PUNTO PARTIDA:

Poncebos (Cabrales).

DIFICULTAD:

Media.

DURACIÓN:

7 horas.

DESNIVEL:

1.400 metros.

CARTOGRAFÍA:

Adrados. Picos de Europa. Macizos Central y Oriental. Escala 1:25.000

ACCESOS:

Desde Villaviciosa se transita por la Autovía del Cantábrico en dirección a Llanes. Nada más pasar el viaducto de San Antolín hay que desviarse por la salida a la gasolinera de Bricia, y por una salida falsa, unos metros antes de llegar a la gasolinera, se gira entrar en Posada de Llanes a través de la travesía de Bricia.

Se sale de Posada por la AS-115, en tres kilómetros se cuela en la cuenca del río de las Cabras. Por el Desfiladero de Las Cabras (14 kilómetros desde Posada), coqueteando entre los concejos de Onís y Cabrales se entronca en El Cruce con la AS-114 que, por el Alto de Ortiguero, devola al valle de Cabrales.

En Arenas de Cabrales se toma la AS-264 para, en cinco kilómetros, detenerse en el Embalse de Poncebos.

DESCRIPCION:

Poncebos es uno de los embalses que atempera las aguas del Cares para su aprovechamiento hidroeléctrico. En su cabecera está la Central alimentada por el canal de aguas que une los pueblos de Caín y Camarmeña y cuyo camino de servicio ha dado lugar a la afamada Senda del Cares.

Era encrucijada de caminos, aún hoy conservados; nudo de comunicación con los pueblos de Sotres, Tielve, Bulnes y Camarmeña. Camarmeña cuenta con tres caminos de acceso directos (descontada la carretera). El que arranca en el mismo embalse de Poncebos y la variante que sube desde La Trapa (establecimientos hoteleros al otro lado del túnel de la carretera, en la mecedura de los ríos Duje y Cares) están unidos en un mismo PR que culmina en Camarmeña.

El camino que se inicia en El Caleyo, tocando ya el final del asfalto, se ha visto afectado por un desprendimiento. Argayado el muro que lo sustentaba ha quedado cortado para los animales de carga. El paso ha sido asegurado con un cable para facilitar el agarre de las manos.

1) Poncebos - Camarmeña.

Dentro de las alternativas posibles de acceso a Camarmeña puede optarse por la primera que se encuentra. Se cruza el embalse de Poncebos por el puente que lo corta por el medio, paso al Hostal Poncebos, antigua Casa Sara.

Pescadores y algún pato doméstico son habituales en este estanque. Pero observando fijamente bajo la superficie del agua, con suerte, puede llegar a verse hasta el desmán ibérico. Aunque no conviene detenerse largo rato, pues queda mucho camino por recorrer.

Pasado el establecimiento hostelero arranca uno de los caminos que suben a Camarmeña, con panel indicativo del recorrido. Gana altura rápidamente sobre el embalse trazando varios tornos. Al otro lado del río se aprecia el antiguo camino que comunicaba los pueblos de Tielve y Sotres, donde la proliferación de tornos se hace más evidente. La Canal de La Rumiada era el peor tramo del camino por la caída de piedras de los animales de carga. Quedan las ruinas de una construcción en los primeros compases del camino, protegida bajo las peñas.

El camino de Camarmeña, sin embargo, tiene un inicio más tendido. Los contados zigzag recorren la más asequible cuesta de La Ingiesta. Luego suelta una larga tirada diagonal hacia las matas de avellano que refrescan el sendero. Pese a lo empozado de este abrupto arranque, el Joracao del Eru, en Peña Maín, y la enorme ladera del Cueto Albo son testigos de las escarpaduras de los Picos de Europa. Poncedos no deja se ser un punto neurálgico en que prácticamente se unen los tres macizos que conforman el antiguo Mons Vindius (“Monte Blanco”).

Este camino de Camarmeña estuvo afectado por varios años por un argayo que barrió su trazado. En la actualidad el paso es franco, pero debe obviarse en caso de grandes lluvias o riesgo de tormenta.

Otra tirada de pequeños tornos umbríos culmina en La Portiella. En esta horcada, sita bajo el peñasco del Cueto La Portiella, se une nuestro camino al que procede de la Caleya de Bárcena (que conforman este pequeño PR de Camarmeña). Unidos ambos en la línea de los tubos que alimentan la Central de Poncebos sólo queda seguir sendero hasta el punto en que el Canal del Cares muere en la boca de tan gruesos y enormes tubos.

El camino, bajo este tramo colgado del Canal, entra en Camarmeña, pueblo que mira de cara al Picu Urriellu. Baja unos metros para coger la calleja de fino enlosado que, por encima de la iglesia, sube al Mirador del Naranjo.

2) Camarmeña – Canal de La Bobia – Majada de Ondón.

El Pueblo de Camarmeña se recoge en los cantiles inferiores de la Canal de La Bobia. Sin necesidad de bajar al Mirador, la pista continúa unos metros hacia las últimas casas de Camarmeña. En esta cuesta, a la mala sombra de los nogales, se coge el sendero que recorre la Canal de La Bobia. Aquí la canal se estrecha en una marcha forestal. Pronto la vereda gira bajo una peña, retomando su fisonomía de buen camino, para escorarse al costado de la canal.

Por una cueñe metida entre la peña y la muria de los prados sale a una cuesta sobre la que se irguen los desplomados contrafuertes de La Raxuca. La Raxuca en la montaña que cierra por el norte la cabecera de la Canal de La Bovia/Bovia (o Canal de Las Bobias). Sus paredes bajan comprimiendo la canal hasta desplomarse en esta mancha de cuesta.

La vereda remonta la cuesta hasta situarse en la base del desplome. Aquí se inicia el siguiente tramo de canal en que el camino discurre entre las murias de los prados y los desplomes que cierran la canal por este costado.

Jito destacado en este tramo es La Cueva, enorme cavidad usada para el resguardo del ganado. Aquí arranca un camino muriado colgado en el mismo abismo de la pared. Una portilla regula el paso de cabras y ovejas al otro lado del desplome. Es vía directa para coronar, primero La Raxuca y, después, el Alto La Peña; pero los escabrosos escares de aquella peña compiten con la más asequible ascensión por toda la Canal de La Bobia.

Más arriba el camino deja la protección de la pared y se tira, poco a poco, hacia el centro de la canal. Se retuerce en sucesivos y breves zigzag, donde se esconde una fuente, para salir a la majada de Esmenadorio.

Unos metros antes de la cabaña que hace de jito se recibe el sendero que viene de Pandespines, majada refrescada en el canto que cierra la canal por el sur, procedente de los intrincados pasos de Pregüeles, otra de las vías de acceso a la majada de Ondón.

Sita la ruta, más o menos, en el último tercio de la Canal de La Bovia, donde La Raxuca toma su condición de bastión de estos mundos, un pequeño respiro permite tomar conciencia de toda la panorámica que envuelve esta sufrida canal. La constante mirada del Picu Urriellu no es óbice para disfrutar del contrapunto de la Canal de La Bovia, su lineal continuación por el desfiladero del río Duje, abriéndose en cuña entre la puntiaguda aguja del Ariscu Sonllanu (Portudera –Macizo Oriental-) y los riscos y hayedos de Peña Maín (Macizo Central), con la desplomada pezuña del Cuetu Vierru, a la altura de Tielve.

Pasada la cabaña de Esmenadorio el sendero trepa pon un resalte de gravera y matorral, cuesto escalonamiento para medio reposar en el último tramo de canal. Sin darse cuenta se ha pasado, durante la larga ascensión desde Camarmeña, de un lado a otro de la canal, de ahí que haya una mirada más abierta del mundo vertical de La Raxuca.

En la cabecera de la canal se forman dos canalones, ambos con salida a la Vega de La Bobia. El de la izquierda es más estrecho y empinado. El camino busca el de la derecha, atravesando por esta cimera estrecha de la Canal de La Bobia, buscando retornar al abrigo de los cortes de La Raxuca. Una sucesión de cortos y estrangulados zigzag remontan el estrecho canalón, dando fin a la Canal de La Bobia y devolando, sin sucesión de continuidad, a la Vega de La Bobia.

Esta camperuca descansa en lo alto de la Canal de La Bobia. Abre la puerta a una banda herbosa, cada vez más comida por el matorral. Por ella camina el sendero a apura los últimos pasos hacia la majada de Ondón.

Esta abierta franja disfruta de un abanico panorámico mucho más amplio que la dirigida mirada de la Canal de La Bobia. El omnipresente Picu Urriellu pasa a compartir protagonismo con toda la Meseta de Amuesa, sobre la que se alza el vasallaje del rey de Los Picos: Torrecerredo. Pero al doblar la Vega La Bobia reclama protagonismo la quebrada del Cares, conocida con “La Garganta Divina”. Esta tajada separa los macizos de Los Urrieles y del Cornión, con la bella figura de Peña Santa de Castilla como reina de todas las peñas de la Montaña de Covadonga, en la cual –pese a al aparente lejanía- discurre nuestra ruta.

Este tramo de inclinado soleado se extiende en paralelo bajo la línea de cordal que une el Alto La Peña con La Raxuca, con ladera bastante franca para coronar esta atalaya de Camarmeña. A los pies de esta banda verde se forma la concha que se descuelga a los mundos de Pregüeles, una dehesa de pastos, cada vez más tomados, sostenida sobre el corte poroso y rojizo de Abeyares, vigilando el paso de la gente por la costosa subida de Los Collaos, única tachuela de la Senda del Cares.

Este paseo por los altos extremos de la Garganta del Cares culmina en la majada de Ondón. Las grandes cabañas se concentran en un rellano de pasto, al pie de los contrafuertes sobre los que se asienta el Alto La Peña.

Ondón es uno de los rincones más amables de los Picos de Europa. Recogido al abrigo del hermano de Cabezo Llerosos, conocido también como Cuetón de Llerosos, funde las impresionantes panorámicas que se han venido disfrutando con los vestigios, todavía en pie, de un pasado pastoril de esfuerzo y bullicio.

3) Majada de Ondón – Alto La Peña.

Al Este de Ondón, sobre la franja herbosa que viene de la Vega de La Bobia, sobresale la picuruta de La Raxuca (1432 m.). La cresta que se extiende hacia el Noroeste, ladera arriba de la majada de Ondón, sube hasta el Alto La Peña. Las caídas Sudoccidentales de esta cresta son tanto más tendidas cuanto más nos acerquemos a La Raxuca. Sobre la majada de Ondón irrumpen los primeros contrafuertes verticales. Bordeándolos por la derecha se gana la arista gracias a un estrecho y angosto canalón. Un arbolillo crece en las paredes de su izquierda. Este embudo es muy corto y no plantea ningún problema, dado que es paso habitual del ganado.

Sin embargo, la ruta se decanta por la subida hacia Sanllagu. Al lado de las cabañas (noroeste) se recoge el húmedo Valle de Friero, donde brota la fuente de la majada, en otro tiempo una de las aguas más puras de los Picos de Europa; en años recientes hubo meses en que beber de sus aguas no era muy recomendable.

Un sendero gana altura desde las cabañas por encima de la vega de llamarga, pegado a la peña. No tarda en llegar al Jorcáu, pequeña brecha de salida de este cuenco de valle y que despide la compañía de Ondón.

Traspuesto El Jorcáu se pasa al Paré de Ondón, desplome en los farallones que sustenten el Alto La Peña. Aquí se deja el camino que gira en herradura por este circo de gravera para colarse por el Valleyu Terenosu con dirección a la majada de Beceña.

Para llegar a Sanllagu hay que superar la Canal Llarga. Tres canales herbosas cierran el Paré de Ondón hacia el oeste. La central se intuye, más es un canalón cegado. Evidentes son las laterales, ambas accesibles (una pequeña y ceñida trepada en la de la izquierda) y de parecida y costosa inclinación. Al hacer el recorrido en ascenso ambas son válidas, en sentido opuesto de descenso la mejor el la que se pega a la peña, siguiendo la misma franja vertical del Paré de Ondón.

Superada la Canal Llarga el mismo terreno guía la ruta por una vaguada que recala en el Pozu Llagu (Sanllagu). Esta charca marca el paso a una banda de pasto alpino que corona la sierra. Casi tocando la barrera de los mil seiscientos metros, goza de una panorámica sólo distinta de la de Ondón por la pureza del aire y el reflejo de las siluetas montañeras en sus aguas. Se pasa de una postal pastoril de Ondón a otra bella postal de esta lágrima de humedal.

Las sendas terrosas del pastizal suben hasta el próximo Collao Llagu, devolando por el Valleyu Llagu a la vertiente del río Casaño, una vaguada de pasto que se va cerrando en La Canal, a la altura de la fuente de Ostandi. Todo este linde de pastizal cierra el Alto La Peña por el Oeste.

Para coronar las cimeras del Alto La Peña, en la misma charca se tira ladera arriba (norte) remontado hasta la collada sita a la derecha del Pico San Llagu, que debe su nombre al bebedero natural de los animales.

Una vez en el cordal no hace falta seguir su línea, que apunta al saliente. Por la vertiente norte caminan veredas del ganado por una zona más franca de pastizal. Más adelante sí puede cogerse la línea de sierra. La majada de Ondón, escondida en las alturas desde las profundidades del Cares, se contempla aquí como una vega de verde llamarga y de rojos tejados hundida en los cantiles del Alto La Peña, remanso de placidez en un peldaño que aún queda a centenares de metros de las cortadas de la Garganta Divina. Se alcanza la primera cumbre (1.651 metros), pero puede continuarse hasta la segunda, con buzón metálico en el extremo cimero del Alto La Peña, vértice de confluencia del canto que baja cerrando la majada de Ondón y se proyecta hasta La Raxuca.

El Alto La Peña es montaña aislada en los confines de la Montaña de Covadonga. Si bien el Cabezo Lleroso mira para las majadas de la Montaña de Covadonga, esta cumbre de cumbres expande su mirada a las sierras menores de Ándara y, en concreto, por su mayor altura, domina la corona central de Portudera. Vigila los movimientos de Arenas de Cabrales y sólo la Sierra del Cuera evita la contemplación de las costas llaniscas.

El Cuetón no es una montaña que destaque por su silueta. Desde Arenas de Cabrales asemeja una reducida y caótica cordillera en que bosques y vegetación ceden terreno a la blanca caliza. Este bloque unitario estaría formado por una aglomeración de cuetos y lomas que, desde la lejanía del valle, aparentan esa engañosa uniformidad. De ahí que los pastores lo llamen “Lo Alto de La Peña”, siendo el Cuetón uno de los promontorios que forman El Alto La Peña, sito en la cuerda del cordal que mira hacia Ostandi.

4) Alto La Peña – Majada de Ostandi.

Desde el Alto La Peña puede volverse a San Llagu y seguir el apunte hecho someramente en el punto anterior para bajar a Ostandi.

Pero una vez en la cumbre cimera del Alto de La Peña (1.651 metros) se percibe un cordal secundario que mira al norte, con marcada tendencia hacia la izquierda. Por sus hondonadas y vaguadas occidentales se ataja para recalar en la majada de Ostandi.

El ramal secundario que se forma en el Alto La Peña forma una roma loma. Muere al Noroeste en un redondeado cotero. A su izquierda se forma una alineación de cumbres que continúa hacia el Pico San Llagu. Se cierra de este modo un triángulo imperfecto donde se suceden los hoyos y alguna que otra torca.

Bajando por la roma loma que tiende al Noroeste, hay que desviarse un poco para pasar por la collada que se ve en esta dirección, entre el redondeado cotero al que se dirige la loma y el que se encuentra a su izquierda. Devolando la collada se forma una amplia vaguada que termina en un pequeño hoyo. Se desciende toda la ladera para ganar la collada que cierra la vaguada por abajo, siempre en dirección Noroeste. Los restos de un antiguo camino carretero minero ayudan a orientarse. Trasponiendo esta nueva collada se sigue, cómo no , en dirección Noroeste, ladera abajo, y se llega a la majada de Ostandi.

Las cabañas, la mayoría en ruinas, se extienden a lo largo de una heterogénea hondonada. Cerca de la charca de la vega se conserva la techumbre de una cabaña. De Ostandi sólo mantienen su uso una o dos construcciones pastoriles. Cuando las vacas no mueven el agua queda reflejado el trapecio calizo del Cabezo Lleroso.

Se pasa junto a la poza de agua. Hacia el oeste sigue una vereda por la loma que se despide de la majada, dando vista a un pequeño "furaco". Se llega a una alambrada, en el canto que cierra un incipiente canalón: La Canal.

Por las camperas que cierran la parte alta de La Canal se baja directamente desde San Llagu, por el Collao y Valleyu Llagu. A la altura de la fuente baja el sendero usado por hombres y animales procedente del manantial. Esta vereda entra por el punto débil de La Canal a la majada.

Por La Canal se baja directamente a la majada de Ternás, valle intermedio para descolgarse a Inguanzo por la Foz del Hombre Muerto. En otro caso, a unos metros de la alambrada que cierra el canto, se coge el antiguo camino de las minas que pasa por la majada de Dubriello.

5) Majada de Ostandi – Majada de Dubriello.

A la izquierda de la alambrada, sobre La Canal, se abre la collada que pasa a la fuente de Ostandi (sita en pleno canalón). Mirando la alambrada debe girarse a la derecha (norte). El camino minero, que posiblemente se ha despistado al atravesar la majada, se hace cada vez más evidente.

Se baja siempre dejando el canto a mano izquierda, descendiendo el camino en paralelo al mismo. Lo que por esta vertiente es una sucesión descendente de accesibles coteros, que se alinean en dirección a una elevada peña que destaca del resto; por la vertiente opuesta es una bella y espectacular sucesión de abismos modelados por la fuerza erosiva del agua, que llega a formar una caverna de gigantescas proporciones.

La Cuesta del Mediodía, una redondeada y vasta extensión de pasto, una cuesta hecha cumbre, que ya se divisa desde la misma cumbre del Alto La Peña, ha ido quedando hacia el Noreste. Este dato es importante porque avisa del cambio de dirección que ha de acometer el camino minero que se sigue.

Nada más entrar en los primeros hoyos, gira bruscamente a mano derecha. Debe bajarse prestando atención para no despistar el camino en este punto, pues siguiendo de frente hay riesgo de meterse en un buen berenjenal. A partir de aquí no hay más que continuar por el amplio camino carretero. Baja dando vista a la Cuesta del Mediodía. A su derecha (Sur) se encuentra el Collao Carreceda; el collado contiguo, separados por un cotero, acoge los restos de la majada de Dubriello.

Nuestro camino, muy marcado entra en una campera (Vega Coriscada). A la derecha sube una vaguada. En las peñas de la izquierda apenas se conservan unas ruinas. Se sale por el collado que hay sobre estas abandonadas construcciones (Norte). Una corta travesía hacia el Noreste y se llega a la majada de Dubriello (1.173 metros).

Las ruinas se dispersan por los alrededores de una colgada collada de verde pasto, donde en su día hubo una bolera. Cruzando la majada otra alambrada hace de improvisado mirador al discurrir del Cares. El frontal oeste de los Puertos de Era, con sus destacados pináculos del Redondu y del Ariscu Sonllanu, forma el nuevo paisaje de este tramo del descenso.

6) Majada de Dubriello – Collao Cananda – Portillu Gusnuevu.

El camino escapa de Dubriellu por -un quizá en su día- sedo. Guapo pasaje que anuncia el cruce de caminos. De frente se sube al Collao Carreceda, en la base de la Cuesta del Mediodía, que devola a la majada de Ternás o a la Foz del Hombre Muerto.

Sin embargo, nuestra ruta se deja caer en un par de revueltas a un escalón inferior. Se inicia aquí el largo flanqueo por la vertiente oriental de la Cuesta del Mediodía, siempre mirando a las laderas que vierten al Cares, en su coincidir con la carretera que baja de Poncebos. A nuestras espaldas se van dejando los vericuetos calcáreos que dan forma al Alto La Peña.

Por los plegamientos orientales de la Cuesta del Mediodía se llega a una doblez de uno de sus cantos que apunta el final de esta travesía. El sendero principal se dirige al Collao Cananda (1.018 metros), sito bajo el Cueto Cananda, en pleno crestón calcáreo de la Sierra Dobros.

Antes de llegar al collado se descuelga un sendero que baja a la majada La Maneda, resguardada unos metros por debajo del Collao Cananda. Al lado de la conservada cabaña arranca el Sedo La Calzada, una perfecta y asentada diagonal que quiebra la Sierra Dobros al este del Cueto Cananda. Es paso a la majada de Dobros y medio perdido enlace con la pista minera a la altura del Collao Umones (Humones).

Pero si de pasar por el Portillo Gusnuevu se trata se debe devolar el Collao Cananda, entrando en la parte nororiental de la Cuesta del Mediodía, cada vez más inmensa. Se puede bajar directo al “portillo”, valleja abajo, entre la cuesta y la base de los riscos del Cueto Cananda. Son apenas 250 metros, mas hay que sortear un pequeño pozo intermedio.

El camino principal no baja tan directo. Sigue faldeando la cuesta, por una vereda de turbera que se abre camino entre el matorral. Pasa sobre la hondonada en que se esconde el Portillu Gusnuevu, curvando en el collado siguiente. Son restos perdidos de camino minero, por tanto restos de una caja que evita los desniveles dando largos zigzag, que el montañero se empeña en atajar.

El Portillu Gusnuevu (969 metros) es una brecha natural en la caliza de la Sierra Dobros, cerrada para controlar las entradas y salidas del ganado al puerto. Esta ceñida hendidura atraviesa en un solo palmo toda la línea de la Sierra Dobros, abriendo el camino a los bajos valles de Cabrales.

7) Portillu Gusnuevu – Sordía – Inguanzo.

La ceñidura del Portillu Gusnuevu es la puerta a la vertiente norte de la Sierra Dobros, que cubre el abanico cimero de la cuenca del río Calabres, en cuya margen izquierda esperan las casas, palacios e iglesia de Inguanzo.

Al poco baja un ramal de pista minera, muy perdida, que –aunque ataja- hace años que ha perdido la calidad de paso franco. Por eso, el camino pisado, efectúa una travesía, casi llana, pasando por la zona de mina casi como puente. Dobla para entrar en el canalón de bajada. Un sendero sube por el herbazal (comunica la ruina de una antigua construcción); mas el sendero principal se tira canalón abajo en una corta sucesión de muriados tornos zigzagueantes, en una de cuyas revueltas una pequeña cueva hace de abrigo en caso de lluvia o para reposar el calor de la tarde.

Agotado el canalón, el viejo camino de las minas inicia una tirada, muriada y con algo de vértigo, recogiendo el ramal antes referido que sirve de atajo.

La peña pierde verticalidad, mientras el camino sigue descendiendo a las últimas bocaminas, perceptibles gracias a sus escolleras. El camino se torna sendero para llegar al cruce determinante. A mano derecha nace o se extingue una pista, estrecha, pero que permite el paso de vehículos. Es la misma pista que pasa por encima del Collao Umones, con finales en Po y Arenas de Cabrales. En la parte inferior del prado oeste del collado nace una pista que permite bajar hasta Inguanzo, pero habría que atravesar el prado. Por ello, suele usarse el otro camino del referido cruce.

Tira a la izquierda, en faldeo opuesto a la pista. Es apenas una vereda de tierra que mira a los pueblos de Inguanzo y Berodia. En tramos se descubre la caja del antiguo camino minero, sobre todo en algún torno atrincherado.

El sendero bajaba casi hasta el Collao Sordía, pero se ha visto afectado por las pistas y cierres de la parcelaria. Cuando el camino de trinchera se acerca a los lindes del bosque, apurando los últimos tornos de la cuesta, una vereda escapa del último de éstos, continuando directa (quizás los helechos que pueblan esta falda de cuesta puedan tapar los restos de este escape del perdido camino minero). No pasa lejos del lindero superior de un prado de murias descuidadas, para doblar en una umbría viesca. En poco más de cien metros cae a los últimos retazos de una pista de acceso a cabañas ruinosas y, que en estos coletazos forestales extremos, no distaba del viejo camino minero que, recogida la variante de la Foz del Hombre Muerto, bajada a Sordía.

La pista gira y baja entre prados cerrados y dos o tres invernales dispersos. Otra pequeña mancha de bosque y recala en el Collao Sordía (444 metros). No quedan restos del antiguo paso junto a un invernal sito encima de la collada, tras el que se irgue como plano pictórico de lontananza el Cuetu Llovedu, que cierra la Foz del Hombre Muerto por el oeste.

En el mismo cruce de pistas de Sordía, la que se trae comba hacia la vertiente de Inguanzo, aunque el otro ramal también permite bajar al pueblo, por el otro costado de la sierra, pero dando más rodeo.

La pista troncal, tapada la vieja calzada, faldea abierta entre los prados sin más incidencias que un ramal que entra por la derecha y una amplia pista que sube a una nave. La Sierra Dobros cierra la vista por el sur y la sierra que se baja faldeando lo hace por el oeste. Toda la panorámica se centra en El Redondu (Portudera) asomando tras el Collao Umones y la infinita Sierra del Cuera.

Mientras las casas de Inguanzo (334 metros) se acercan a nuestro caminar se asiste al trajín laborioso de ganaderos que regentan las naves de las afueras del pueblo. Sólo resta el laberíntico callejeo por Inguanzo que, según la opción elegida, permite conocer su iglesia o alguno de sus palacios. Al final, el punto de reunión, como en cualquier pueblo que aún lo conserve, se encuentra en la plazuela del bar.

La alternativa mucho más sencilla es:



DIFICULTAD:

Fácil.

DURACIÓN:

4 horas.

DESNIVEL:

700 metros de desnivel acumulado en ascenso y similar en descenso.

ACCESOS:

La ruta empieza en la misma localidad de Arenas de Cabrales, sin efectuar el tramo de cinco kilómetros de la ruta anterior para acercarse a Poncebos.

DESCRIPCIÓN:

No siendo la capital del concejo, Arenas es, sin embargo, su núcleo neurálgico. Extremo nororiental del Macizo Occidental asiste a la fusión de los ríos que marcan los límites de esta punta de flecha de las estribaciones del Macizo de Las Peñas Santas: El río Cares y su afluente Casaño.

La ruta transcurre por las boscosas laderas que miran a las agrestes foces del Cares y las praderías y sierras del abierto valle del río Casaño en su morir en el río madre.

1) Arenas de Cabrales – Vanu.

Comienza la ruta en el gran aparcamiento de Arenas de Cabrales. Al sur del mismo se asiste a la mecedura de los ríos Cares y su afluente Casaño.

Se sale del aparcamiento por la carretera de Poncebos (AS-264) con dirección al barrio del Cares. Un breve paseo hasta chocar con el puente de la carretera que salva el río Cares. A la entrada del mismo arranca el camino que sube a Vanu. En el otro extremo del puente se encuentra la Cueva-exposición del Queso Cabrales y, seguidamente, las casas últimas casas del barrio Cares.

La primera revuelta del camino carretero que sube a Vanu bordea un prado del barrio que disfruta de una bonita postal de sus casas, Arenas de Cabrales y la Sierra de Juan Robre. Tras este breve claro, el camino se adentra en el Castañéu del Acéu, ganado altura sobre el intuido curso del Cares.

El camino, empedrado, cuando no cubierto de hoja, sorprende con una construcción rupestre a modo de refugio para el ganado; el resto, árboles enhiestos entre los que destacan troncos centenarios y arrugados de ancianos castaños.

Reposa en un rincón verde de musgo, de peñas pardas para aposentar o mirada fugaz a los cortes del Cares, túneles de Canal Negra (en la carretera de Poncebos) y la mancha de pastizal de Banoria, en las faldas del Redondo (Portudera).

Un respiro del bosque abre las fauces del Cares a los dominios de Cerredo y Los Albos, en el Macizo Central. Esta foz del Cares se ciñe entre los cantiles de Portudera y las albas calizas del Alto La Peña.

En los postreros tornos del castañar el camino se bifurca. Por la derecha se pasa a Muniama, primitivo asentamiento de lo que hoy es Arenas de Cabrales. Para subir directos a Vanu se continúa de frente. Este último tramo del ascenso se desarrolla por terreno abierto de matorral y árboles, por su tamaño casi arbustivos, que engalanan un prieto peñasco.

Dobla el sendero a un túnel de arbolado y praderas que anuncian la llegada a Vanu. Dice el pastor de Vanu/Banu que estos invernales gozan de una de las mejores vistas del Picu Urriellu. En efecto, el contraste de los invernales, con los prados y bosquetes que envuelven este rincón resaltan las verticales formas del Picu. Aunque tampoco hay que centrar la vista en un solo punto. El Redondu, vigía de las canales y quebradas que vierten al Cares, no desmerece, pese a su modesta altura, de la figura del Picu Urriellu. La Sierra Dobros y el Collao Humones, barrera sustentante del Alto La Peña, marcan los relieves del próximo tramo de nuestra ruta.

2) Vanu – Invernales de Jornielles – Collao del Alba.

La belleza de Vanu ha facilitado la adecuación turística del entorno. Una pequeña área de esparcimiento, con garita incluida en caso de mal tiempo, se esquina en el cruce con el camino recorrido.

Vanu tiene también entrada desde el mismo Arenas, por un ramal de la parcelaria asfaltado en años recientes. La ruta prosigue en ascenso por la continuación del asfaltado con dirección al Collao Humones, destacada collada verde perfilada a los pies de la Sierra Dobros.

El asfalto pierde fuelle en la doble revuelta de la pista. Una cabaña, con aires de casa de campo marca el fin de la zona de prados y panorámicas abiertas al valle de Cabrales, en la cuenca del río Casaño. Esta ventana abierta a la ería y puerto de Po queda cerrada por la inmensa Sierra del Cuera, parapeto de las costas llaniscas.

La pista se interna en otra mancha forestal que flanquea las estribaciones de la Sierra Dobros. El prado de un invernal sirve de claro para una nueva mirada orientativa del Collao Humones, antes de re internarse al bosque.

Invernales sombríos y en ruinas preceden el siguiente cruce de pistas, destacado por el talud de llambria. La pista asciende hacia el Collao Umones/Humones, vestigios de una pista de acceso a las minas de Dobros. Por ella se enlazaría con el perdido camino carretero de las minas procedente de Inguanzo. Sin embargo, en esta ocasión se tira por la pista que toma sentido descendente.

Al poco del cruce se pasa junto a una fuente cuyo bebedero rebosa el agua a la argayada pista. Es ruta de paso de los vecinos de Poo/Po hacia el Collao Umones, pero ya se ha visto afectada varias veces por la falta de consistencia del terreno no lejos del bebedero.

Desciende la pista por las faldas boscosas del Picu Cabezu, pequeño peñasco que cierra el Collao Umones y que domina el hundido Campo de Emprevidi, collada inferior en la misma línea de sierra. Claros de prados se convierten en miradores efímeros a nuestro paso. Destaca Arenas, como villa más esquinada del valle, bajo las primeras cabezas de la Sierra de Juan Robre. Todo el monte que esconde el Castañéu del Acéu es, en esta vertiente opuesta, una sucesión de praderías con dispersos invernales, donde destaca el conjunto de Muniama (variante desechada en su momento). Esta tónica de prados, invernales y manchas forestales es una constante en esta parte de nuestro recorrido.

Sigue la pista en descenso con tornos y largas tiradas enlazando los invernales de Jornielles. Sin pausa se acerca a un gran prado con un invernal al fondo arropado por una fila de distinto arbolado. La pista baja bordeando el prado, y sin prestar mayor atención al más fortificado prado contiguo, entra en una alameda a las puerta de la cabaña regente.

Unos metros forestales restan para llegar a este cruce de la Casa de Juan García. La bifurcación está marcada por un invernal grande donde destaca la tenada a modo de buhardilla, edificación ganadera que llama la atención, pese a los necesarios canalones que le dan un toque menos antiguo (viejo contraste entre pasado y presente).

Se dobla en invernal hacia la izquierda, esta tirada hacia el oeste permite enlazar con la pista que baja de Emprevidi (depresión sita por debajo del Collao Humones). Se llega al cruce en ligera subida. Superado el cambio de rasante de la revuelta de la pista de Emprevidi entra en un pasillo entre cuidados prados para volver a re internarse en el bosque de este costado de la sierra que separa Po de Inguanzo.

Alguna curva de la pista deja ondear, con una mirada pausada a nuestra espalda, el reflejo del Redondu (Portudera) en sus charcos. El fresco caminar al abrigo forestal abre el descenso al siguiente cruce, en los altos prados de este linde occidental del valle. Este cruce es mirador reposado de los pueblos o villas de Po y Arenas y de la riqueza de sus pastos.

Mientras la pista troncal baja en amplias revueltas a Po, se toma el ramal que sube al próximo Collao del Alba, aún oculto, pero perceptible por la presencia que la peña que le da nombre, islote calizo que preside las praderas del Puerto de Po y desgaja este abierto valle de sus escondida capital, Carreña.

Tras una marcada revuelta, que casi quiere tocar los contrafuertes de la Peña de Alba, se corona el collado, aunque la pista no secunda el cambio de plano. Para subir a la cima de la peña se deja, hasta el descenso de la misma, el trazado de la pista.

3) Collao de Alba – Peña de Alba – Collao de Alba.

El collado viene marcado por las torretas del tendido eléctrico. Para acercarse a la peña han de salvarse 50 metros de prado de siega. En fila, buscando la servidumbre menos perjudicial para los intereses de su segador, se pasa este delicado paso.

La Peña de Alba viene cercada por una muria a modo de media corona. Una vereda de tierra marca el hueco que abre la puerta de la muria. La senda va tirando hacia el costado de corte que desploma sobre el valle. En un cotero destacan un par de encinas.

La vereda se ciñe a una traviesa con caída libre sobre las casas de Po y Arenas, si no fuera por el débil cercado para protección del ganado. Un pequeño peldaño y se entra en la plataforma de la cumbre.

Por lo que respecta a ésta, sorprende de golpe un caseto de hormigón, sin puerta y con algún ladrillo a la vista. El promontorio de su cima (404 metros) tal parece el enterramiento de un edificio, pues por un lado es un montículo de tierra y, por el otro, restos de una pared sostenida por el corte del peñasco.

El límite norte de esta terraza de herbazal es una línea de alambrada sobre el abismo del encañonado río Casaño. Es posa obligada para disfrutar de una postal aérea de Carreña, un apéndice desgajado del valle inferior de Cabrales.

Pero la Peña de Alba, pese a su modesta altura, y descontada la belleza de su mirar al valle que regenta, es ensoñación cómplice del Picu, escoltado por las vastas faldas de Peña Castil y el Cuetón del Albo. A parte de este rincón de Los Urrieles que reclama el protagonismo del Naranjo de Bulnes, que goza de miradores en cada poro de Cabrales, el omnipresente Redondu (vórtice de Portudera) deja también un poso de guapa cumbre. Por la parte del Macizo Occidental, en que se sitúa esta pequeña verruga de la Peña de Alba, se extienden los Puertos de Po y de Soga. El distanciamiento de la Peña de Alba permite una visión más global del Alto La Peña, Cuesta del Mediodía y Sierra Dobros, por donde discurren las múltiples variantes de descenso de la ruta principal por tierras de Ostandi y Dubriellu.

El camino de vuelta al Collao de Alba baja de cara a Tresombro y El Táranu (con las antenas como bandera que marca su cumbre), siguientes jitos de nuestro paseo.

4) Collao de Alba – El Táranu.

De nuevo en la pista se continúa la ascensión, con mirada a un pozo de pastizal e invernal escondido en el monte. Dobla bajo las forestas de Tresombro anunciando su final. Del extremo de la pista sale un ramal secundario, embarrado y semiabandonado. Es un corto camino carretero que lleva a las puertas de un prado perdido en mitad del monte.

En la misma entrada del prado arranca, a mano izquierda, un perdido camino que remonta directo paralelo a una ruinosa muria. Sube de frente a una cabaña acosada por la maleza. Pasa por su izquierda. En un rellano se difumina momentáneamente, para salir por un lado. Gira y remonta por la cuesta de la parte posterior de la cabaña. Asciende por un terreno mixto de monte y cuesta, hasta llegar a una podrida portilla. Al otro lado pasa la descuidada pista que da servicio a las antenas, cincuenta metros a nuestra derecha.

Las antenas se ubican en el extremo de un cordal tomado por la maleza. La vista no es tan espectacular como desde la Peña de Alba, quizás por la roma ondulación de la cuesta, un relieve suave que difiere de los estratégicos miradores o atalayas que buscan perfiles más definidos. No obstante, desde las antenas puede verse el pueblo de Inguanzo (del que procede la pista de acceso al complejo). También permite descubrir una perspectiva peculiar y distinta de la montaña sobre la que ha girado la descripción de nuestra ruta, la Peña de Alba, coqueta montaña adornada con un marcado collar.

Unos metros más allá de las antenas existe la estación meteorológica de El Táranu, un lugar donde el sofoco del verano contrasta con la “suave” brisa que suele azotar en este enclave (llegando a registrarse vientos de casi 180 km/hora). En el mismo canto que mira a Inguanzo, algo más abierto que la zona de las antenas, El Táranu presenta una buena posa para contemplar los pueblos y desfiladeros que cierran el valle de Cabrales.

5) El Táranu – Inguanzo.

La ruta se deja guiar por la pista de las antenas, que enseguida desciende por la vertiente del río Calabres, del que es deudor el valle de Inguanzo.

Entre la mancha de arbolado inicial se esconde una plantación de bayas, que proliferan en este cerrado valle. La pista camina entre el arbolado y la base de la cuesta de Tresombro. En la primera revuelta sale un camino carretero, a veces algo tomado. Dobla Tresombro por el oeste para enlazar con la pista que baja de Emprevidi.

Al final esta pista procedente de Emprevidi, o la pista de El Táranu, se unen en las praderías de La Forcada, siempre con la mirada cómplice de Inguanzo. Un plácido paseo, por una sucesión de estampas similares, pero no iguales, de prados e invernales de Inguanzo, con alguna mancha forestal –más o menos compacta- dispersa, dobla el curva, a espaldas del pueblo de Asiego, en las faldas de la Sierra del Cuera, para arroyar descontrolado al siguiente cruce de pistas.

El ramal de la derecha baja directo al Puente Baragaña, último recodo de la carretera que llega a Inguanzo. La pista que continúa de frente, con la vista fija en la Sierra Dobros, cruza el río Calabres aguas arriba, en la zona de tupida foresta. En este caso sólo se aprecia un cruce destacado por un ramal que sube a otra pradería con plantación de bayas, en la inmediaciones de Emprevidi.

La bajada al Puente Baragaña es la más directa. La otra opción da un poco más de rodeo, pero evita el corto tramo de carretera. Entra en Inguanzo por debajo de la pista que baja de Sordía, unos metros por encima de la iglesia.

Aquí se puede disfrutar de un recorrido por los rincones de este pueblo cabraliego lleno de casonas y blasones. Entre sus palacios destaca el Palacio del Mayorazgo (siglos XVII y XVIII). En la plaza del pueblo, al final de la carretera, se encuentra el bar, no lejos del bar antiguo, camino de otro de los palacios de Inguanzo.

En Inguanzo también se encuentra la Cueva del Bosque, con pinturas del Magdaleniense. Se accede por la pista del cementerio, pero para llegar a su boca ha de pasarse un prado particular y el sendero a la peña en que se cobija, frente a Berodia (parroquia a la que pertenece Inguanzo) es difícil de encontrar.



Fotos de la salida al Cueton de Ito el 20-08-2017