PUNTO PARTIDA:
Carretera de Los Lagos (de Covadonga): majada de Teón, bajo la Trompa del Elefante (983 metros).
DIFICULTAD:
Muy fácil.
DURACIÓN:
6 horas.
DESNIVEL:
200 m. en ascenso y 800 m. en descenso.
MAPA:
Macizo Occidental de los Picos de Europa de Adrados, escala 1:25.000 y 55-I y II del IGN. Escala 1:25.000.
DESCRIPCIÓN:
En la carretera de Los Lagos (de Covadonga), más allá del Mirador de La Reina, se dobla una collada de abierta panorámica al Macizo de las Peñas Santas. La trompa de un elefante dormido, reclama nuestra atención, mientras el autocar se precipita por una fuerte bajada que emboca, sin control, a la depresión de Comeya.
Una curva de herradura recala en el rellano en que la carretera retoma su sentido ascendente. El autocar busca un rincón donde apartarse. Depositando a los mochileros que preparan su recorrido pedestre.
El vehículo nos deja en la llana vega de Teón. Las cabañas de la majada se concentran en el fondo de la vega, al pie de los escars que la cierran por el Oeste. Llamativo de Teón es una muesca natural, en las bajas estribaciones del Canto Fuerte.
Remontamos desde las cabañas de Teón a esa característica brecha, en los contrafuertes sureños de Canto Fuerte (doble cimera separada de la “Trompa del Elefante”, o Arco de Teón, por la carretera de Los Lagos).
Buscando las veredas del ganado, vamos librando la cuesta que recala en la majada de Fana. Pueden verse dos o tres coches aparcados, aprovechando una corta pista que se desgaja de la carretera. Aunque la singularidad de Fana se encuentra justo al lado, en un huerto de altos árboles. Una muria describe el contorno de este singular plantación, evitando que se confunda con un capricho de la naturaleza. La mano del hombre estuvo aquí, como estuvo en la construcción de una majada regentada por la Porra de Enol, pero con guiños al Pico Armada y al Mirador de Ordiales.
Fana es una majada abierta al Oeste. Tres líneas paralelas apuntan al ocaso. Las dos más evidentes se esquinan a ambos extremos de este fondo de vega. Por la Vega Fondos, continuación de la de Fana, remonta el camino más directo hacia Covadonga, por la majada de Severín. El otro camino baja, en vez de subir como el anterior. Marca la collada inferior de desagüe de la vega de Fana, nacientes del Pelabarda.
Entre ambos, queda un tercer camino, más escondido. Tenemos que acercarnos al conjunto central de cabañas de Fana. Entre el peñasco que las protege y la muria de una pradera de la majada, se cuela un camino, por instantes casi pista, que entra a otra vega recóndita, paralela a la Vega Fondos.
Seguimos este tercer camino intermedio. Atraviesa todo el hoyo, para remontar por una cuesta de llamarga y barro. La collada cimera de la cuesta transpone el sendero a una traviesas, en la base de la alargada Sierra La Cuenca.
El final de la sombría travesía se detiene en una doble collada, sobre los cielos de la hondonada de Tresllué. Por la parte alta de la collada, debemos retomar el sendero, que dobla uno de los cantos de aquella sierra. Flanqueando los xerros de ésta, nos dirigimos en dirección Sur, para alcanzar el Collao Los Blancos. Este pastizal, ceñido entre la Sierra La Cuenca y el Porro La Jermosa, descansa sobre los bosques y peñas del alto Pelabarda. Es una pequeña definición del puerto de Pandecolines, anexo al Collao Los Blancos.
Ambas colladas quedan separadas por el Porro La Jermosa. Un sendero lo faldea por su base, por la vertiente de Pelabarda. Corto trayecto que muere en un puerto de colinas, matorral, regatos y pastizal.
Pandecolines (1.008 m.) es una vasta collada de pastizal, cimera de la Montaña de Covadonga (si circunscribimos esta montaña al puerto bajo) y separada por las cuencas del Pelabarda y el Pomperi de las altas torres del Cornión, el macizo de las Peñas Santas.
Pandecolines mira a Covadonga (Santuario donde germinó el primer Parque Nacional de España) y a Ordiales, donde reposan los restos de su creador, el Marqués de Villaviciosa. Pandecolines es panorámica sin fin; mas, al mismo tiempo, es encrucijada de caminos, xerros y majada. Es entorno de reflexión, mientras esperamos la siguiente parte del recorrido.
La Collada de Pan de Colines se extiende desde el Porro La Jermosa y el Porro Caballero. Caminamos por toda la loma de la collada (Sudoeste), hasta su final en la majada de Pan de Colines. Las primeras cabañas se resguardan en una hoyada, al pie del Porro Caballero.
Mientras parte del grupo saca un tentempié y sestea; el resto continúan la aproximación a Piedras Negras. El sendero mantiene su dirección, hasta una cabaña de la majada, más apartada, recogida bajo el brazo calcáreo descendiente de aquél porro. Este contrafuerte va encauzando el camino, girando la vaguada hacia el Sur.
Encontramos un jito, un jito natural que no pasa desapercibido: el Paré Merín. Este xerro se eleva como castillo del Pelabarda. La cara Norte se refresca en un reducto de bosque. La cara opuesta da nombre al cerro. Corta sobre las laderas que vierten al Pelabarda, en un vertical paré, atalaya del bajo puerto de la Montaña de Covadonga.
El camino gira a la derecha, colándose entre el Porro Caballero y el más cercano Paré Merín. Baja por una franja caliza, buscando la parte superior de la ladera que vierte al Pelabarda. El sendero faldea en dirección Oeste. No hay pérdida, una enorme mole se eleva al fondo: Piedras Negras. En su base queda la majada de Pelordoña. La verde vega y las manchas de arboleda, sirven de indicación hasta que se empiezan a vislumbrar los restos de las cabañas.
La subida a la peña se puede hacer por ambos costados de la montaña. El más vistoso es el que la envuelve por el Sur; aunque el de orientación más sencilla es el opuesto. Elegimos éste. Vega arriba (Norte – Noroeste) va formándose una valleja. Asciende desplazándose hacia la izquierda (de frente continuaría el sendero directo a Orbiandi), para coronar la cresta de Piedras Negras por esta vertiente.
Piedras Negras (1087 m.) no es un balcón del Dobra, pues las cortadas del desfiladero aún quedan apagadas por una larga hondonada de laderas y vegas. No obstante, es señora de la baja Montaña de Covadonga, esquinada en esta cordillera del puerto bajo, que mira sin límites al Cornión de Don Pedro Pidal y al Precornión del Arcediano de Villaviciosa.
Además, es baluarte de las grandes meceduras del Cornión. La mecedura de los ríos Pelabarda y Pomperi ( río del Pozo del Alemán de Corao, D. Roberto Frassinelli); mecedura de ambos con el angosto Junjumia, que nace en los Campos de Cuenye Cerrada (inmediaciones de Vegarredonda), y mecedura final de todos estos aportes de nieve con el río Dobra (que nace en los Montes de Salambre).
El retorno a Pelordoña puede hacerse por el sendero que mira a estas bellezas de Covadonga, que apunté anteriormente. El sendero se pierde en tramos, mas siempre queda la referencia del Paré Merín y, al doblar los primeros cantos, de la majada de Pelordoña.
Desde ésta puede pasarse directamente al valle de Orbiandi. Sin embargo, retrocederemos a Pandecolines para recoger a los compañeros de la ruta corta.
De la majada de Pandecolines volvemos en dirección al Porro La Jermosa, sólo para situarnos en la parte media del puerto. Giramos al Norte. Regatos, ladera y matorral se confunden inicialmente en la parte alta del puerto.
Enseguida se va dibujando una morrena del puerto. Tomamos como referencia un potril. Junto al cercado aprovechamos un bebedero para repostar agua. Descendemos, inicialmente, por toda la loma. Este largo promontorio muere bajo la peña de Tresllué. La majada homónima, que ya contempláramos con anterioridad al coronar el collado del mismo nombre, se apunta en el húmedo hoyo que cierra la morrena por la que transitamos.
Algo desviada a la izquierda de la loma, se levanta una peña calcárea, aislada aunque de poca altura. Dejamos la morrena y giramos hacia ella, por un sendero que faldea por su izquierda (Noroeste). Esta dirección se mantiene (el sendero se difumina unos instantes al pasar por una veguca con arbolado), para, de golpe, girar al Sur, por una valleja de matorral. Corto tramo de descenso que confluye en el Jou del Agua.
Este ceñido y estrecho valle, un pequeño claro en el bosque, sigue el curso de un regato. Aportes del puerto de Pan de Colines, que manan de la valleja que circunda la cara umbría del Porro Caballero.
Saltando, una y otra vez, el riachuelo, dejamos que se suma en unos taludes de tierra, dando fin al valle. Remontamos, en dos pasos, el collado que oprime el regato, quizás en tiempos pretéritos una pequeña laguna.
El collado más parece un dique natural, pues el valle no se detiene en este obstáculo, sino que vuelve con fuerza, ampliándose entre largas cuestas. El valle, Canal de Orbiandi, se estructura en dos majadas, que le dan nombre. La que vemos al lado es Orbiandi de Arriba; la otra, buscando el fondo del valle, es Orbiandi de Abajo. Agua y pasto dan vida a un recóndito rincón, cortado sobre las verticales llambrias que rompen sobre el desfiladero del Dobra.
En el collado en que nos encontramos confluye una encrucijada de caminos: el que traemos de Pandecolines; el que baja a Orbiandi; el que viene, entre matorral, de Pelordoña, y, el que debemos seguir, que ladea sobre la Canal de Orbiandi.
Este sendero asciende, a media ladera, en dirección a una marcada collada. Seguimos la senda principal, pues otras veredas de vacas se desvían unos metros para abrevar en un bebedero próximo. Coronamos la collada, alejándonos de Orbiandi.
El camino entra en un terreno que define el puerto bajo de la Montaña de Covadonga. Xerros, vegas y arbolado disperso. La misma configuración del terreno va guiando nuestros pasos; eso, y un camino, en tramos empedrado, que hubo de tener un pasado glorioso.
Tras este laberinto de recodos, el sendero gira en escuadra, en dirección Norte. Las laderas sobre las que transita vierten a los abismos del Dobra. Al otro lado del desfiladero, se elevan las cimeras de la Sierra de Amieva.
El camino pasa alto sobre la majada de Busnuevu, ganada al matorral y a los afloramientos calizos de la ladera. Belleza querida pero no pisada. Una pequeña sierra separa esta majada de la de Vizcalluenga. Un sendero las enlaza, mas, para abreviar, cortamos en descenso, vaguada abajo (dirección Noroeste) hasta la majada de Narbes.
A nuestra espalda queda, en lo alto de la collada que se ve al Sudoeste, la majada de Vizcalluenga. En la base de la vaguada que desciende de la majada, se forma un pozo de vega. Un riachuelo nace y muere en sus entrañas. Buena fuente para los que han dado el rodeo por Vizcalluenga; aguas cristalinas perdidas para lo que hemos atajado por Busnuevu. La maqueta de río pertenece a Narbes, pero el sendero de Busnuevu entra en la loma superior de la majada. Las cabañas se refrescan bajo la sombra de altos árboles. La vega de Narbes no es uniforme, parece un mosaico o un laberinto de praderas cercado por espinos y arbustos.
Está pendiente la continuación de la pista que viene de Següenco (prácticamente coincidente con el GR Oviedo – Covadonga). De momento la ha detenido el límite del Parque Nacional. Con pista o sin pista, tenemos que salir de Narbes por el Norte. El camino nace de un sendero que chapotea por una zona llamargosa.
Entrar en el camino y, al poco, dejarlo. Una vereda, en su día desbrozada, sale, ligeramente en descenso, a nuestra derecha (Este). Evita un hoyo por el Norte, iniciando la subida de una cuesta de matorral.
El sendero se desvía al canto de la sierra. Hacia la mitad del crestón debemos encontrar el paso a la otra vertiente. Semeja un canto de doble filo. Toda la cuesta de ascenso es una rampa de matorral y afloramientos calizos. Por el otro costado, en un terreno escarpado, poblado de árboles. Un único paso, gracias a un camino muriado, permite bajar en diagonal, al valle que fluye desde el Collao Cebeo (749 m.).
El sendero más evidente, quizá hecho por las vacas para ir a un bebedero contiguo, faldea hasta la majada de Espadañal, en lo alto de la larguísima collada que ya se veía desde que coronamos el canto. Este sendero nos permitiría bajar a Covadonga, bordeando Peña Sienra por el Oeste.
Pero, para descender hasta el río Les Mestes, debemos cercar Peña Sienra por el Este. Para ello coronamos el Collao Cebeo (Este). En la cúspide de la otra margen de esta cuenca, se yergue la Porra Tresllué, que frena la morrena que se desliza desde el puerto de Pandecolines.
Traspuesta la collada vamos faldeando en llano, bajo las calizas de la Peña Cebeo. Suave travesía, hasta doblar por la valleja que recala en Les Mestes (o Las Mestas). El sendero, hostigado por helechos y matorral, entra por un pasillo abierto entre una finca y un xerro calcáreo. Manteniendo la dirección (obviamos la vereda que sale a nuestra derecha), nos pegamos a los lindes norteños de las fincas de la majada. Bien encaminados, llegamos directos a la majada.
Cruzamos por su puente de hormigón, a la margen derecha del río Las Mestas, donde coincidimos con el GR que viene de Fana. Por encima del camino hay un chorro de fuente.
Resta un tramo calizo, para posarnos en la vera del río. No tenemos falta de pintura. Una línea de aguas cristalinas nos guía hasta la boca de la tierra. Las rompientes del río rugen en una garganta de piedra que vuelve a nacer a los pies de La Santina.
Aunque lo mejor, es coger el camino empedrado que se inicia a la derecha del cuevón de Orandi. Unos metros de ascenso para devolar a un bosque agraciado con los trinos de las campanas de la Basílica.
En este bosque nació España; reinó Don Pedro Pidal, y vive la Santina de los asturianos.