PUNTO PARTIDA:
En Amieva (590 metros).
DIFICULTAD:
Difícil.
DURACIÓN:
8 horas.
DESNIVEL:
600 metros .
CARTOGRAFÍA:
55 - I y III del IGN, escala 1:25.000.
DESCRIPCIÓN:
Amieva es uno de los pueblos más conocidos de los montañeros como extremo final de la Senda del Arcediano. Sin embargo, dicho camino tiene vida más allá del conocido tramo que une esta antigua capital de concejo con el pueblo leonés de Soto de Sajambre. Hablamos de una antigua vía de comunicación que permitía el intercambio de mercancías entre Asturias y las tierras castellanas. En la actualidad ha sido señalizada como Sendero de Gran Recorrido desde los puertos leoneses de Panderruedas y del Pontón hasta Puente Dobra, donde se unen las aguas del Dobra y del Sella.
Afrontamos aquí el último tramo de esta afamada ruta, que discurre en su totalidad por tierras asturianas, serpenteando por un conjunto de sierras que se van cerrando en cuña entre las cuencas de los reseñados ríos.
Compaginaremos el recorrido eminentemente senderista de este último tramo de la Senda del Arcediano con una travesía que incluya la ascensión a las más renombradas cumbres de las Sierras de Amieva y Bescova.
Recorremos el pueblo de parte a parte, desde la iglesia que nos recibe a nuestra llegada hasta las casas más altas de Amieva. Por la parte derecha sale la rampa hormigonada de pista que conduce al Collao de Angón. Pronto va cediendo su ímpetu. Un poste indicador nos anuncia que enlazamos con la Senda del Arcediano. El ramal que entra a la izquierda se dirige a La Collada de San Román. Nosotros seguimos de frente, por las faldas de la Sierra de Amieva, en dirección a la Collada de Angón. Más adelante una nueva pista nos llega de la derecha, es la misma que nace a la entrada de Amieva.
Seguimos travesía entre las murias y lindes de avellano de las praderías de La Cotada de la Visitancia, hasta situarnos a la altura del Porrón de Valluengu. Este torreón se destaca en el extremo más escabroso de la Sierra de Amieva. Dos profundas canales surcan las paredes en que se sustenta la torre cimera. Tenemos que entrar por la de la derecha, conocida como Canal del Chuercu.
Se abandona la pista de Angón, entrando por una mala vereda que se abre paso entre avellanos y muria hacia una escondida cabaña. Por mal terreno montuno y de viejas ruinas amenazadas por la maleza, nos encaminamos a la lengua de tierra que escupe el ceñido canalón del Chuercu.
Un sendero de cabras se adentra en el estrecho embudo de subida. Empotrados entre dos paredes, la vereda nos conduce a un tumbado canalizo (IIº) en que se deja sentir la humedad del umbrío rincón. Por encima de la trepada una corta rampa de hierba, pero de gran inclinación, nos obliga a seguir utilizando las manos. Corta por arriba una vereda de cabras por las que nos salimos de la Canal del Chuercu a una horcadita que se abre en el canto de la derecha, que da paso a las cangas de las Texucas (último conjunto de cumbres de la sierra, que corta sobre el Collao de Angón).
Trepamos por el soleado canto hasta una horcada superior. Otra vereda nos devuelve a la Canal del Chuercu, en una zona tomada por los avellanos y colgada sobre un resalte de la misma. Ya no se sigue progresando por la canal, sino que se atraviesa, saliendo por una vira diagonal que enlaza en una nueva horcada con la vía normal de subida.
Trepamos (Iº) por una canaleta que alcanza las cangas superiores del torreón. Evitamos por la derecha una alargada llambria, para alcanzar la cresta de la cumbre por su extremo más vulnerable.
Una pequeña cruz, obra de Tito “El del Siete, que durante largos años trabajara en la Central del Restaño, preside la cúspide de este perfecto torreón (1.092 m.). Tito nos ha regalado otra talla de la Virgen de Covadonga en una de las piedras de la vega de Seoriu, en la falda Sur de esta misma Sierra de Amieva.
La vista del Porrón de Valluengu es verde, azul y blanca: verde por las praderías del recogido valle de Amieva y de sus invernales del Valle de Angón; azul por el tortuoso caminar de un río que se hunde en los profundos abismos de la Sierra de Amieva, desgajándola de su macizo madre, el Cornión, y blanco por las calizas nevadas de este macizo y las verticales en que cuelga el Mirador de Ordiales.
Destrepamos el canalizo de subida hasta la horcadita en que se unen la vía normal y la que entra desde la Canal del Chuercu. A mano derecha entramos en una concha herbosa por la que accedemos a las viras de salida a la Boca de Valluengu, pronunciada horcada que separa el torreón que se acaba de coronar del crestón del Rellu.
Esta peña vamos a flanquearla por la vertiente de Amieva, perdiendo algo de altura al principio para evitar las partes más agrestes de este costado. En cuanto el terreno lo permita, se recuperará la altura perdida, ascendiendo hacia la Boca la Divina, tajada que separa El Rellu de la siguiente cimera de la Sierra de Amieva, los Murllos.
Sin necesidad de llegar a la Boca la Divina, se entra en una evidente rampa herbosa que remonta por un lateral de esta nueva montaña. Se estrecha en su parte superior. Por terreno de fuerte inclinación (Iº) vamos buscando paso hacia la cresta. El camino hacia la cumbre es de gran belleza, pues en este modesto sector de la Sierra de Amieva las cumbres están más perfiladas por la vertiente del Dobra.
Pasamos por la cresta de la cima sin detenernos, pues los Murllos (1.175 m.) no pasan de ser una antecima del techo de la sierra, Los Redondos. Unos bloques calizos interrumpen la arista. Nos descolgamos por una airosa vira (Iº/IIº), por el costado que mira hacia Amieva. Va bordeando hasta bajar a una nueva horcada, cómo no, colgada sobre el Dobra.
La sierra empieza ahora a desdibujar sus perfilados perfiles. Coronamos los 1.244 m. de los Redondos, disfrutando desde las alturas de las principales zonas de reserva del Parque Nacional, cantiles del Dobra y de su mecedura con el Pelabarda. Todo el crestón recorrido de la Sierra de Amieva se prolonga en dirección a los remansos de Angón y las pobladas frondas del alto Dobra. Bosques, desfiladeros, valles y los Picos de Europa, el macizo al que nos adscribimos y germen del actual Parque Nacional.
La siguiente cumbre de la sierra es el Primiellu, que junto con Los Redondos son las más destacadas por su volumen y altura. Se pierde, eso sí, la perspectiva del Dobra, en un cordal de mayor anchura que empieza a albergar pequeños valles y majadas. No se pierde, sin embargo, la belleza del paisaje; como lo confirma el vértice geodésico del Primiellu.
La diferencia de altura entre ambas cimeras, apenas 15 metros, es engañosa. Procuraremos no perder la línea de sierra, siguiendo los lindes del Parque Nacional, hasta la Vo de Timarro. Esta collada intermedia es puerta de paso desde Seorio, en la vertiente de Amieva, a la Campera Llarga, vaguada cegada que mira al Dobra. Los 1.230 m. del Primiellu cobran una nueva dimensión, por la considerable altura perdida. Varias son las veredas que permiten coronar esta montaña, todas bastante evidentes.
Desde su vértice alcanzamos a ver el final natural de la sierra, el Porro el Collao la Cueva, hacia donde debemos encaminar nuestros pasos. Nos tiramos ladera abajo, al principio sin rumbo fijo, pero al final tendiendo a recuperar la línea divisoria del Parque Nacional, que no es sino la línea de sierra. Los dos accidentes más destacados son la Vo de Parriellu y la Vo de Pozu Redondu. La primera de estas colladas es punto de paso desde las laderas de la sierra que miran a Amieva a la majada de Parriellu, cuya mejor conservada cabaña se deja ver desde el Primiellu, en la vaguada que desciende hacia las quebradas del Dobra.
Más adelante se encuentra la otra “vo” (collada), la de Pozu Redondu. Hemos pasado la vertical de La Collada, paso más alto en la pista que une Amieva y San Román. Cede la Sierra de Amieva y entramos en la de Bescova. El pozo que da nombre a la collada queda unos metros más abajo en las laderas que bajan a La Collada.
La Sierra Bescova se inicia con un cómodo ascenso al Porrón. Una vez ganada altura se continúa por un terreno caótico, aunque uniformemente alineado y andadero, que mantiene una altura similar, que se conoce como Les Boleres de Viscoba (Bescova). Al final de la travesía un pequeño cueto se desplaza hacia el Noreste de la línea de cumbrera. Aprovechamos para colarnos entre ambos, bajando a una pequeña campera caracterizada por un pequeño hundimiento de tierra. Sería el escalón intermedio en nuestro descenso hacia los Campos de Pandevilla, alargada depresión de la sierra que vierte hacia los desventíos del Dobra. Atravesando esta profunda vaguada de pasto ya se inicia el sencillo ascenso al último de los porros del cordal, el del Collao la Cueva.
El Porro el Collao la Cueva (1.073 m.) marca el punto de inflexión del cordal, en particular, y del Precornión en general. La sierra se descuelga más de trescientos metros hasta el Collao Sañín, por donde vemos atravesar la Senda del Arcediano. Sigue una sucesión de modestos cordales, apretados entre las cuencas de dos ríos ya no tan distantes, que van sacando punta a este extremo del Precornión.
Desde este extremo de la Sierra Bescova se domina la práctica totalidad del concejo de Amieva, desde su capital (Sames), a un paso de los bajíos del Sella, hasta sus altos puertos del Cornión. La pequeñez de los Picos de Europa pierde aquí parte de su sentido. La cúspide calcárea del Macizo Occidental se pierde en la distancia. Del Precornión, a cuyo final en Puente Dobra nos dirigimos, se pierde ya en los cielos de León, donde emerge la figura emblemática del Canto Cabronero.
La bajada del Porro el Collao la Cueva es bastante enrevesada. Bajamos al rellano de campera que se escalona en la vertiente del Sella. Con tendencia Sur-sudoeste, buscamos la entrada en un pindio canalón, delimitado por la derecha por una continua franja rocosa. Sirva como apunte que esta canal se descuelga directa sobre el Cueto Mayo, solitaria aguja de escalada que emerge al lado de la carretera que baja de San Román a Sames. Cuando ceden los farallones de la derecha, se inicia una travesía a esta mano, cruzando, también en travesía, la canal que se descubre al otro lado. Una vereda permite sortear otro crestón calcáreo que interrumpe nuestro flanqueo. Superado éste, ya se baja por el canto a una collada de pradera acosada por la maleza. En este rellano, ya se coge un sendero que se tira por una pequeña acanaladura hacia las tomadas laderas que vierten al Collao Sañín (706 m.).
Por la collada pasa una buena pista, construida en su mayor parte sobre la caja de la Senda del Arcediano. Continuamos marcha, dejando a la izquierda las agujas del Pico Castiello y a la derecha la muria de las praderías que vierten al Dobra por el verde Valle de Cueries. En las otras márgenes del río despuntan las inexplicables cortadas de los Porros de Vizcalluenga.
Paseamos entre invernales, camino de la encrucijada de caminos de la Viga el Carro. Por la izquierda se desvía El Caminón en dirección a Carbes (pueblo intermedio entre San Román y Sames); la pista que se mete en las vallejas de la derecha baja al Valle de Cueries, en ruta hacia Vis por la vertiente del Dobra; por su parte, la Senda del Arcediano, sigue de frente, faldeando aguas vertientes al Sella, aunque la referencia sea más geográfica que visual.
El camino es una sucesión de intermitentes bosques y conjuntos dispersos de praderías e invernales. Tres montañas se erigen en referente paisajístico: el Porro el Collao la Cueva, de volumen no demasiado atractivo, pero sí familiar, que se va dejando a la espalda; el Pierzu, por el corte, también familiar que se recorta bajo los arcos del Puente Romano de Cangas de Onís, y la Mota Cetín, solitaria meseta calcárea que vamos dejando hacia el Oeste.
La caja de una pista de reciente construcción se está apoderando del trazado de la primitiva Senda del Arcediano. Nos encamina sin opción hasta Posadorio, bello conjunto de cabañas montadas en la collada que marca el declive del cordal. La pista pierde altura en unas pocas revueltas. Pierde pronto ímpetu, retomando un tono más reposado. Continuamos atentos por la izquierda de la pista, buscando uno de los tramos que aún se conservan de la antigua Senda del Arcediano. El empedrado camino se desvía por esta mano de la pista, antes de la subida que la encamina a la otra vertiente del cordal, a la del Dobra. Este último tramo de senda nos baja directos al pueblo de Vis, enclavado en lo alto de una abierta collada de aterrazadas huertas, aguas vertientes a las dos principales cuencas fluviales de este sector de los Picos de Europa. Su iglesia, de bonito retablo, se encarama en lo alto del cueto que domina el pueblo.
Atravesamos el pueblo entre hórreos y viejas casas de piedra, guiados por la señalización del Sendero de Gran Recorrido. El camino domina visualmente las apreturas del Dobra, ceñidas entre los Porros de Vizcalluenga (en la Montaña de Covadonga) y el Porro el Collao la Cueva, ventana natural por la que asoman las nevadas torres del Cornión. El paisaje se interrumpe al adentrarse la senda en un poblado castañéu. Restos de cuerres y algún panel explicativo van acompañando el último tramo de descenso. Llega a una horcadita, en la línea de sierra, en que se desdobla en dos ramales. Nos tiramos a la derecha, por las laderas que vierten al ya próximo Dobra. El camino se vuelve sendero, buscando las márgenes del río. Acobardado llega a Puente Vieyu, un altivo puente de piedra reflejado en los pozos esmeralda del Dobra.
Apenas restan unos metros para el final del trayecto, que se alcanza indistintamente por cualquiera de las márgenes del río. En Puente Dobra, salimos a la carretera del Pontón, en plena mecedura de los ríos Dobra y Sella, protagonistas ocultos de la travesía.
La alternativa mucho más sencilla es:
DIFICULTAD:
Muy Fácil.
DURACIÓN:
4 horas y 30 minutos.
DESNIVEL:
300 metros.
DESCRIPCIÓN:
Sorprende en una travesía tan suave la dura subida del inicio, tanto por las calles de Amieva como por la empinada rampa hormigonada de salida. Tomamos estos primeros compases con paciencia, sin intentar seguir a los compañeros que se han decantado por la alternativa más dura. Para no cebarnos en mantener su paso podemos subir directamente a La Collada por el Camín Real, que sale también de la parte alta del pueblo, pero por la izquierda. El camino, sendero en algunos tramos, enlaza con una cegada pista, por la que remontamos hasta La Collada (801 m.).
En la Collada, de Amieva para los de San Román, o de San Román para los de Amieva, se vuelven a unir el Camín Real y la Senda del Arcediano, que pasa por aquí convertida en moderna pista hormigonada.
Recientemente se ha inaugurado un mirador que domina todo el valle de Amieva. Un reducto de monte y praderías aislado entre montañas, con la vieja capital en el centro del cuadro. Dentro del Precornión, submacizo en que se localiza, destacan los conjuntos de Beza y el Canto Cabronero, y del más modesto Valdepino. Son las únicas montañas que pueden reclamar cierta cuota de protagonismo ante el territorio de las Peñas Santas, en “el Reino encantado de los rebecos y las águilas” que diría D. Pedro Pidal, cuya tumba es, desde aquí, apenas un punto en mitad de verticales abismos calcáreos.
La forma del mirador quiere recordarnos, al menos en la idea, al del Fitu, en la Sierra del Sueve. La taza circular de éste se transforma aquí en un pasillo de hormigón que finaliza colgado sobre la ladera.
La construcción del mirador ha venido acompañada de la mejora de la pista que baja a San Román. La pendiente, con continuas revueltas, es bastante pronunciada, no atenuándose hasta las puertas de San Román.
Salimos del pueblo por la carretera, dando por perdido el viejo trazado de la Senda del Arcediano. Pese al escaso tránsito que presenta, caminaremos con las precauciones necesarias. En el Collao Pandazoso, el asfalto tapa los tubos que alimentan la Central de Camporriondi, reaprovechamiento hidráulico de la Central del Restaño, o trasvase involuntario de aguas del Dobra al Sella.
Queda aún un buen tramo de carretera, en cuyos taludes veremos una de las placas que jalonan todo el Gran Recorrido de la Senda del Arcediano, explicativas de algún animal o árbol singular.
A la altura del Cueto Mayo, nos desviamos por la pista de tierra que sube al Collao Sañín. Un poste indicador marca el desdoblamiento del GR. Por la carretera continúa el llamado Camín Real, que llega a Vis enlazando los pueblos de Carbes y Sames. La Senda del Arcediano vuelve al monte, remontando hacia la mencionada collada. El Cueto Mayo es un jito inconfundible, una enorme aguja que emerge solitaria en este recodo de la carretera.
La subida hasta el Collao Sañín (706 m.) es bastante tendida. Coincidimos en la collada con la ruta alternativa por las Sierras de Amieva y Bescova, de ahí que sea un buen lugar para hacer una parada gastronómica. Los más atrevidos pueden trepar (Iº/IIº) al Pico Castiello, colgado en vertical sobre la aldea de Carbes.
El resto del trayecto es común con el descrito anteriormente. Como se trata de una travesía bastante más corta, queda tiempo para acercarse a la Hoya de San Vicente. Basta seguir la pista que remonta por toda la margen izquierda (sentido ascendente de la marcha) el cauce del río Dobra, con la que enlazamos a la altura de Puente Vieyu. La pista cruza el río en un par de tramos. Al no haber puentes, nos valdremos de un sendero que no abandona esa margen del río.
La Hoya de San Vicente es un remanso del Dobra al que acuden los vecinos de Cangas de Onís a bañarse. El río rellena este recogido cuenco buscando paso a través de una barrera rocosa que trata de cegarle. Al lado de esta playa de cantos rodados se extiende la plana campera de San Vicente, con las remozadas cabañas apurando los lindes del bosque. En lo alto del monte destaca una casa vestida de blanco, que nuestro grupo conociera a su paso por el Río La Vara. Altas quedan también las terrazas y huertas de Vis, por las que se intuyen las voces cansadas de nuestros compañeros. Es hora de regresar hasta el autocar, aparcado en Puente Dobra.