y vasallo el Chamozo, entre los que se va a colar nuestra ruta.
Una señal de obra de prohibido adelantar se fija como anuncio de Llerimundi. Un invernal saluda en el canto de una pradera, irguiéndose al fondo El Carriá, lejano en la otra orilla del Sella.
Llerimundi es ería de prados, invernales y casucas remozadas. Inmensas peñas lo cierran por el Norte, el mundo umbrío del hayedo y del Camino del Carbón. El soleado rincón del Collao Llerimundi es postal bucólica, empastada con el Aboguero y la Cuesta Valles. A caballo entre las cuencas del escondido río Pandiello y el valle que devola a Rañes, ve como los cierres de alambre cortan el paso de los caminos hacia esta vertiente.
La pista de Ordes no pasa por el Collao Llerimundi (545 m.), aunque se le acerca bastante. Tira un ramal de pista, en plena revuelta de la principal, para coronarlo y devolar hacia la vertiente de Rañes, unos pocos metros para dar acceso a una nave.
2)Llerimundi – Piriañes.
La pista de Ordes no se detiene en el cruce del Collao Llerimundi. Continúa su ascenso entre los prados y desconjuntados invernales. Por el entorno del Collao Llerimundi modélicos invernales de piedra conviven con remozadas cabañas. Pero a unos metros del cruce de pistas, un par de construcciones chirrían con el paisaje. La vista las trata de evitar, dirigiéndose hacia el pueblo de Amieva, resguardado entre las faldas de su sierra y la Cuesta Valles, pico montuno adherido a las peñas del Aboguero.
Otra cabaña llama la atención sobre el prado de la derecha, algo más adelante. No se percibirá su extravagancia hasta descubrir su techumbre, una vez ganada altura por los lindes de esta campera. La teja se ha sustituido por retales de chapa, colorados y azulados.
Los cierres de los prados unen las alambradas por medio de estacas coronadas con musgo. Pequeñas cabañas e invernales de piedra aún resisten en este mundo de colladas y praderas. Del viejo camino del puerto de Ordes no recuerdo ni su trazado.
Llerimundi está formado por laderas y colladas de prados. Mas no es una vega infinita de pasto, sino que peñas y mosaicos de bosque descomponen su uniformidad.
En una recta de foresta la mirada se dirige a la sierra del Chamozo. Este cueto envuelve la cuenca del río Pandiello. Sirve de referencia al camino que se adentra por este desfiladero de hayedo, sito a su derecha.
Un último giro emboca a los últimos confines de Llerimundi. Una peña enorme proyecta su sombra sobre este par de prados. A la izquierda de la pista se ha aprovechado una reducida cantera. A la otra mano suceden dos cabañas en línea, una pequeña y otra grande. La última vez que pasé eran de piedra. Hoy la cabaña pequeña se ha convertido en una casuca para pasar el fin de semana. Casa e invernal han perdido sus guapas paredes de piedra. La teja del invernal también ha desaparecido, quedando sólo el color del nuevo material.
A menos de veinticinco metros del invernal, recta arriba y sin llegar a la rampa de hormigón que anuncia los tornos de pista que inician el valle del Collao de Ordes, la ruta se desvía a la izquierda (Este), en el mismo lado de la cantera, pero unos metros más arriba.
El camino pasa desapercibido. Se pega a la muria inferior del último prado de Llerimundi, también regido por un invernal, que se aprecia sobre los musgos de su muria.
En la otra esquina de la muria, un reguero marca los lindes de prados y hayedo. Curso de agua sin importancia pero de especial singularidad. Tiene pinta de ser el regato que fluye por el valle que culmina en el Collao de Ordes. Diría que es el mismo que se cruza al coger la pista de Llerimundi. ¿Por qué me llama la atención este arroyuelo? Porque no dista mucho del río Pandiello, ni en este lugar ni al cruzar bajo la carretera de Amieva. Son dos cuencas paralelas que casi se dejan rozar, y, sin embargo, no tienen contacto hasta su fusión en el río Vallegón.
Se salta el regato tratando de intuir el camino por el sotobosque del hayedo. Inmerso el camino en la umbría del bosque, sólo el desnudo invierno deja ver la “uve” del desfiladero del río Pandiello. Con la triscada hojarasca que alfombra del sendero apenas se aprecia el murmullo del río. El nuevo arroyo se convierte en guía de nuestro camino. Aunque no caminan paralelos, ambos se encauzan en un mismo desfiladero: el río en su lecho y el sendero en sus laderas.
El camino cruza el río Pandiello saltando a su margen derecha. Mientras el arroyo se pierde valleja abajo, el camino afronta una rampa buscando escapar de su cauce. Faldea a media ladera para no perder la referencia auditiva, sino visual, del río.
En una colladuca el sendero invita a volver a las orillas del río. Pero no es más que un ramal que baja a los restos de una majada o cuerra, comida por la foresta, a la derecha del arroyo. El camino principal vuelve a escapar del río Pandiello. Traza un par de revueltas para ganar más altura sobre éste, antes de proseguir el faldeo por la boscosa ladera.
El camino corta la peña en un bonito rincón de cueñe. De momento conserva su trazado, aunque no aparenta indicios de un uso ni mucho menos frecuente. Los troncos caen sobre su caja. La yesca dice que el monte gana terreno al hombre.
En un claro del bosque saltan las mudas cascadas de la riega Gustaviegu, con la majada escondida en la collada cimera de esta cuenca del Monte Los Tornos. Este arroyo se precipita sin contemplación sobre el río Pandiello. A la altura de esta mecedura de torrentes, el camino deja que su largo faldeo se deje morir a orillas del río Piriañes, es decir, del arroyo que, junto con el de Gustaviegu, forman el río Pandiello.
El desfiladero del río Pandiello se ha ido abriendo en forma de valle al convertirse toponímicamente en río Piriañes. Por el Sur, las umbrías laderas norteñas de hayedo comprimen el valle. Al Norte se alza el cueto del Chamozo, contrafuerte de la Cabeza la Texa. Estas laderas sureñas del valle de Piriañes sacuden el bosque, conservando apenas algún haya descuidada, acebos y bosquetes arbustivos de espineras.
En el río Piriañes la senda cruza al otro lado, para reinternarse en el Monte Los Tornos camino de la majada de Gustaviegu (Sur). Cuenca arriba, se llagaría a la majada de Piriañes (Este). Y por la ladera despejada (Norte) se coronaría el Chamozo (960 metros), atalaya del Sella del bajo Amieva.
También podría entrarse en este valle de Piriañes por la majada de Gustaviegu. El sendero se cogería en la misma pista de Ordes, pero más arriba. Habría que salirse de la pista, por un retal del camino antiguo que subía al Collao de Ordes. La vereda de Gustaviegu devola el canto que delimita este valle de zigzagueantes tornos. Esta ruta está muy perdida. Apenas se encuentra algún vestigio. Entra en la majada de Gustaviegu por encima de la cabaña que resiste en pie. Cruzando la riega de la majada, se retoma el camino, ahora sí bastante marcado, que oye el estruendoso saltar del río Gustaviegu por el Monte los Tornos. El camino principal baja a la riega Piriañes algo más alto que el punto en que detuve la descripción de la variante directa por la cuenca del río Piriañes. El camino cruza el arroyo, para encaminarse a la Jorcada de Abajo (por la que devola la continuación de nuestra ruta).
3)Piriañes – Jorcada de Abajo – Collao Angón.
Tanto el camino que remonta por toda la cuenca del río Pandiello (Piriañes en la zona de valle), como el más alto que viene de Gustaviegu, toman la referencia de la Jorcada de Abajo, en la sierra que cierra el valle de Piriañes por el Norte.
Las Jorcadas, de Arriba y de Abajo, son dos cabalgaduras que se escalonan entre el bajo cueto del Chamozo (960 metros) y los cortados contrafuertes del Cabeza La Texa (1.235 metros). La Jorcada de Abajo (927 metros) es la collada aneja al Chamozo, sita a un nivel inferior de la más agreste Jorcada de Arriba, de peor paso hacia la vertiente del río Vallegón.
El sendero traspone la arbustiva Jorcada de Abajo cayendo por una canaluca forestal y norteña, casi como una torrentera de cantos calcáreos, donde las cabra trazan sus veredas.
La senda cruza por la cabecera de una reseca valleja. Se desciende un poco, pero ha de prestarse atención, pues hay remontar unos metros, no dejándose conducir por las sendas de tierra que tiran para abajo, quizás para acceder a prados ganados al bosque, en estos apartados cimeros de la cuenca del río Vallegón. Una pequeña cabaña preside la escondida campera sobre la que el camino, alto, remonta.
El sendero dobla la loma final de esta vaguada, para rodear el cierre inferior de un prado inclinado, que pugna con el hayedo en los bajíos de la Cabeza la Texa y la Jorcada de Arriba. Otras dos remozadas cabañas se asientan en la parte superior de la pradera.
El camino no se junta al cierre del prado. Otras veredas se interponen entre ambos, escapando del barrizal que asola el camino.
La senda marrón se deja caer a una pista de acceso a prados y cabañas dispersos. El bosque da sus últimos coletazos, antes de morir en el Collao de Angón, donde se funde con la Senda del Arcediano y la pista de hormigón que sube del Valle de Angón.
Sólo resta el duro paseo de pista, por las praderas de la Cotada de la Visitancia (en las faldas de la Sierra de Amieva), para reposar en el bar de Amieva, echando una partida a las cartas, mientras llegan los compañeros de la otra travesía.