1ª Jornada:

PUNTO PARTIDA:

Cain.

DIFICULTAD:

Muy alta.

DURACIÓN:

9 horas.

DESNIVEL:

2100 m. en ascenso, y 600 de bajada.

CARTOGRAFÍA:

Adrados. Picos de Europa. Macizos Central y Oriental. Escala 1:25.000.

DESCRIPCIÓN:

De perdidos, al río… Aunque se pueden cortar unos metros de desnivel cogiendo el camino antiguo de Caín, pasado el Puente Mabro o de Piedra; ya puestos, se emprende la primera jornada de la pernocta a las mismas puertas de Caín, justo donde dicho camino antiguo baja a tocar el río Cares.

Caín se remansa entre la Hoz del Cares y la Garganta Divina, del mismo río esmeralda. El núcleo del pueblo cae del lado del Cornión, donde recibe las aguas de las canales de Mesones y La Jerrera. La Torre Santa o Peña Santa culmina la belleza de la Montaña de Covadonga.

En la vera derecha del Cares, aún se conserva un pequeño conjunto pastoril en la encrucijada de viejos caminos. Aquí no llegan arroyos o torrenteras, aquí el agua rompe la peña, por los sifones nacidos en los hoyos leoneses de Torrecerredo, techo de los Picos de Europa.

1) Caín – Majada de Moeño.

El vehículo se detiene entre el Puente La Jarda y el Puente Grande. Éste salta el río Cares en la antesala de Caín, haciendo de puente entre el Cornión y los Urrieles. Mientras que el Puente la Jarda salva una desconcertante torrentera en su tropezar con el Cares.

En la explanada aneja al puente de Cares, sale un haz de caminos de la peña. Unos buscan la comunicación con pueblos tan cercanos como aislados; los otros trepan de igual modo, a los pastos de los confines de los Urrieles. El brazo troncal de casi todos ellos, atraviesa las cuadras, dependientes de Caín, de la margen derecha del Cares. Nuestro camino apenas roza este conjunto. Sube al Este, ladera arriba, de espaldas a Caín.

Los desiguales tornos ganan altura en zigzag paralelos al farfáu de la Jarda. Un pequeño puente de hormigón, de barandillas caídas de madera, cruza la torrentera más cerca de su fuente que de su mecer en la carretera.

La tirada se alarga hasta el Collao Pando. Aún resiste un par de tornos, que miran de reojo al vergel de los cainejos. Esta collada evitaba la primera (o última) escarpadura de la Hoz del Cares, luego vencida por los barrenos de la carretera.

El Cueto Pando (618 m.), en cuyo xerro se recorta una pequeña cruz, queda apartado de la collada, como encrucijada de miradas a las estrechas angosturas de la Hoz del Cares, ceñidas por él mismo; a las vegas de Caín, comprimidas por el Cornión y los Urrieles, y a la plácida ladera de los Prados de Castro, antesala de la Canal de Moeño.

Por los terruños del Collao Pando, devolan dos escorados senderos. El inferior desciende con suavidad a los Prados de Castro, para retornar a la Hoz del Cares, hoy tomada por la carretera. El sendero superior es camino del puerto. Camina bajo los farallones en que se asienta la Canal de Arzón, una línea de herbazal, deudora de la Canal de Moeño.

Este camino conduce a los invernales del Arnáu. El techo de uralita, más barata que la roja teja, se antoja una constante en Valdeón. Las construcciones regentan las últimas siegas de los Prados de Castro. Monte arriba, la campera se torna en redondas desplomadas de los farallones.

La senda continúa su camino. En cortos tornos alcanza el Collao de la Camba. En este reposo la Canal de Moeño se abre en toda su extensión. Un mundo de canales, con una línea directa a las Puertas de Moeño, horcadita cimera ya contemplada desde el mismo Caín.

Colgada sobre el cañón que taja por un costado el Hoz del Cares, en el Puente de Piedra, devola sobre la angostura en busca del lecho de la Canal de Moeño, donde el cañón se vuelve reseco arroyuelo.

En unas peñas, refugio de ganado, la senda se desdobla en dos. El sendero más evidente, viene marcado por un haya, solitaria en la ladera. La subida hasta el jito arbóreo, se hace penosa. La fuerte pendiente y las correntías de grijillo, parecen alejar al haya.

La distancia desde el lecho del arroyo, engaña a nuestra vista; pues no se trata de un único ejemplar, sino de, por lo menos, gemelos de haya.

Ganada altura, se inicia una travesía a media ladera. Más adelante, al lado de un espino, se junta nuestro sendero con el que viene remontado todo el reseco arroyo. Queda aún otro tramo se ascenso hasta una collada. Esta depresión contiene la morrena del profundo surco de torrentera, hasta ahora oculto a nuestros ojos.

El sendero se encarama en el canto del talud. Llomba arriba, dejando la torrentera a la derecha, se aproxima a la majada de Moeño. Las cabañas, pasan desapercibidas, al faltar el contraste con la roja teja. De techo plano y gris, se resguardan bajo un peñasco.

No se llega hasta las cabañas. Por ellas pasa, sin embargo, el sendero procedente de la Canal de Arzón, una variante secundaria de esta de Moeño. Cerca de la majada, la senda baja a la torrentera, una vez atisbada la fuente de la majada, al otro lado del regón. Aún se conserva la forma de bebedero, aunque afectado por las fugas de agua de la descuidada fuente. El caño se conserva íntegro, manando un agua fresca, cristalina y de abundante caudal. No obstante, conviene ser previsor. Un ocho de septiembre, de un año cualquiera, la fuente estaba completamente seca. Y aún queda mucho desnivel que remontar.

2) Majada de Moeño – Puertas de Moeño.

Moeño no es una canal vertebrada por un regón, sino una canal de canales, una torrentera de torrenteras, un camino de caminos… todos los Picos de Europa definidos en un mundo de casi dos mil metros de desnivel.

La fuente sitúa el sendero en el lado correcto del próximo tramo. La torrentera salva unos impracticables resaltes, en los desplomes de la Torre del Pamparroso y de la Torrezuela. Una boca de desfiladero de torrente se abre, previamente, a la derecha. El sendero se mete en el mismo. Pasada la boca, gana altura por la ladera de esta mano, apartándose el lecho del torrente.

El embudo de salida se abre en vegas de alto pastizal. En medio de la nada, senderos de ganado y sendas vertebradoras de Moeño se funden en una encrucijada de caminos. Al Oeste una senda se encamina a la zona del Camino de los Caínos, que envuelve la Torre del Medio (Torre del Hoyo de La Llera, para estos pastores-mineros), tanto por el Tiro del Cura, como por el más alto Hoyo de La Llera. Ruta que también devola a los bajíos de Asotín por Arria. Torre del Hoyo La Llera, o Torre del Medio (para los de Posada de Valdeón) fácilmente reconocible, por la forma redondeada de su cimera, cortada verticalmente sobre el paso inferior del Camino de Los Caínos.

Al Este, tira el sendero de las Puertas de Moeño y el Camino de las Ovejas, paso a la Canal de Dobresengos. Para coger esta vereda, se debe cruzar el ramal de torrente remontado desde la fuente. Por una acanaladura zigzagueante, con lleras pardas y terrosas, se entra en la inmensa ladera cimera de Moeño.

Sólo el cansancio puede evitar el sugestivo disfrute de este inmaculado rincón de la alta montaña de los Picos de Europa. Setecientos metros de desnivel encierran la belleza del otro Moeño. Las Puertas de Moeño, estrecha horcadita recortada en los límpidos cielos de la alta montaña, son la cerradura a los techos de este macizo de macizos. Las Torres del Pamparroso, de la Torrezuela y de las Puertas de Moeño, entre las que se intercala el Camino de las Ovejas, van definiendo este costado de la vasta y “fatigada” ladera. A la derecha de las Puertas de Moeño, sólo se yerguen dos picos: las Torres de La Celada y del Hoyo La Llera (Las Torres para los cainejos; siendo la Torre del Hoyo La Llera, la denominación usada por los pastores de Posada de Valdeón). Dos torres de hermosas líneas y bravura. El espolón de la Torre de la Celada, apoyo de esta montaña sobre las laderas de Moeño, y los ojales enhebrados por las nubes, cierran una llera de circo glaciar comprimido entre ambas bellezas. Este cegado altar de aguas cristalinas, sólo cantadas por los pastores, se deja al costado de esta línea directa a las Puertas de Moeño.

La ladera empieza a configurarse en una punta de flecha, cuyo extremo pincha el cielo. Canal arriba hasta agotar nuestro sufrimiento. Coronada la Canal de Moeño, en la cabeza se entrelazan sentimientos encontrados. Pasto, pared, llambrias, Cerredo y vacío parecen cerrar las puertas a La Palanca.

Las Puertas de Moeño es un reposo de hierba, colgado sobre el abismo. Un asomo a Torrecerredo, bajo el cortado de contrafuerte de la Torre de las Puertas de Moeño. Una punta de flecha sin más salida que el cielo.

3) Puertas de Moeño – Collada de La Celada – Torre de La Celada.

La llave de “las puertas” está en la llambria de la derecha. Con una corta trepada se alcanza el canto. Una travesía por terreno lunar, si se entiende por éste terreno sin vida (aparente), escar, torcas, neveros umbríos y hoyos, finaliza en las laderas que vierten a los Hoyos Grandes (Cimero y Bajero).

Ya por terreno sencillo se corona la Collada de La Celada (2449 m.), mirada a las vertientes del Pamparroso y al verde Valle de Valdeón.

Dejando las mochilas, se puede coronar la Torre de La Celada. Por este lado presenta una perspectiva totalmente opuesta a La Celada de Moeño, aunque no por ello se trate de una cumbre fácil.

Se entra por una panda o faja de pedrera colgada por la vertiente del Pamparroso (cara que mira al Valle de Valdeón). Queda cegada por un canto desgajado de la arista cimera. Por una llambria adherente (IIº), o evitándola por le derecha con una trepada escalonada de la misma dificultad, se corona el canto, cerca de la cresta somital.

Por una horcadita de este ramal de cresta, se devola a otra pedrera colgada, siempre sobre la vertiente del Pamparroso. Tiene forma de barba pétrea de la antecima de la torre, nacida de mejilla a mejilla. Se corta en travesía de llambria por “el bigote” de esta faz de la antecima.

Ya se remonta hasta la arista. Por unos tramos aéreos de segundo grado se coronan los 2459 m. de la Torre de La Celada; vigía somital de Moeño y tope inferior de la llombona de La Palanca.

4) Collada de La Celada – Torre de La Palanca.

Desde la Collada de la Celada sólo hay que seguir la loma recortada sobre el Valle de Valdeón. El ascenso se hace más acusado para remontar a la altura de la Torre de Diego Mella, primer peñasco del cordal divisorio entre el Pamparroso y el Hoyo del Llambrión.

El altivo morro de la Torre de La Palanca, esconde, a los habitantes del valle, una prieta pared desplomada, escalonada en viras y terrazas. La ladera opuesta, de suave inclinación, deja reposar la nieve para confeccionar su blanco ropaje invernal.

La Torre de La Palanca es una de las montañas de los Picos de Europa por encima de los dos mil seiscientos metros de altitud. Desde sus 2609 m. contempla con soberbia las verticales paredes del Picu Urriellu. Siendo menor que sus hermanos, no se amilana ante la presencia del cercano Llambrión o del mayor Cerredo. En el mundo de las águilas, descubre la existencia de un nido, seiscientos metros más abajo. Un nido hecho en los abismos por la naturaleza, llamado Collao Jermoso, en cuyas camperas tienen los esforzados montañeros merecido reposo herbáceo.

5) Torre de La Palanca – Collao Jermoso.

Se retrocede por la loma de cima, pues la ladera pende de las cortadas sobre el Hoyo del Llambrión. Abierta la ladera, se va perdiendo altura en diagonal. Algún corto destrepe se intercala hasta llegar al embudo de desagüe de aquélla, sito en la base del crestón de Peñalba (integrado por las Torres de Diego Mella, Delgado Úbeda y Peñalba). Los dos destrepes de salida, están separados por una travesía de gravera, con el sendero de paso bien asentado. Vienen marcados por dos acanaladuras definidas. Ambos resaltes tienen una dificultad similar (de segundo grado).

Bajo las pedreras de la Torre Peñalba la vereda montañera se desliza hasta el Hoyo del Llambrión, en el lateral más escorado.

El Hoyo del Llambrión se sustenta por una muralla calcárea. Las veredas procedentes del Llambrión y de La Palanca se unen por encima de esta barrera natural. La destrepan por la parte más corta del muro calizo. El sendero continúa en diagonal, cruzando de parte a parte, desde la base de Peñalba hasta los contrafuertes de la Torre de las Minas de Carbón, toda la cimera del Argayo Congostu. De esta manera se salvan los contrafuertes de aquella torre y los farallones que sustentan al Hoyo del Llambrión. En este vértice de la diagonal, se une al camino normal, que baja de las Colladinas.

El transitado camino atraviesa en llano toda la franja cimera del Argayo Congosto. Del sendero principal, se desgaja un ramal secundario. Una variante para bajar hasta la fuente, donde brota la riega del argayo.

Desde el Collao Jermoso (2084 m.), aprovechando una vira en la base de la Torre Peñalba, se accede a la Torre del Llaz. Aunque parece un sendero hecho por los montañeros, no es sino el Camino de los Caínos, que se dejara en la Canal de Moeño. Este camino atraviesa toda la vertiente del Pamparroso, con sus eternos “hielos”.

La alternativa más sencilla en este día 1º es:

PUNTO PARTIDA:

Arroyo de Mostajal (Km. 5 de la carretera Puerto de Pandetrave – Portilla de La Reina).

DIFICULTAD:

Fácil.(El Sedo de Remoña presenta una fácil trepada de primer grado).

DURACIÓN:

7 horas.

DESNIVEL:

700 metros.

DESCRIPCIÓN:

Dejados los compañeros en tierra de Valdeón, se devola en el autocar a la Tierra de la Reina, al otro lado del Puerto de Pandetrave.

A mitad de camino entre el alto del puerto y su final en el pueblo de Portilla de la Reina, se detiene el autocar en el puentuco que salva el arroyo de Mostajal.

1) Arroyo de Mostajal – Horcada Cadriega.

La ruta se inicia en el pequeño puente levantado sobre el arroyo Mostajal. Aguas arriba el riachuelo se remansa anegando el fondo de vega. El camino, en los primeros metros mala pista, se coge sin pasar el puente. Asiste a la mecedura de los arroyos Puermán y Mostajal. Ambos arroyos forman sendos valles.

El Valle de Puermán se abre al Este, muy amplio y con grandes pastizales. El Valle de Mostajal remonta al Norte, más estrecho y ceñido en su inicio por una pequeña apretura cárstica. Pasado el estrechamiento se observa un camino que remonta una ladera de pasto, hacia un hombro o falsa collada.

La pista baja a morir al arroyo de Puermán, no es más que una entrada a la vega baja del valle, regentada por una solitaria cabaña. La ruta del Mostajal continúa por un sendero, dejando a la derecha este arroyo.

Enseguida se observan, en un recodo del arroyo, los restos de un antiguo puente. Restos de piedras apiladas para sostener la plancha de paso. Sin embargo, el sendero continúa por la misma margen.

La primera estrechura del río se aprieta entre contrafuertes calizos de escasa relevancia. Pequeños arbustos asimilan una maqueta de alameda. La vereda pugna con la caliza. Al final del efímero apunte de barranco, un regato deudor del Mostajal corta el sendero. Este curso cristalino nace como maná, surgido milagrosamente de la misma llambria.

La diagonal de senda apuntada desde el inicio de la ruta, parte del mismo lecho del arroyo Mostajal. Se vadea su curso, entroncando con otra vereda que progresa por este lado de la vera fluvial, aunque entorpecida por un paso de llambria.

El bucólico paseo en compañía de este murmullo cristalino toca a su fin. El camino emprende la subida, ladera arriba, abandonando el consuelo del arroyo. El primer tramo de ascenso corona el hombro o falsa collada divisado desde la carretera. Accidente desdibujado de un pliegue de la ladera donde unas ruinas reclaman nuestra atención. Entre los restos de una cabaña, se apoya un poste de la ruta vanidiense, una de las variantes del Camino de Santiago.

A la altura de la majada de Mostajal, al otro lado del angosto valle, otro afluente del arroyo troncal, forma un bonito medio-desfiladero, resaltado por una mancha forestal. Si los ojos no engañan, se reflejan los postes de los linderos del Parque Nacional de los Picos de Europa.

La vereda se difumina en el alto pasto de la majada. No debe decaerse en el esfuerzo. Se continúa en sentido ascendente. Al ceder el pastizal, se entra en las laderas de matorral. Veredas aleatorias se cruzan y dispersan. Mas, existe un camino troncal del puerto. Entra en el brezal y escobal algo por encima de los 1550 m. Su caja forma una línea horizontal que roza la ladera.

Una vez cogido el camino, ya se puede disfrutar del entorno. Desde las alturas se contempla el curso alto del arroyo, llamado ahora Cadieda. Hundido en el fondo de un profundo barranco, contrastan los terruños terrosos de los prietos saltos del torrente, con las formaciones calizas que llaman la atención al otro lado del Barranco de Cadieda.

Durante este abierto paseo, se va aproximando la boca del puerto, un portillo calcáreo natural enclavado al Norte. El camino apenas gana cincuenta metros de desnivel; mientras el arroyo Mostajal que conocimos, se precipita impetuoso desde la misma boca del puerto, por un barranco modelado con facilidad por él mismo.

El puerto queda cerrado por el Norte por toda la cuesta de los Altos de La Triguera (1895 m.). Su (relativa) modesta altura, no es capaz de dejar escapar despuntes calizos de los Picos de Europa, ya reflejados en los cristalinos bajíos del arroyo de Mostajal.

El declive Sudoriental del Alto de La Triguera remansa en el Collao Somo (1687 m.), mojón de separación entre las aguas cantábricas de Cantabria y los arroyos Atlánticos de León.

En el otro extremo de aquella cuestona, se recorta la Horcada Cadriega (1749 m.).

Pasada la puerta caliza del puerto, se entra en una vega de pasto, donde aún se conservan restos de un amplio cercado circular. En dirección Noroeste, paralelo al arroyo Cadieda, pero algo más alto, se toma un sendero de enlace de vegas (paso por una apretura montuna del puerto). Mientras los nacientes del arroyo riegan el puerto, los senderos se marcan en su ascenso a la Horcada Cadriega.

Al otro lado de la horcada dobla un recodo de la pista procedente del Puerto de Pandetrave. Sobre su talud, se dibuja Santa Marina y el valle troncal de Valdeón. El Macizo de Peña Santa domina todos los cielos leoneses. La pista apunta a las Peñas Cifuentes, apéndice de los Urrielles.

2) Horcada Cadriega – Horcada Valcavao – Cabén de Remoña.

Se sigue la pista en dirección Norte, tomando la Torre de Salinas como jito indicador del camino. Dicha torre es fácilmente reconocible por sus horizontales traviesas.

Paseando con placidez por la pista, se descubre a su vera un chozo remozado, en un extremo del Hoyo Peloso, en el declive occidental del Alto La Triguera. No roza la perfección de los teitos somedanos (Asturias), pero se les da un aire. Permite constatar, cómo en territorios distantes, se utilizan materiales similares como las escobas.

En un par de revueltas se corona la Horcada de Valcavao (1789 m.), donde se encuentra el cruce de pistas. La pista principal devola a Fuente Dé, faldeando bajo la cuesta Norte del Alto de la Triguera (una mirada a La Liébana cántabra desde los Altos de Valdeón). El ramal cegado del Cabén de Remoña, atraviesa bajo estas cumbreras de Valdeón, elevadas entre la Horcada de Valcavao y el Cabén de Remoña.

Recorrido este tramo moribundo de la pista, se baja al Cabén de Remoña o Collao de Valdeón (1779 m.). Parece haber discusión sobre el topónimo de “cabén” y su situación en el territorio. Para unos, “cabén” es sinónimo de collado; otros le atribuyen una derivación etimológica de “la cabaña”. El Cabén o La Cabén de Remoña podría considerarse tanto al Collao de Valdeón como a la zona, algo más alta, donde se encuentra la fuente de Pedabejo.

Estas elucubraciones permiten, en todo caso, una posa del camino recorrido, y del camino que queda por recorrer.

3) Cabén de Remoña – Sedo de Remoña – Collao de Remoña.

Sea cabaña o collado; esté sito en uno u otro lugar próximos, lo que no hay duda es que el Collao de Valdeón es encrucijada de pasos, así lo atestiguan los postes de senderos del Parque Nacional de los Picos de Europa y el aparcamiento de vehículos acreditados en el extremo de la pista.

Por la collada traspone la Senda del Mercadillo, paso de Posada de Valdeón (con su variante de Santa Marina) a La Liébana (Espimana). Es también puerta de paso a la Vega de Liordes, al otro lado de las Peñas Cifuentes.

El acceso a esta vega se hace por la tajada profunda de la Canal de Pedavejo, o por el más rápido atajo del Sedo de Remoña.

La Canal de Pedavejo separa el conjunto de Peña Remoña de la larga cresta de la Torre de Salinas, ambas pertenecientes al submacizo de las Peñas Cifuentes. La Torre de Pedavejo forma el accidente más occidental de las cimeras de Peña Remoña. Corta en insondable vacío sobre la profunda Canal de Pedavejo.

Canal y sedo tienen un tramo común hasta la fuente de Pedavejo. La ruta continúa por toda la comba del Collao de Valdeón. Hasta dicha fuente se remonta por la caja medio perdida de una pista, alta sobre otra más reciente, que baja hacia la majada de Pedavejo.

La pista dobla al puerto, una meseta de pasto bajo los contrafuertes orientales de Salinas. Muere al lado de un cercado, posible antigua majada del Cabén de Remoña. La pista se convierte, sin solución de continuidad en sendero. Envuelve, en pocos pasos, la fuente de Pedavejo. Ahora se aprecia un bebedero unos metros más abajo, pero el manantial brota a la vera del sendero, dando vida a un regato de humedad.

En la fuente se deja el sendero de la Canal de Pedavejo, pues en este momento, el grupo se decide por la opción del Sedo de Remoña.

Se sube por la ladera en dirección Norte, hasta la zona en que la pedrera se empieza a confundir con el matorral. Enseguida se aprecia el sendero de gravera, que busca el arranque del sedo hacia la derecha (Nordeste)..

Una trepada parduzca de primer grado (Iº), se encarama en el canto de entrada al sedo. Esta balconada de paso, observa el difuso engarce de los puertos de la Cordillera Cantábrica y de los Picos de Europa.

El sedo aprovecha la fuerza erosiva del argayo último de las Traviesas de Salinas. La vereda, bastante frecuentada, remonta pegada a la peña, para no descolgarse hacia el fondo del estrecho barranco. Argayo y sendero se cruzan en la ladera cimera de esta abertura de la peña. Al ceder el sedo, la vereda quiere dar vista a la Canal de Pedavejo. Por la izquierda recibe las veredas paralelas provenientes de las traviesas. Con la altura ganada, se encamina con suavidad al Alto la Canal. Desciende, en un salto, a una pradera, donde recibe el camino de la canal. Ambos remontan unos metros para coronar el Collao de Remoña (2035 m.), ventana abierta al Central del Llambrión.

4) Collao Remoña – Vega de Liordes – Collao de La Padiorna.

El camino continúa en dirección Norte, por las faldas calcáreas desplegadas de los contrafuertes de la Torre de Salinas, desprovista de las singulares traviesas de la cara opuesta.

Transpuesto el cerro de la Collada de Remoña, la verde Vega de Liordes va mostrando todos sus perfiles. Este cuenco se formó por un depósito glaciar, derretido en lago de montaña. La naturaleza cárstica de los Picos de Europa tiende a desaguar los fondos lacustres, dejando ricos pastizales donde se alimenta el ganado, como esta despensa herbácea de Liordes.

De esta cubeta glaciar se desprendían tres lenguas de hielo. En su fluir modelaron la Canal de Pedavejo, la más modesta; la Canal del Embudo, por donde se trazaron los Tornos de Liordes, y la Canal de Asotín, tajada entre la Torre del Friero (Peñas Cifuentes) y el Macizo del Llambrión. De la Canal del Embudo sólo se tiene referencia visual, desde este sendero, por su profunda boca de entrada (Collao de Liordes), taladrada entre la Peña Remoña y el Pico de La Padiorna (puerta Este de la Vega de Liordes).

El camino pronto de desdobla en dos ramales. El de la derecha baja directo a la vega, donde se conserva un solitario chozo. Para evitar la pérdida de altura, se puede seguir el otro sendero. De las faldas bajeras de Salinas va pasando a la altura del Hoyo de Liordes (cuya presencia se puede intuir al Oeste de nuestra baja posición), jou comprimido por los cortados de las torres de Salinas y del Hoyo de Liordes, máxima cota de las Peñas Cifuentes.

La senda dobla a la morrena calcárea que delimita la Vega de Liordes por el Noroeste. La recorre en toda su integridad, para finalizar en el Collao La Padiorna (puerta Norte de la vega).

5) Collao de La Padiorna – Las Colladinas – Collao Jermoso.

El Collao de la Padierna (Padiorna) es puerta de entrada a la Vega de Liordes, boca abierta a la Canal de La Sotín (Asotín) y encrucijada de senderos. Desde esta vasta collada se aprecia las líneas de depresión de las Torres de Pedavejo y de Salinas (Sudoeste), definidoras de un impreciso Collao de Remoña.

Por el Collao de La Padiorna devola la senda de tierra procedente del Collao de Liordes, en su inicial titubeo por las cimeras de la Canal de Asotín.

El camino de Collao Jermoso remonta la ladera Norte de la collada. Al dejar el pasto de la collada, se topa con la pisada senda. Se dirige al Noroeste, trepando por un camino tallado en la roca. Perdido al Este, se encontraría el Sedo de La Padiorna, enlace de la Vega de Liordes con la Colladina de las Nieves.

El camino de Collao Jermoso se encarama en los riscos altos del farallón que delimita la Canal de Asotín por la derecha. En este canto del comido sendero, se reciben dos veredas, pasos a la Colladina de Las Nieves (anexa a La Padiorna) y a el Collao de Casares (entre el Madejuno y la Torre del Hoyo Oscuro). Los jitos no permiten que el rastro de estas veredas pase desapercibido. Pero el canto del camino es, además, mirador natural a los reflejos del Lago Bajero, oculto en un ramal secundario de las cimeras de la Canal de Asotín. La ventana modelada por la lengua glaciar de Asotín enmarca la bella Peña Santa, Reina del Cornión.

El camino aprovecha una traviesa cortada en la roca, sobre la vaguada del lago. Esta travesía encauzada por los farallones del alto Asotín finaliza en unas camperas alpinas, al resguardo de los desplomes de la Torre de las Minas de Carbón (contrafuerte de la Torre del Llambrión).

Conviene efectuar una posa, antes de afrontar el verde repecho de Las Colladinas. Descargadas las mochilas, paseando por las morrenas de la vera del sendero, oculto al desinterés de los turistas, se esconde el Lago Cimero, una lágrima de agua, caída de las cimas de Tiro Tirso y Llambrión.

Tras esta breve pausa, se acomete el largo repecho por la ladera que corona Las Colladinas. Éstas forman una sucesión ondulante de pequeñas colladas (casi en la cota de los dos mil doscientos metros), unidas por arcos que se precipitan sobre los vacíos del insondable Asotín.

En la última de las colladas se recuerdan los pastos del Mostajal, los puertos de la Cordillera Cantábrica y el salto a los Picos de Europa por el Cabén de Remoña; el pasado glaciar de un macizo de macizos, la compañía de los techos segundo y tercero de los Picos de Europa (Torre del Llambrión y Tiro Tirso). Lo único negativo que se abre ante nuestros ojos es el desnivel, unos cien metros de descenso para reposar en el llamado nido de águilas de Collao Jermoso: pradera colgada en la nada de los Urrieles, reflejo de la puesta de sol en las agujas de Peña Santa y lento amanecer en los mil metros de la Canal Ancha de la Torre del Friero.

2ª Jornada:

DIFICULTAD:

Muy difícil. Teniendo en cuenta que la escalada a la Torre de Peñalba es opcional (IVº), se trata de una ruta de segundo grado.

DURACIÓN:

8 horas.

DESNIVEL:

600 metros.

DESCRIPCIÓN:

1) Torre de Peñalba (IVº).

La Torre de Peñalba es una cumbre inédita para el GM Llama Ello. Está catalogada como de IV º de escalada.

A la vía normal se entra por el Camino de Los Caínos. Tiene fama de ser una vía con mucha caída de piedras, sobro todo tiradas por los rebecos. Para evitar esta contingencia, se puede entrar por el sendero del Hoyo del Llambrión. Se dobla a la vía normal por unas rampas, traviesas y encajonadas viras techadas colgadas sobre el Collao Jermoso.

La Torre Peñalba tiene una altura de 2468 m. Una vía rápida de descenso son los rápeles por la brecha de separación de esta torre con la de Delgado Úbeda.

2) Torre del Llambrión.

Para acceder a esta torre, se debe deshacer el camino del día anterior, hasta la vira de farallón que sustenta el Hoyo del Llambrión. Superada esta sencilla trepada de Iº, se deja la ruta conocida a la Torre de La Palanca, siguiendo el sendero más marcado que remonta a la derecha.

El jou, propiamente dicho, se oculta tras este repecho de grava que ahora se acomete. Es un típico pozo lunar de torcas umbrías, escares de llambria y las inmensas graveras descolgadas desde el Llambrión.

El Llambrión aparenta más un macizo que una torre definida. No tiene una figura esbelta, más bien, carece de figura. Este segundo techo de los Picos de Europa se eleva como mole uniforme de peña. Las Torres de La Palanca, Hoyo Grande, Las Llastrias y Llambrión recortan las cimeras del Hoyo del Llambrión.

La vía más sencilla, aunque todas las vías normales presentan una misma catalogación de segundo grado, es la más compleja en cuanto a orientación (mirando sólo la configuración del terreno, no las marcas de pintura) y sirve también para coronar la Torre de las Minas de Carbón.

La ruta más directa entre los jous del Llambrión es Tiro Callejo, un marcado canalón a la izquierda de dicha torre. Cuenta con un gendarme pétreo en la collada de salida. Este paso es un embudo con frecuentes caídas de piedras, y con un par de resaltes entretenidos.

Puede evitarse el paso de Tiro Callejo por el Tiro Llastrio, una vira a la izquierda. El resalte de esta vía, se halla colgado en los vacíos del Hoyo Grande Cimero y del Hoyo del Llambrión. Una corta trepada en la arista de unión de la Torre de La Palanca con las estribaciones del Llambrión.

Por el Tiro Llastrio pueden apuntarse dos nuevas cimas, tan “modestas” como los 2596 m. de la Torre del Hoyo Grande, y los 2603 m. de la Torre de Las Llastrias (sitas entre este paso y la collada de salida de Tiro Callejo).

En la collada de salida de Tiro Callejo se inicia la cresta Norte de la Torre del Llambrión. La vía normal de esta arista, trata de evitar la parte dentada de la misma. Para ello, se escapa del canto por una travesía de llambria, colgada sobre los vacíos cómplices del nido de águilas. Seiscientos metros separan el estrellado vivac de hace dos horas, de la llambria sin fondo de la que se observa.

La travesía corta en una falla de sima. Un bloque empotrado permite “saltar” al otro de la pétrea grieta. Un trepada remonta hasta recuperar el filo de la arista. En el punto culminante de la torre, aguardaba una alta y blanca imagen de la Virgen de Corona. La Señora con el niño hoy nos guardan por encima de los 2642 m. del Llambrión, con festivas visitas a su morada terrena en la Ermita de Corona, en el monte del Cares.

El descenso de la Torre del Llambrión se hace por otra de las vías normales, también de segundo grado. En la misma arista de subida, a unos metros de la cumbre, en un ramal de canalón quebrado en la cara Este de la peña, la cresta corta en vertical por esta cara del Hoyo Trasllambrión. Agarradas las manos al filo de la arista, se destrepa a una terraza suspendida sobre el estrecho embudo de bajada. El rellano estaba asentado por unos bloques se sustento, desprendidos hará unos años. Como impedían alcanzar dicha terraza, la vía se tiraba a las llambrias de la izquierda, trepada aérea sobre la base de esta torre de cresta.

Aunque la ceñidura queda libre del techo de bloques, se sigue utilizando el canto de la izquierda (en este caso a la derecha de la chimenea, pues lo hacemos en descenso). En la zona intermedia, la vía se entuba en el canalón (IIº). Al final, la vertical se va atenuando, decayendo la dificultad a medida que se baja a la base de este crestón indefinido.

3) Tiro Tirso.

Por la base de pedregal de las paredes de la Torre del Llambrión, en llano, se alcanza la marcada brecha tajada entre esta cumbre y la aérea cresta del Tiro Tirso. La horcada recibe la fresca umbría de un canalón de despeñadero, cuyas piedras rompen sobre el Lago Cimero.

La vía normal de Tiro Tirso sigue toda la arista. Se trata de una cresta definida, mas no afilada. En el último tramo presenta una brecha intermedia, que obliga a un corto destrepe. La vía está catalogada como de segundo grado.

Tiro Tirso (2639 m.) queda en el último escalón del podio de los techos de los Picos de Europa. Anejo al Llambrión, mira con humildad al punto somital de Los Urrieles, la Torre de Cerredo, desgajada de este submacizo por la depresión de los Hoyos Grandes.

El descenso de esta mole de cresta se efectúa por la misma vía de subida. La distinta perspectiva de la montaña ofrecida por el destrepe, acentúa la sensación de vacío.

4) Hoyo del Trasllambrión – Collada Blanca – Cabaña Verónica.

En el Hoyo de Trasllambrión se conserva una de los escasos microglaciares de los Picos de Europa; junto con el glaciar del Jou Negro, en los desventíos norteños de Torrecerredo, unos de los mejor conservados.

Este ventisquero de hielos perpetuos se descuelga por las umbrías de la Torre Sin Nombre, una mesa intermedia entre Tiro Tirso y la Torre Blanca (2609 m.). Este cresterío cerca por el Sur la hoyada.

El paso de los montañeros ha ido formando una vereda. Mediante quiebros por las llambrias, graveras y morrenas, sortea los retirados heleros estivales, descendiendo al fondo del hoyo.

Del Trasllambrión se escapa –Este– por la Collada Blanca (2372 m.), abierta depresión de enlace entre los contrafuertes de la Torre Blanca y del Tesorero. Al otro lado de la collada se empoza el cuenco de los Hoyos Sengros.

El sendero no baja al vasto pozo. Inicia una travesía por los pliegues de escar, rompientes sobre los Hoyos Sengros. De esta cenefa gris de los faldones del Tesorero, se pasa a las lomas aborregadas modeladas por el peso de las lenguas glaciares de tiempos pretéritos. Surcando estas llombas calizas, se evitan las torcas de sus costados.

Llaman la atención las caravanas multicolores dirigidas en procesión a Horcados Rojos, punto de inflexión entre Los Urrieles (contrafuerte del Pico Tesorero) y la torre homónima, de Horcados Rojos. Este singular mirador natural tiene su fama por la guapa perspectiva del Picu Urriellu; “Naranjo” de Las Asturias, visto desde el menor tránsito de estas lomas pétreas, o, desde el recuerdo de soledad de la Torre de la Palanca.

Todas las lomas de caliza aplastada, confluyen en el extremo que se descuelga sobre el Hoyo Sin Tierra. Una cúpula hace de vigía de este empozado pasto lunar; un refugio de escasas camas, llamado Cabaña Verónica.

5) Cabaña Verónica – El Cable.

El sendero del refugio y el de Horcados Rojos se funden en una collada (2273 m.) donde se venden refrescos conservados en nieve. El camino conjunto faldea las lleras de la Torre de los Horcados Rojos. Tirada relativamente breve, que culmina en el suave ascenso donde se recibe el camino muriado de La Canalona, puerta a Peña Vieja, punta extrema de este cordal de Horcados Rojos.

El camino de reyes se retuerce por las redondas de Santa Ana y de la Torre de las Coteras Rojas (estribación de Peña Vieja). El camino desciende su tramo final por las lleras de Peña Vieja, rodeando en diagonal sobre el vergonzoso Hoyo Sin Tierra.

La bajada mece en La Vueltona, una revuelta de la pista minera de Fuente Escondida. La pista pasea cortando los últimos lleraos, las graveras rotas de Peña Olvidada. Líneas de pedriza remansadas a la vera de los Pozos de Lloroza, sucesión irregular de pozas, grandes y pequeñas, llenas, mediadas o resecas.

En la Horcadina de Covarrobres la pista principal devola a los Puertos de Áliva. El ramal secundario de la vertiente de Lloroza culmina la ruta, en una cortada abismal, cuyos desventíos cierran el valle glaciar de las Fuentes del Deva. Una airosa bajada de dos horas se acorta en una cabina colgada de un cable.

Alternativa (segundo día):

DIFICULTAD:

Muy fácil.

DURACIÓN:

7 horas.

DESNIVEL:

Inapreciable en ascenso; 1000 m. en descenso.

DESCRIPCIÓN:

1) Collao Jermoso – Canal de Pedabejo – Cabén de Remoña – Horcada Valcavao.

Caminante no hay camino, se hace camino al volver. ¿No se anduvo el camino de Las Colladinas el día anterior? ¿No se vio del reflejo del lago entrada la tarde del sábado? ¿No pastaban las vacas en la Vega de Liordes? ¿No se trepó por el Sedo de Remoña?.

¿Quién puede negarlo? Mas ese fue el camino de un tiempo pasado, en que las canales del Friero tiritaban por la penumbra y el sol quemaba la arista Este de Peña Santa. Hoy nace un nuevo camino, con la sombra escondiendo sus polvorientos recovecos y la luz del amanecer resaltando todas las rugosidades del Friero.

El camino no es el mismo. Aunque las vacas vuelven a pastar en la Vega de Liordes, aún se advierte a los rebecos retornando hacia los cantiles, tras su alimento nocturno en dicha planicie. Tampoco son los mismos los atajos, evitados después de dos días de marcha. El Sedo de Remoña se deja a un lado, buscando los tornos de la Canal de Pedabejo. Una variante empozada, entre el Collao de Remoña y el Cabén homónimo.

Otro trecho de pista, aguas vertientes a Valdeón, para enlazar el Collao Valdeón con la Horcada Valcavao, cruce de pistas en el extremo Noroccidental del Alto La Triguera. Se conoce del día anterior el tramo de pista entre esta encrucijada de Valcavao y la Horcada Cadriega. Se divisa, igualmente, la pista que baja a Fuente Dé. Ésta faldea en sentido descendente por la vasta cuesta de matorral norteña del Alto de la Triguera.

2) Horcada de Valcavao – Alto de La Triguera – Collao de Somo.

Se corta el cruce de pistas, para remontar el cerro del otro lado de la horcada (Sur), mera protuberancia final del Alto de La Triguera (1818 m.).

La llomba somital de esta cuesta, se desdobla en dos brazos. Ambas líneas de morrena envuelven el Hoyo Peloso, donde se encuentra el chozo hecho con techo de escoba. Se sube por esta loma, comida por la cuenca del “pozo” Peloso.

Unidas las líneas de las Horcadas Valcavao y Cadrieda, se cabalga por los Altos de La Triguera. La Llomba pasea hasta el punto cenital del Alto de La Triguera (1921 m.), descolgada de la cordillera natural de separación de los Valles de Valdeón y de Liébana. Morrena natural, mirador de la alta Liébana, y cuyos faldones vierten al Cantábrico, regatos que desovan al Deva, y al Atlántico, por Tierras de La Reina.

La llomba del Alto de La Triguera vuelve a desdoblarse en dos brazos opuestos, recogiendo una hoyada de pastizal y hayedo, en los puertos de Bustantivo. El linde entre bosque y pastos viene marcado por la pista de esta majada, en su continuar hacia la Horcada de Somo.

La loma Nororiental separa la cuesta de matorral y arándanos de la pista de Fuente Dé, de la hoyada de Bustantivo. El otro brazo del Alto de La Triguera, naciente en el cerro anexo, abandona las suaves lomas, para convertirse en accidentado crestón, muralla del Puerto de Somo.

Con dirección Sudeste se pasa a esta cima gemela, hermana menor con sus 1895 m. Se desciende por la cuesta, en dirección Sur, buscado una corta canaleta que corta el extremo de la barrera calcárea extendida hacia La Liébana (Este – Nordeste). La baja oteando la boca del Barranco Cadieda, cabecera del Arroyo Mostajal. Vista retrospectiva a las Tierras de la Reina, abandonada en el primer rellano del puerto.

Desplazándose unos metros a la izquierda, se topa con la alambrada provincial. El Collao de Somo (1687 m.), un paso agachado entre los alambres, sitúa al montañero en los Puertos de Somo, en la vertiente lebaniega.

Somo marca el declive de este sector de la Cordillera Cantábrica, incardinado entre el Collao de Llesba y la Horcada de Cadrieda; tomando en consideración las vías de comunicación, el sector del Coriscao se extiende desde el Puerto de Pandetrave al de San Glorio . La línea de alambrada remonta hasta los Altos de la Bejerina, donde ya coincide con el límite lebaniego del Parque Nacional de los Picos de Europa.

3) Collao de Somo – Horcada de Somo – Majada de Bustantivo.

Se deja la alambrada a la espalda, y se descansa para contemplar el Puerto de Somo. Está formado por un cuenco cegado, con mirada pérdida en Ándara y el Valle de Camaleño (Liébana). Lo envuelven la Sierra del Caballo, loma de matorral, y el crestón desprendido del Alto de La Triguera. En sus entrañas nace un arroyo, con destino trágico. El mismo cantil que delimita el puerto por el Norte, ciega este cuenco de pastizal. El arroyo del Agua de Somo, se precipita a morir en el río Cantiján, esbelto salto intuido desde Fuente Dé, mas oculto al montañero de tránsito.

Una pista corta en arco la vaguada del arroyo, extendiéndose desde la Horcada de Somo hasta la Sierra del Caballo. No hace falta seguir la cuenca del arroyo. Un sendero de tierra (Nordeste), flanquea, a media ladera, en paralelo al crestón calizo. En un escorzo de la peña, el sendero se pone a sus pies. Camina temeroso bajo unos cantiles desgajados de la peña. Mirando de reojo los peñascos, pasa desapercibida la proximidad de la pista. Canto calcáreo, vereda y pista se juntan en las portillas de la Horcada de Somo.

La horcada traspone el canto calizo. La pista continúa al Noroeste, haciendo de linde con el hayedo. Tramo lúdico a media ladera. Irrumpe entre la cuesta alguna aguja, pequeña y singular. Sin darse cuenta, la pista recala en la majada de Bustantivo, en el fondo del hoyo contemplado desde el Alto de La Triguera. A la vera de la pista se encuentra un chozo con la puerta abierta, cobijo pastoril para atender a los ganados de los puertos lebaniegos.

4) Majada de Bustantivo – Majada de Pesandobres.

Pasado el chozo de Bustantivo, la pista se bifurca en dos ramales. Se deja que el sigue de frente, en tramos unas rodadas de enlace con la pista procedente de la Horcada de Valcavao.

La pista principal de la majada, deja la campera y se adentra el Monte Valjierro. De ancho considerable, reduce el desnivel de la guapa ladera de hayedo, mediante el trazado de sucesivas revueltas.

El Monte Valjierro cede en la mecedura del arroyo de Bustantivo con la cuenca central de este alto valle deudor del Deva, vertebrado por el río Cantiján.

Un puente funcional pone la pista en la ladera izquierda de este río. No tarda el curso de agua en perder altura respecto al carretil. Por las veras de su lecho, se riegan los últimos atisbos del bosque. Árboles de bello porte, aún tocan la pista, que hace de linde entre el hayedo y el matorral.

La inestable ladera, obliga a armar la caja de la pista mediante fuertes troncos. Veredas de tierra, caen desde la ladera de matorral. Son pasos del ganado aprovechados por los pastores y montañeros para bajar de la pista superior (dejada en la Horcada de Valcavao) a ésta de Bustantivo.

Cuando se empieza a perder la referencia del río Cantiján, y en los últimos apuntes arbóreos, saluda el descuidado chozo de Pesandobres (al menos eso indica el rótulo de la construcción).

Del Puerto de Somo apenas queda un sombrío salto de agua, que riega los peñascos sobre los que se oculta. Tras un bello paseo por el bosque, se retorna a las faldas de los Picos de Europa, bajo la mirada atenta de la Peña Remoña.

5) Majada de Pesandobres – Invernales de Las Berrugas – Fuente Dé.

Cerca del solitario chozo, resuenan los motores del tránsito de vehículos. La pista de Bustantivo toca a su fin. En una revuelta de la ruta principal de Valcavao, se funde en el tumulto esparcido de Fuente Dé.

A unos metros de la curva pinga un bebedero, aduana de paso hacia los nacientes del alto Deva.

Una rápida bajada se frena en los Invernales de Las Berrugas. Un ramal de la pista se mete en el boscaje de las praderas. El PR del Parque Nacional no le presta la menor atención, pues se desentiende de los pueblos cabeceros de Liébana, para girar hacia el núcleo turístico cuyos sones se oyen en el ambiente.

Un pequeño descanso de la pista, con dirección hacia el circo (de Fuente Dé), afronta la última bajada, a la sombra del hayedo. Sobrevuelan águilas y búhos reales. Se trata de una exhibición de acrobacias aéreas con la que se agasaja a los turistas. La gente sube en sandalias del camping. El teleférico, en cuyas cabinas saludan los compañeros despedidos en Collao Jermoso, se abre pasado el túnel boscoso. En el circo glaciar de Fuente Dé, llaman a los siguientes viajeros; números 2150 a 2200.



Fotos de la salida del Llama Ello los dias 23 y 24/07/2011 Fotos de la salida del Llama Ello los dias 23 y 24/07/2011