1ª Jornada:Santa Marina de Valdeón - Torre del Hoyo de Liordes - Vega de Liordes - Collado Jermoso

PUNTO PARTIDA:

Santa Marina de Valdeón(930 metros).

DIFICULTAD:

Alta.

DURACIÓN:

9 horas.

DESNIVEL:

1500 metros de desnivel acumulado en ascenso y unos 300 metros de desnivel acumulado en descenso.

CARTOGRAFÍA:

Adrados. Picos de Europa. Macizos Central. Escala 1:25.000.

ACCESOS:

Para entrar en el valle de Valdeón desde Asturias, hay que remontar todo el curso del río Sella hasta el Puerto del Pontón. De Ribadesella hasta Arriondas se transita por la N-634. En esta última localidad, se salta a la N-625. En Cangas de Onís los indicadores de esta nacional apuntan al "Colláu Pontón”.

Al poco de trasponer el Puerto del Pontón, aguas vertientes al Atlántico, se deja la N-625, desviándose -en la revuelta de la ermita del Pontón- por la carretera secundaria de sube al Puerto de Panderruedas (CV 80/10), mirador del valle de Valdeón.

Una vez en Posada, capital hundida en el fondo de este valle cabecero del río Cares, se afronta el último tramo de carretera hasta Santa Marina de Valdeón (LE-243, km. 17). Este nuevo tramo evita la estrecha y mala carretera vieja que pasaba por Santa Marina, recuperando el paso de grandes vehículos cegado, antaño, a las puertas de este pueblo de Valdeón, enclavado en el subvalle que culmina en el Puerto de Pandetrave.

DESCRIPCIÓN:

Dos valles troncales definen la fisonomía de Valdeón. El río Cares da forma al valle principal, donde se asientan los pueblos de Caldevilla y Soto. Esta perspectiva mirada del Mirador de Piedrashistas (en las inmediaciones del Puerto de Panderruedas), deja de lado la cuenca del río Arenal, uno de los afluentes más conocidos del alto Cares.

El valle del río Arenal pertenece a los dominios de Santa Marina de Valdeón. Confluye con la cuenca del río Cares en Posada de Valdeón, capital del municipio. Los pueblos de Prada y Los Llanos confunden su identidad por su proximidad al centro neurálgico de Valdeón, pues parecen fundidos en la misma capitalidad del valle.

Santa Marina recibe los regones que quiebran los faldones sudoccidentales de las Peñas Cifuentes, altiva barrera de torres tras la que se esconde el submacizo del Llambrión.

1) Santa Marina - Collado Peranieva.

La ruta comienza en la encrucijada heterogénea de viales sita por encima de Santa Marina de Valdeón, al lado de la garita donde siempre se detuvo la línea de autocar, cortada su entrada al valle por culpa de la caleya de Santa Marina.

Al otro lado de la carretera se encuentra la entrada a unas caballerizas y a la Senda del Mercadillo. Este viejo camino comunicaba Santa Marina con los pueblos del alto Deva, en la comarca lebaniega de Cantabria. Inicia su andadura encajado entre los riscos del arroyo de Piedras Negras.

Tras un breve contacto con el arroyo, escapa a las laderas del otro lado. Busca una revuelta de carretera del Puerto de Pandetrave, donde suelen estacionar los coches de aquellos montañeros que se dirigen a la Torre del Friero o, con menor frecuencia, a la Torre del Hoyo de Liordes.

Son varios los senderos que se cruzan en esta zona. Ni siquiera es necesario llegar a la reconocida revuelta. En un cruce previo del camino, se deja la Senda del Mercadillo. Los zigzag de esta variante, se abren camino entre la cuenca del río de Piedras Negras y la curva de herradura.

Más arriba de ésta, en cuanto el camino se mete en el escobal, se deja. Buscando veredas del ganado se gana altura por la ladera de matorral, con dirección norte.

Tirando siempre a la izquierda, se alcanza la morrena que cierra el barranco del río Urdías (aguas abajo arroyo de Piedras Negras). Cabalgando en la morrena se encuentra el sendero que baja a orillas del arroyo para, sin más, cruzarlo.

La vereda dobla la loma opuesta para dirigirse a la cabaña de Urdías. Desde la cabaña se remonta al Collado Peranieva (1587 m.), destacado por los morros calizos que miran los pastos de Urdías.

Por este collado dobla la Senda del Mercadillo, la variante más altiva de aquella de Santa Marina, que usaban los vecinos de Posada de Valdeón y pueblos aledaños para mercar con los lebaniegos.

El mirador calizo de Peranieva es un ejemplo arquitectónico que conjuga la belleza de Valdeón con la sencillez natural. El valle, los bosques leoneses, el submacizo de La Bermeja o las romas formas de la Cordillera Cantábrica se juntan en una posa de la costosa ascensión a las Peñas Cifuentes.

2) Collado Peranieva - Collado Chavida.

En el Collado Peranieva se remonta toda la loma arbustiva que conduce hasta el Peñón Chico (1839 m.). Este peñasco aislado se erige como parapeto de contención de todas las redondas y lleraos desprendidos de la enorme Canal de Chavida.

Al otro lado del Peñón se extiende una agradecida posa de pradera sobre la que se levanta la cóncava pedrera de la inmensidad de Chavida. Ésta está formada por una destacada acanaladura que desgaja la Torre del Friero del núcleo de las Peñas Cifuentes, engarzadas por las Traviesas de Salinas.

Al norte del Peñón Chico se coge el extremo de un sendero que corta en diagonal la base inferior de la Canal de Chavida, aprovechando una banda libre de pedriza. Esta vereda sube hasta una collada sita en el canto que delimita la canal por la izquierda (sentido ascendente de la marcha), en la vertical de la Torre del Friero.

Ganando altura por este canto se evita la insufrible pedrera de Chavida. Según se asciende toman forma las peñas del otro costado de la canal. Se perfilan las Traviesas de Salinas, una franja de verde inclinación que doblan en uno de los cantos de la Torre del Hoyo de Liordes. Una aguja pétrea impide que se descuelguen sobre las laderas que surca la Senda del Mercadillo.

Asomando la cabeza a la concavidad de Chavida se toma referencia de la mayor o menor proximidad con el collado homónimo, punto superior de este cuenco de pedregal. Al final, ha de abandonarse la complicidad de este canto inferior de la Torre del Friero para adentrarse en el último tercio de la Canal de Chavida.

Veredas de cabras asientan los pasos en las graveras de Chavida. Siempre ganado altura, la ruta se encamina al Collado de Chavida, protegido por tres gendarmes de piedra recortados en su comba.

El Collado de Chavida (2207 m.) es larga depresión de enlace entre la Torre del Friero y el apéndice de la Torre del Hoyo Chico, contrafuerte de la cimera de la sierra, la Torre del Hoyo de Liordes.

Mas se ha de desechar la idea de asomarse a estas puertas de los tres penitentes del collado. Aún queda camino para acercarse a la Torre del Hoyo de Liordes, y no es necesario coronar el Collado Chavida.

3) Collado Chavida - Torre del Hoyo de Liordes.

La ruta continúa paralela a la comba del Collado de Chavida, con la aflicción momentánea de haber perdido la oportunidad de asomarse a curiosear al otro lado. La larga travesía que se acomete finaliza en el costado opuesto de la Canal de Chavida, donde se empiezan a fundir las sendas que se concentran en este extremo de las Traviesas de Salinas.

El camino hasta ahora recorrido, para evitar remontar “a derecho” toda la pedrera de la canal de Chavida, también sirve para obtener una panorámica más amplia de las Traviesas de Salinas. La perspectiva de esta banda de colgado pastizal se oculta a quienes atacan la enorme abertura de Chavida por su pedregoso lado derecho (visto desde la Senda del Mercadillo).

Las Traviesas de Salinas forman una faja de vegetación que aprieta la cintura de las torres centrales de las Peñas Cifuentes. Una aguja de piedra sostiene la imposible horizontalidad de dichas traviesas. Una sucesión heterogénea de argayos quiebra la monotonía de la faja, apretando sus pliegues en onduladas colladinas.

El sendero principal entra en las Traviesas de Salinas por parte superior, pegado a la peña que actúa como contrafuerte de la Torre del Hoyo Chico. Coronada la primera colladina, puede ir escogiéndose una línea de trepada. Cualquier abertura de la peña sirve para progresar, con manos y pies, por estas escarpaduras que se elevan sobre las traviesas.

No existe un paso único. El objetivo es coronar la collada que se abre entre la vertical Torre del Hoyo Chico y la más voluminosa mole de la Torre del Hoyo de Liordes. Y no siempre las marcas de pintura y los jitos escogen el camino más sencillo. En todo caso, las más evidentes líneas de trepada no superan el IIº grado.

Con un desnivel de noventa y nueve metros por encina del Collado Chavida, se abre esta otra collada, separada de ésa por la Torre del Hoyo Chico. Una hoyada se extiende al nordeste con la mirada, ahora sí, abierta al submacizo del Llambrión. La profunda depresión de la Canal de Asotín libra al montañero de más impedimentos visuales que los propios contrafuertes de la Torre del Hoyo Chico.

Se procede a atacar la Torre del Hoyo de Liordes. Se sube hacia la peña. Sencillas canaletas de trepada guían al montañero hacia la pared que cae sobre las Traviesas de Salinas. Se encuentra allí una canal muy marcada, donde se progresa casi sin agarrarse. En la parte final unas llambrias cortan el paso. Saliendo por la derecha está el paso más complicado, una travesía en llambria aérea, catalogada como IIº/IIIº grado. Sin más problemas se alcanza la arista, más bien canto superior de un triángulo de ladera que culmina en los 2477 m. de la Torre del Hoyo de Liordes.

Esta cumbre, por su altura, domina todo el conjunto de las Peñas Cifuentes; mas carece del reconocimiento de sus torres señeras: El Friero y Salinas, y -a más apurar- la Peña Remoña (señora del circo de Fuente Dé). Comparte su volumen con un mero contrafuerte de la misma, la Torre de Olavarría. La Torre del Hoyo de Liordes quiso hacerse grande por su altura, y resultó empequeñecida por sus torres vasallas.

Sin embargo, la montaña es bonita y tiene varias alternativas. La cima goza también de panorámicas amplias y sus paredes rompen sobre el hoyo que le da nombre. Es barrera defensiva de Los Urrieles y mirada altiva sobre los montes de Valdeón.

4) Torre del Hoyo de Liordes - Vega de Liordes.

Se destrepa a la collada que separa esta torre de la Torre del Hoyo Chico. Repetir vía permite dejar “los bultos” en la collada y trepar sin carga.

Una vereda (nordeste) envuelve la Torre del Hoyo de Liordes por las graveras de su falda. Durante el largo flanqueo, se descubre entre sus paredes un umbrío canalón. Esta vía de trepada suele utilizarse para quienes se dirigen a la peña desde la Vega de Liordes, a la que ahora se dirigen las veredas.

Doblando la peña, se abre a nuestros ojos toda la cimera de la Canal de Asotín, un mundo inmenso cuya fuente mana de la Vega de Liordes (fondo de vega contemplado desde la reciente conquista montañera).La Peña Remoña cierra lo que, en sus tiempos, fue un depósito glaciar.

A la espalada quedan los últimos contrafuertes de la Torre del Hoyo Chico. El collado inferior, donde dobla la vereda que viene del Collado Chavida (oculto por aquella torre), aún queda más bajo de nuestra posición.

Con dirección este (mirada puesta en la vasta depresión de la Vega de Liordes), comienza el sube y baja por las faldas norteñas de la Torre del Hoyo de Liordes. A medida que se avanza ceden los contrafuertes de esta peña (Torre de Olavarría) y se intuye el cuenco del Hoyo de Liordes (entre la torre homónima y la de Salinas).

Dejándose caer por las cuestas, se tropieza con el camino que viene del Collado Remoña, en el extremo sur de la morrena que cierra la Vega de Liordes, en los altos de la Canal de Asotín.

Sin falta de bajar al pastizal, el sendero recorre todos los requiebros y vegucas de la morrena hasta el otro extremo, la encrucijada de caminos del Collado de La Padierna, en el límite de los 2000 metros.

Esta collada es el escape de vega de la depresión de Liordes, y puerta a la rectilínea Canal de Asotín. Paso a paso se ha ido traspasando la ruta, desde las faldas de las Peñas Cifuentes a los farallones de La Padierna, punta cortada sobre los Tornos de Liordes, en los cielos de Fuente Dé.

5) Collado de La Padierna - Lago Cimero - Las Colladinas - Collado Jermoso.

Una barrera rocosa se extiende desde el Pico de La Padierna (donde adquiere su máxima expresión) hasta el Lago Bajero, oculto desde esta posición.

En la encrucijada de caminos del Collado de La Padierna un sendero muy pisado se tira a ese muro de piedra (norte-nordeste, con tendencia muy acusada hacia la izquierda). Pocos rastros de vereda quedan ya del Sedo de La Padierna, que escapaba en sentido contrario (oeste).

También este camino a Collado Jermoso constituyó un día un sedo, hasta que fue acondicionado para la construcción del refugio.

El camino trepa por la peña para encaramarse en la parte superior del farallón. Un recodo del camino, donde bajan las veredas procedentes de Casares y de la Colladina de Las Nieves, se erige en improvisado mirador del lago Bajero. Esta lágrima aguanta en el fondo de un valle lateral de la boca de Asotín. El Friero y los Picos de Las Colladinas abren la ventana a la belleza de Peña Santa.

Por encima de la barrera de paredones continúa el camino aprovechando las traviesas de la peña. No es un plácido paseo, pues la vista no para de fijarse en la cuesta de pastizal del fondo, en un aparte de las lleras que circundan en lago Cimero, en la base de toda la grandeza de verticales del Llambrión.

Acabada la travesía, el camino corta la diagonal imaginaria que une los lagos Bajero y Cimero. Éste queda oculto al caminante. Para asomarse a su pozo se tira a la derecha por las romas lomas que preceden la inminente cuesta. El lago está hundido en un pozo profundo, bajo el torreón de la Collada Ancha.

Se retoma el camino, y se afronta la larga y verde cuesta que corona la primera de Las Colladinas. Son éstas una sucesión de conchas que cortan las paredes de la Torre de Las Minas de Carbón. Forman una pausa en los abismos que ciñen la apretada cintura de la Canal de Asotín.

Casi tocando la línea de los 2200 metros, en la última de las Colladinas, reposa bajo nuestros ojos el paraje definido como “nido de águila”. Collado Jermoso forma un jardín de pastizal, sostenido por los despeñaderos que vierten sobre las Traviesas de Congosto, punto escalonado en la vertiginosa bajada hacia la Vega de Asotín. La Torre de Peñalba se eleva como monolito protector de este recinto acotado para las reinas de la alta montaña.

El camino pierde altura al rebasar Las Colladinas. Un cruce de caminos marca la entrada a la banda de traviesa que recorre toda la cimera del Argayo Congosto. El camino principal flanquea toda la faja hasta retozar en los verdes pastizales de Collado Jermoso (2084 metros).

Hay una vereda alternativa que se deja caer a la parte inferior de la traviesa. Es paso obligado para repostar en la fuente, un manantial nacido en la roca y que recibe, salinizado, todo el líquido sumido en los neveros del Hoyo del Llambrión. Este manantial salta en cascada sobre el Argayo Congosto, refrescando con sus gotas a los montañeros que acceden directos desde Cordiñanes, en las estribaciones inferiores del cordal del Friero.

Collado Jermoso es antesala del Llambrión, posa montañera para las cumbres señeras de este submacizo. Se eleva sobre las angosturas de Asotín, de las que emerge, al otro lado, la imponente cara norte de la Torre del Friero. A la caída de la tarde, mientras la niebla se estanca en las peñas y bosques del alto Cares, el sol se retira por los dominios de Peña Santa. La película se repite cada día, mas el diálogo nunca parece el mismo.



La alternativa mucho más sencilla en este día 1º es:



DIFICULTAD:

Media.

DURACIÓN:

8 horas.

DESNIVEL:

1.200 metros.

DESCRIPCIÓN:

Las Peñas Cifuentes cortan el paso a toda entrada directa al submacizo del Llambrión. La ruta anterior corona el techo de esta avanzadilla de Los Urrieles para, a continuación, enlazar con los caminos que se internan en las maravillas del Llambrión.

En esta ocasión, se trata de buscar un camino que sortee esta barrera de torres. Con el autocar apostado en Santa Marina, la opción más sencilla parece decantarse por rebasar las Peñas Cifuentes por el Collado de Remoña, antesala de la Vega de Liordes.

1) Santa Marina de Valdeón - Collado Peranieva.

Se inicia la andadura a escasos metros de Santa Marina, en el entronque con la carretera del puerto. Se siguen las huellas de los compañeros que se dirigen a la Torre del Hoyo de Liordes. La ruta es común con la descrita con anterioridad.

La idea consiste en caminar por la Senda del Mercadillo hasta coronar el Cabén de Remoña. No es necesario desviarse al Collado Peranieva, pues “la senda de mercar” utilizada por los vecinos de Santa Marina, sube directa al Cabén de Remoña.

Sin embargo, con la huella abierta por los amigos, se puede enlazar -en el Collado Peranieva (1587 metros)- con la Senda del Mercadillo que viene faldeando desde Prada (pueblo casi pegado a Posada, capital ésta del Valle de Valdeón).

2) Collado Peranieva - Cabén de Remoña.

En el Collado Peranieva dobla la Senda del Mercadillo, a la que se suma esta variante. Por la calva de la collada, se remonta levemente por el costado oriental de la loma que apunta al Peñón Chico. Se trata de coger la senda más alta y marcada de las que faldean sobre la cabaña de Urdías (empozada al este del peñón calizo que forma el Collado de Peranieva).

El camino de tierra faldea por los pliegues de cuesta sobre los que se elevan las torres de Hoyo de Liordes y de Salinas, reconocidas por la banda de traviesas que las envuelve.

El paseo disfruta del recuerdo de todo el camino recorrido desde Santa Marina. Enlaza los requiebros de arroyos deudores del río Arenal, en concreto la cabecera del arroyo de Piedras Negras, en cuyos bajíos se emprendió el camino.

El ganado sestea en una vega intermedia del flanqueo, contemplando el sector de Cordillera Cantábrica que protege el Valle de Valdeón de los vientos sureños. Los montañeros se fijan, sin embargo, en la dirección que sigue tomando el camino. El faldeo interminable apunta al Cabén de Remoña. Esta collada se recorta en el extremo del cordal montuno que une las Peñas Cifuentes con el Puerto de Pandetrave. Una pista ganadera sortea las laderas del cordal para morir (en principio) en el Cabén de Remoña.

Al final la Senda del Mercadillo se mete por las calvas del regato que se ciñen en la parte inferior del Cabén de Remoña. La pista principal, procedente del Puerto de Pandetrave, termina en una llanada de aparcamiento para los vehículos de los vecinos de Valdeón (donde corona la Senda del Mercadillo nacida en Santa Marina).

Este collado (1779 metros) cabalga sobre las cuencas del arroyo Arenal (en el valle secundario de Santa Marina de Valdeón) y del alto Deva. No es, sin embargo, límite comunitario. Las tierras de Cantabria se empozan valle abajo, como las nieblas estancadas de la mañana.

3) Cabén de Remoña - Collado Remoña.

La pista del Puerto de Pandetrave muere, como pista troncal, en el Cabén de Remoña. Dos ramales apuran su vida por la vertiente que mira al Deva.

Se toma la pista superior, remontando por la comba de la collada. Gana altura en unos metros para doblar y fenecer en una hoyada de pastos, bajo las estribaciones de la Torre de Salinas.

La caja de la pista tapaba un sendero que ahora recobra su identidad. La senda de tierra se acomoda a la incipiente vaguada central de la vega, sorteando la llamarga donde mana una fuente, entre la peña. Sus aguas fueron un día aprovechadas para rellenar el abrevadero situado unos metros más abajo.

En este paraje de humedal arranca el Sedo de Remoña. El sendero se marca unos metros más arriba, entre bajo matorral y pedrera. Constituye un buen atajo para devolar a la Vega de Liordes. Corona el Alto la Canal nada más recibir los últimos apuntes de las Traviesas de Salinas.

La Canal de Pebadejo corona la vega anexa al Alto la Canal. Implica un mayor rodeo, pero los restos del camino facilitan una ascensión más cómoda, en continuos tornos, y sin necesidad de echar las manos, como en el caso del sedo.

Sedo y canal forman una única puerta peatonil en la barrera de las Peñas Cifuentes. Obviando el sedo, se continua en llano por el sendero, sin más referencia que la Peña Remoña. Esta mole también cuenta con una banda de traviesas, difuminadas en su parte central por su fusión con las laderas lebaniegas que vierten al río Cantiján (afluente del alto Deva por la derecha). El Tiro de Pedabejo corta la cimera de cumbres de Peña Remoña con una pared vertical en cuya base curva la Canal de Pedabejo.

El sendero dobla la hoyada de pastizal e inicia una abierta travesía sobre la majada de Pedabejo, recodo de cabaña donde sigue perdiendo altura la Senda del Mercadillo, apurando los últimos metros hasta los lindes con Cantabria.

Pegado a la peña, hace de límite superior de la vasta cuesta que remonta desde la majada y por la que atajan los montañeros que suben desde los pueblos del alto Camaleño: Espinama y Pido.

Ambas veredas se juntan en la boca inferior de la Canal de Pedabejo, una empinada pedrera con apoyo en el peñasco de entrada. Pasado el sufrido arranque, el camino suaviza el desnivel del canalón trazando múltiples y desiguales tornos. Las graveras reducen, en tramos, a un mal sendero lo que, en otro tiempo, pudo ser un buen camino.

La canal se estrecha y gira en su parte final a espaldas del paredón del Tiro de Pedabejo. Descansa en un llano de hierba, por detrás del Alto la Canal, donde baja el sendero del Sedo de Remoña.

Unidas ambas sendas, remontan unos metros al norte para coronar el Collado Remoña (2035 metros). Esta depresión desgaja el núcleo troncal de las Peñas Cifuentes del apéndice de Peña Remoña.

El Collado Remoña es ventana de las Peñas Cifuentes con vista directa a la vertical vertiente sur del submacizo del Llambrión. Los montañeros se desvían al promontorio sito al margen del camino. Desde esta modesta elevación, se abarca visualmente toda la depresión de húmedo pastizal de la Vega de Liordes. Al fondo se irgue el pináculo de La Padierna, cuyos cortes verticales forman, junto con los cantiles de la Peña Remoña, el Collado de Liordes, boca infinita al circo de Fuente Dé.

4) Collado Remoña - Vega de Liordes - Collado de La Padierna - Collado Jermoso.

El camino devola el Collado Remoña e inicia la bajada a la Vega de Liordes. La senda se bifurca en dos ramales. El de la izquierda se encamina a la morrena de peña que cierra la vega por el noroeste. La ruta descrita que corona la Torre del Hoyo de Liordes, baja a coger esta vereda.

En esta ocasión llama el verde del enorme pastizal. Por tanto se continúa por el ramal que entra en el extremo oeste de la Vega de Liordes, donde cobija una cabaña de hormigón. El arroyo que vertebra toda la vega, que encharca ojos de lagunas en su fluir, se sume oculto en una covacha, a unos 100 o 200 metros de la cabaña.

El paso frecuente de montañeros labra una vereda en un costado de Liordes. Con dirección nordeste, pegada a la peña de la izquierda, linda la Vega de Liordes hasta coronar en el Collado de La Padierna, encrucijada de caminos y reunificación del camino bifurcado cerca del Collado Remoña.

En esta collada de pasto y calvas terrosas, confluyen las rutas procedentes del Cabén de Remoña, Canal de Asotín y Tornos de Liordes. Esta trilogía se funde para afrontar el murallón que se forma entre Las Colladinas y el Pico de La Padierna.

Nuestro destino son Las Colladinas, en los desventíos de la Torre de Las Minas de Carbón, abriendo la huella ya descrita a los compañeros engaramitados en el Torre del Hoyo de Liordes.

Espera la belleza del Collado Jermoso, teñida de los colores y olores de las neblinas del atardecer.



2ª Jornada:

DIFICULTAD:

Alta.

DURACIÓN:

7 horas.

DESNIVEL:

600 metros de ascenso y 1700 metros de descenso.

DESCRIPCIÓN:

Decían los vecinos de Valdeón que el Llambrión era la cumbre más alta de los Picos, pues a ella se pegaban las primeras nubes en caso de temporal. P align=justify>Visto con objetividad, el Llambrión no es más que una mole de peña. Carece de la figura definida de las grandes montañas. Sin embargo, forma parte de la historia de los Picos de Europa y, su disimulado aspecto, esconde una de las más bellas panorámicas de estas montañas, como lo atestigua su vértice geodésico. Por su altura exhibe la medalla de plata de este conjunto de macizos y, por su entorno e historia, sigue siendo el príncipe o el buen vasallo de Cerredo.

1) Collado Jermoso - Hoyo del Llambrión.

El Hoyo del Llambrión forma la cabecera de la cuenca glaciar que modeló el vertiginoso Argayo Congosto, cuya cabecera se abre entre Collado Jermoso y Las Colladinas.

Envuelven el Jou del Llambrión el lomo de nieve o pedrera de la Torre de La Palanca y, a su derecha, el conjunto del Llambrión. La Palanca regenta un cordal de torres que finaliza en la Torre de Peñalba, bolo dominante de Collado Jermoso. Del otro lado, la Torre del Llambrión es esquina del otro cordal envolvente del Hoyo del Llambrión, que se curva desde las Torres del Hoyo Grande y Las Llastrias hasta el corte de la Torre de las Minas de Carbón, apuntalado en Las Colladinas.

Se retrocede por el camino del día anterior, en dirección a Las Colladinas. Al otro lado de la banda de traviesa que comba el Argayo Congosto, en los primeros metros de ascenso a Las Colladinas, se encuentra el cruce para dirigirse al Hoyo del Llambrión.

El sendero de los montañeros remonta por la pedrera. Gana altura para ganar el centro de la barrera de peña que corta el paso a este jou. La vereda trepa por la llambria para coronar este obstáculo. Enseguida se separan las rutas de acceso a las torres de La Palanca y del Llambrión. Si los jitos que señalizan la vía de ascenso a la Torre de la Palanca invitan a desviarse hacia la izquierda, el sendero que sube al Hoyo del Llambrión se va desplazando en la dirección opuesta.

Aún resta una cuesta de calva de grijo para alcanzar el labio del Hoyo del Llambrión. Asciende cómodamente hacia las romas lomas que preceden al jou. Los suaves relieves que delimitan este hoyo cimero, contrastan con el caótico desgarro que configura el fondo de la hondonada. Las vertiginosas pedreras que se precipitan desde las torres circundantes, se descuelgan sobre un jou de desiguales torcas y de perennes neveros.

2) Hoyo del Llambrión - Torre de las Minas de Carbón.

Tiro Callejo (IIº) es la referencia de todas las vías del Llambrión. Antes que nada hay que señalar que Tiro Callejo no es una vía de escalada a esta torre, sino un paso a la vertiente del Hoyo Trasllambrión. Comparte esta característica con el Tiro Llastrio (IIIº), a su izquierda. Ambos pasos están separados por la Torre las Llastrias (2.603 metros).

Tiro Callejo es una marcada brecha que alcanza la horcada que separa esta torre de la del Llambrión. Un gendarme a la izquierda de esta horcada cimera caracteriza este sombrío embudo. Una inmensa gravera se descuelga desde este angosto paso hasta el fondo del Hoyo del Llambrión. El constante trasiego de montañeros deja marcas permanentes en este mar de piedras movedizas.

La vía normal a la Torre de las Minas de Carbón lo es también a la Torre del Llambrión. Se conoce popularmente como vía de “las pinturas amarillas” por los brochazos de este color que la adornaban hace ya muchos decenios. Se adentra en un sinuoso trazado por las entrañas del mazacote calizo que se eleva por el sur del Hoyo del Llambrión (torres del Llambrión, Casiano de Prado y Minas de Carbón).

La aproximación a esta vía de trepada sigue la línea de lomas que configuran el frontal del circo. Remonta un breve tramo de pedrero, con tendencia a la izquierda. Este corto e incómodo terreno permite alcanzar la base de un canalón por el que se trepa directamente al inicio de una larga rampa que corta la pared de izquierda a derecha. En el estrechamiento final se trepa el pequeño torreón de su izquierda. Los cortos y airosos pasos preceden a una breve cresta que se encamina al centro de la tumbada pared. Manteniendo la dirección, y salvando las continuas trepadas que se intercalan entre las sucesivas terrazas y pandas de pedrera, se llega al pie de un llambrial que cierra el avance. Se sale a mano derecha por una reducida rampa de inclinadas llambrias. Da paso a una aérea travesía en llambria (IIº), colgada sobre un interesante canalón. Más que la dificultad técnica, lo que realmente impresiona es el airoso vacío que se cierne bajo nuestros pies. Un corto repecho finaliza en una gravera de negras piedras que precede a la cresta somital. Siguiendo la cresta hacia la derecha se encuentran las cimeras de la Torre de las Minas de Carbón.

Este crestón de torres se apunta como proa vertical del conjunto del Llambrión, que corta con sus paredes los bajíos de Asotín. El circo de desventíos que envuelve el jou del lago Cimero, se torna más tumbado por la vertiente del Collado Jermoso.

3) Torre de las Minas de Carbón - Torre del Llambrión.

Retrocediendo unos metros se retoma la vía normal de la Torre del Llambrión. En el cruce de vías de la negra pedrera se continúa hacia un pequeño canchal de piedras grandes (leve descenso). Por la vertiente del Hoyo del Llambrión se remonta, de nuevo, trepando por un compacto llambrial, coronando la cresta sur del Llambrión. Aquí puede coronarse la Torre de Casiano de Prado (siguiendo el filo de la arista hasta la cumbre del Llambrión) o flanquear enlazando trepadas por la vertiente de Collado Jermoso.

Un vértice geodésico triangula los tres cordales que se juntan en la Torre del Llambrión, separando los hoyos del Llambrión, Trasllambrión y del lago Cimero. Con una altura aproximada de 2642 metros (llegando alguna medición a otorgarle los 2647 metros) se erige como segunda cumbre en altura de los Picos de Europa. El insigne D. Casiano de Prado, con instrumentos decimonónicos, supo -a su pesar- que el reinado de estas montañas correspondía a Torrecerredo (2650 metros).

4) Torre del Llambrión - Tiro Callejo - Collado Jermoso.

En la arista norte del Llambrión se concentran el resto de vías normales de la montaña. En las primeras placas de la arista, se descuelga la chimenea que destrepa a la cabecera del Hoyo Trasllambrión, que conserva uno de los micro glaciares de los Picos de Europa.

Se continúan unos metros por la cresta, hasta el primer resalte. Para evitar este rebalgo, se destrepa por una canaluca por la vertiente del Hoyo del Llambrión. El destrepe queda cortado por una falla profunda. Un bloque empotrado permite saltar a la llambria del otro lado. Con un desventío insondable a nuestros pies, soñando con la cabalgadura de pastizal de Collado Jermoso (600 metros por debajo de esta peña), se afronta la corta travesía de esta tumbada llambria (Iº) para retomar, en su parte final, el ahora sencillo crestón norte del Llambrión.

La misma cresta conduce al paso de Tiro Callejo. Un gendarme señala el umbrío embudo que se descuelga sobre el Hoyo del Llambrión.

Un bloque empotrado se interpone en la mitad del canalón. La llambria pulida por las correntías dificulta este destrepe de IIº, aunque carece de la exposición del último resalte (también del mismo grado, poco difícil). Esta segunda llambria, con agarres más firmes, forma el escalonamiento en que queda cegado el canalón de Tiro Callejo.

Salvado este último escollo, sólo resta dejarse arrastrar por las pindias graveras que se descuelgan sobre el Hoyo del Llambrión.

Cerrado el circuito de trepadas, se desciende por el camino común que baja hasta Collado Jermoso, un paréntesis de pastizal en los abismos de Asotín.

5) Collado Jermoso - Vega de Asotín.

En los pastos de Jermoso se coge el sendero inferior de la fuente. Sin llegar al manantial, hay que dejarse caer del camino por una pindia ladera de grijillo. Pronto se entuba en un estrechamiento de gravera. Pasado éste, la vereda se dirige a una collada a mano izquierda.

Se devola esta collada para, en travesía, plantarse bajo la cascada nacida de la fuente. El sendero sigue el curso del arroyo troncal del Argayo Congosto. Enseguida empieza a separarse hacia la izquierda del débil arroyo. Para retornar a su cauce, destrepa por la peña, cayendo en un breve canalón cegado, un apéndice del lecho del argayo.

Con el referente de la pared que sostiene los pastos de Jermoso, se continúa el descenso por las llambrias pulidas de la reseca torrentera. En ocasiones manan hilos de agua, restos del sumido arroyo.

El tramo intermedio el Argayo Congosto de abre. Por la izquierda se ven descender las traviesas que vienen del lago Bajero, tocando las faldas de la aguja de la Señora del Tío Toribio. El sendero gira a la derecha, doblando la base de los paredones de la Torre de Collado Jermoso. Mientras tanto, el Argayo Congosto sigue su curso para mecer en la Vega de Asotín. Sin embargo, los resaltes finales del argayo, cortan toda opción a decantarse por esta bajada directa.

Un tramo de cuesta permite escapar del Argayo Congosto. Corona una colladina, en la base de estos paredones de Collado Jermoso, en la entrada a las Traviesas de Congosto. La panorámica es hermosa. La omnipresente cara norte de la Torre del Friero pugna aquí con la recuperada llamada de Peña Santa.

La atención se centra ahora, no obstante, en el Collado Solano, al otro lado del cuenco de las Traviesas de Congosto.

Fue, en su tiempo, la Canal Honda ruta de trasiego montañero de Cordiñanes a Collado Jermoso. Las trazas del sendero apuntan la mayor cadencia del rodeo por el Collado Solano.

La Canal Honda es una lengua de gravera aprisionada entre dos angostos paredones. Todos los argayos del abanico de las Traviesas de Congosto arroyan hacia esta ceñida escupidera. Según se avanza por el camino de las traviesas se empieza a vislumbrar la profundidad de aquella canal.

El sendero marcado de las traviesas envuelve toda la cimera de este cuenco cerrado de herbazal, graveras y torrenteras. Por encima se irguen las verticales de las torres de Collado Jermoso y del Llaz.

Al final, el sendero dobla, empujado por los cantiles inferiores de la Torre del Llaz, apunte de un cordal de torres que separa la Canal de Asotín de los Argayos de Nuestra Señora y Mermejo.

En el Collado Solano se entronca con el camino que, atravesando aquellos argayos, viene de las minas del Rabicu. Con la vista puesta en la recogida Vega de Asotín, el viejo camino minero, pierde rápidamente altura, para remansar en la llana pradera intermedia de Asotín por la escombrera de gravera formada en la boca de la Canal Honda.

Este jardín de la catedral del Friero se nutre de las penurias de Asotín y del Argayo Congosto. Recostado en la sombra de sus redondas, libra el montañero el calor de la tarde. Cede la altivez del Friero en el recóndito Hoyo de las Mojosas y decae la techumbre del Llambrión, dejando que la Canal de Asotín asuma un protagonismo interno, solo compartido por la silueta de Peña Santa.

6) Vega de Asotín - La Rienda - Cordiñanes.

El sendero escapa de la vega por las redondas plantadas por las torres vecinas. Un par de cortas revueltas hacen de entrada en la Cuesta Robequera, en el costado derecho de la Canal de Asotín.

Baja directo faldeando la cuesta, paralelo al extremo del surco labrado por el Hoyo de Las Mojosas, para refrescar en el Hayedo de Asotín. Argayo y senda se unen entre las matas de avellanos que anuncian el bosque.

El sendero entra en el hayedo, reposando en un bloque escondido entre los árboles, jito natural del camino de La Rienda y el desvío al Puente Barrejo. Para coger la senda de La Rienda, se atraviesa todo el bosque de parte a parte de la Canal de Asotín.

En la otra esquina del bosque, la vereda inicia el faldeo por el costado izquierdo de Asotín. Una travesía inicial de llambria indica que han comenzado las hostilidades. En el otro lado de la canal, sin embargo, se aprecia el faldeo más placentero del camino de las vacas, una vez terminado el hayedo.

La Rienda es un camino tallado en la roca que evitaba el largo rodeo por Barrejo. El paso de las caballerías para las minas del Rabicu le valió el topónimo del camino de La Rienda, correas que lleva asidas quien gobierna la caballería para guiar por la peña el paso de los burros de carga.

Salvo algún techo comido a la peña, el sendero flanquea con habilidad los resquicios de peñas y acanaladuras. Pero al remontar a la horcada regente de los últimos riscos de Asotín, la bajada a Cordiñanes se adivina imposible. El sendero corta a base de barreno los desventíos bermejos en que se despeñan las Peñas Cifuentes.

Los tornos finales conducen al sendero a la pista hecha para socavar los riscos inferiores de La Rienda, con el objeto de incrustar el canal de agua que alimenta la central hidroeléctrica de Barrejo.

La pista se esconde entre los nogales de la trastienda de Cordiñanes, haciendo una entrada disimulada al pueblo como una calle más. En la parte inferior de Cordiñanes, junto a la plazoleta del hostal, llega también el camino que se apunta para la alternativa, descenso de la Canal de Asotín por el Puente Barrejo.



Alternativa (segundo día):

DIFICULTAD:

Media.

DURACIÓN:

6 horas.

DESNIVEL:

250 metros de desnivel acumulado en ascenso y 1.400 metros de bajada.

DESCRIPCIÓN:

Llaman caminos de las vacas aquellos senderos que evitan las zonas escabrosas de la peña. Mientras los pastores utilizaban los sedos o pasos malos, las vacas daban largos rodeos para, sin riesgo, llegar a los pastos de altura y, con la entrada del otoño, regresar a su redil.

Con la intuición de las vacas, y con todo el día por delante, pueden enlazarse senderos sencillos que eviten los pasos de destrepe del Argayo Congosto y, en el último tramo de la bajada a Cordiñanes, los desventíos de La Rienda.

1) Collado Jermoso – Vega de Liordes.

Con las fuerzas del desayuno, se afronta el repecho de Las Colladinas. No se hace más que desandar el camino del día anterior.

Coronada la primera collada, se inicia la sucesión de depresiones que sustentan los paredones de la Torre de Las Minas de Carbón.

El camino pierde altura por la ladera de pastizal que, evita, por la derecha, las ondulaciones glaciares que esconden el pozo del lago Cimero.

Continúa el sendero por una larga traviesa colgada sobre los farallones que cierran el valle del lago Bajero. Un aparte del camino, donde confluyen las veredas procedentes del Collado de Casares y de la Colladina de Las Nieves, hace de improvisado mirador de la dulce lágrima del lago Bajero, escorada a contramano de nuestras miradas, en la profunda boca de la estrechez de Asotín.

El voladizo lo que en su día fue uno de los sedos de La Padierna, deja el sendero en la encrucijada de caminos de la collada que cierra la Vega de Liordes por el norte.

Una última mirada a esta cubeta de pastizal, cuyo frontal acogió nuestros pasos el día anterior, y se gira para embocar la infinita Canal de Asotín.

2) Vega de Liordes – Vega de Asotín.

La Canal de Asotín no deja de ser el lecho de una antigua lengua glaciar, nacida en el depósito de nieve de la Vega de Liordes. Un desnivel rectilíneo de más de mil metros separa la Vega de Liordes de las mismas orillas del río Cares.

El primer tramo de la Canal de Asotín está formado por un amplio valle de vegas, peñas y subvalles. Las torres de Salinas, Hoyo de Liordes y Friero forman la barrera caliza que esconden esta canal del “Valle de Legión”.

Con la brújula orientada en sentido noroeste, se inicia el descenso por los mundos de Asotín. Se desciende por la parte derecha de la canal, con la referencia de la barrera de farallones sobre los que se asienta el camino de las Colladinas que se acaba de recorrer.

De momento la vega gana la partida al rastro del sendero. Quedan vestigios de antiguos corros de ganado. Se marca el camino, sin embargo, en cada pérdida de desnivel entre vaguadas de pasto.

La senda más pisada remonta una colladuca intermedia; mientras que otra vereda se deja guiar a la derecha, hacia la base de los farallones que se toman como referencia, en este costado de Asotín. Aquella senda constituye la rama troncal de los caminos de esta rectilínea canal. La vereda de la derecha entra en el subvalle donde remansa el lago Bajero.

Ambas rutas descienden paralelas, separadas por una morrena que las incomunica. Como el camino principal no tiene mayor complicación, presto atención a la variante por el lago.

Este pequeño valle ve condicionado el fondo de pastizal por las redondas y pedrizas descolgadas del murallón rocoso bajo que el fluye. El lago espera al final de la vaguada, vida lacustre en la alta montaña de los Picos de Europa.

El valle se proyecta al otro lado de la charca en una cuesta, también con restos pastoriles y ancestrales. En la collada cimera se inician las traviesas que tiran hacia el Argayo Congosto, pasando junto a “la Señora del Tío Toribio”, dado el aspecto similar de esta aguja de peña a una mujer.

También se puede remontar, desde la collada, por una diagonal que corta la peña para enlazar con los pastizales del lago Cimero.

No hace falta subir toda la cuesta del lago Bajero para nuestro itinerario de descenso. Se afrontan sólo los primeros metros y se gira a la morrena que cierra el valle por la izquierda. Remontada la cimera del modesto cordal, se cae al frecuentado camino dejado en el cruce anterior.

Una vez en el camino se acomete la segunda parte de la Canal de Asotín. El sendero viene faldeando por las graveras que apuntan al fondo de la vaguada en que ha quedado convertida a enorme abertura cimera de este valle glaciar.

El subvalle del lago Bajero (ahora oculto) toca a su fin. Los hoyos que separa la Torre del Hoyo Chico, por el otro costado de la Canal de Asotín, cuyas veredas giran hacia la amplitud de Liordes, se convierten aquí en un laberinto ingente de peñas y cortes con tope en esta línea troncal de la canal.

Sendero y vaguada se funden en la boca de esta apretura de la Canal de Asotín. El nuevo cambio de rasante del camino por fin deja ver, pese a la estrechura de este canalón intermedio de Asotín, toda la inmensidad de esta pretérita formación glaciar. La línea directa de la canal toma aquí toda su expresión. Una raya ceñida se descuelga en el corte de la umbría y asoladora cara norte de la Torre del Friero.

El sendero se descuelga en tortuosos zigzag, enlazados sin descanso. En la penumbra se oye el eco de las piedras que se precipitan por la Canal Estrecha de la Torre del Friero, más de mil metros apretados en las verticales de su cara norte. La Vega de Asotín remansa al fondo de este interminable canalón. Mas aún hay que esperar que meza a esta línea de Asotín la Canal Ancha, menos ceñida y centrada que su hermana nacida en esta cara norte del Friero.

Al fin descansan ojos y pies, ante el llano de verdor de la vega. Este plano oasis de pasto, recogido en un universo de cuestas, canales y peñas, se alarga -por la derecha- desde el barranco en que queda convertido el Argayo Congosto hasta la escupidera de pedrera de la Canal Honda.

Una ladera de ingentes dimensiones, apenas resbala en la parte izquierda de la Vega de Asotín. Un surco profundo atraviesa en diagonal toda la cuesta, hasta perderse en el cambio de rasante que escapa de la planicie. Tal estropicio no puede nacer sólo de una ladera, por muy grande que sea. Detrás de la misma se esconde el Hoyo de Las Mojosas, una profunda hoyada, sita a los pies de la Torre del Friero, donde se acumulan bloques de considerable tamaño. Un lago de redondas que, cuando la madre naturaleza se muestra caprichosa, rebasa el cuenco con inusitado estruendo.

3) Vega de Asotín - Hayedo de Asotín - Barrejo - Mirador del Tombo - Cordiñanes.

En el frontal de la Vega de Asotín, el camino de esta canal se une al camino minero que baja, por el Collado Solano, de las minas del Rabicu. Este abandonado sendero aún es frecuentado en este tramo por los montañeros que vienen de Collado Jermoso (evitando la más directa Canal Honda).

Con los senderos fusionados se retoma el sentido descendente, afrontado la Cuesta Robequera. Al final de la misma, cuando la senda se funde con el extremo del surco nacido en el Hoyo de Las Mojosas, a la entrada del Hayedo de Asotín, el antiguo camino de las vacas se convierte en nuestro referente, para evitar el camino marcado que ataja por los abismos de La Rienda.

En la entrada del hayedo el camino pasa junto a un bloque de piedra. Sin llegar al peñasco, una senda menos pisada (marcada con un aspa de dirección equivocada de un PR) se tira bosque abajo, por este costado del Hayedo de Asotín.

Dejado el camino machacado que baja a La Rienda, la nueva senda, al poco de entrar en el hayedo, choca contra un bosquete interior de nuevas hayas que regeneran el monte. La vereda serpentea entre las ramas de las jóvenes hayas.

Los primeros claros del hayedo permiten tomar conciencia de la altura perdida. La Torre del Collado Solano se yergue sin complejo, recortada bajo el cielo azul de la tarde.

El sendero comienza a alternar claros y bosque. En el horizonte siempre la majestuosa presencia de Peña Santa.

La senda no está tan compactada como la de La Rienda, pero conserva la traza del antiguo pasado pastoril.

La configuración del terreno semeja una ladera que vierte hacia el río Cares. Pronto se descubre que esta apreciación no es del todo exacta. De momento, la ruta no se aleja demasiado del cordal de torres que delimita estos bajíos de la Canal de Asotín por la derecha.

Una travesía lateral del camino deja ver una nueva perspectiva de la zona baja del hayedo.

El Hayedo de Asotín forma una mancha boscosa compacta que comprime, de lado a lado, la canal del mismo nombre. El bosque se disuelve por la parte inferior, dejando manchas dispersas o ejemplares aislados. La ladera que vierte al Cares se entuba en un agreste canalón, donde rompen los tubos de la central hidroeléctrica de Barrejo. Las laderas laterales de ambos lados de la Canal de Asotín se tumban hacia este lecho de barranco que horada el viejo valle glaciar.

Ambas laderas se escoran hacia este barranco que recoge las riegas postreras de Asotín. En estos últimos compases de la canal, la cómoda forma de valle se torna en despeñadero de los regones fluviales.

Dos sendas escapan del mundo de Asotín: la conocida Rienda y el sendero que ahora se baja, uno por cada lateral de este último trecho de la canal.

Se continúa por el costado derecho de la misma, descendiendo en paralelo a la sucesión de torres que forma el cordal nacido en el Collado Solano. A la altura de unas colladinas, cede esta punta de flecha de torreones. La Canal de Asotín queda sin referencia por este costado. El sendero gira a la derecha, escapando sigilosamente de Asotín.

En este costado se ven emerger las Torres y Traviesas de Arria. Sin embargo, estos parajes no pertenecen a los mundos de Asotín, sino al anejo, salvaje y agreste Argayo de Nuestra Señora.

La senda cabalga entre colladinas, entre la amplitud del despeñadero de Asotín y la agresividad de este argayo. Las colladinas marcan la escapatoria de la Canal de Asotín. Están formadas por unos contrafuertes calizos, desgajados del extremo bajero del cordal de torreones que venía deslindando este costado de Asotín.

El sendero gira aquí hacia la derecha, remando casi al norte, donde se recortan las Torres de Arria. Se adentra en un umbrío y húmedo bosquete. Antes de penetrar en el mismo, se toma como referencia una pequeña aguja caliza (noroeste). El ganado entra a mosquiar entre los árboles arbustivos, pateando un laberinto de sendas. En cuanto se puede escapar del boscaje, se recupera la referencia de la aguja.

Por la ladera abierta de pasto, medio abrasada por el helecho, se abandona el sendero, para atajar directos al jito natural de la solitaria aguja.

Este peñasco puntiagudo resiste, a duras penas, los rigores climáticos. Grandes piedras se desprenden rodando por su base.

La ladera remansa en una vaguada, afectada por las redondas desgajadas de la aguja. Por el lecho de la vaguada un sendero empieza a remarcarse en la caja de un antiguo camino minero.

Un respiro efímero por una pequeña mancha de bosque precede a la soleyera ladera que vierte al río Cares. El camino comienza a perder altura respecto de Cordiñanes, aldea visible por la abertura del Cares. La mayor ventaja de La Rienda radica en que evita esa pérdida de desnivel que comportan las veredas naturales de la Canal de Asotín.

La caja del camino mal conserva sus últimos tornos. La moribunda caja del camino toca a su fin. Alta sobre las cabañas e invernales de los Manzanedos, se acerca a una revuelta, bajo los taludes terrosos de la cuenca de la riega de Asotín. El camino baja por el linde de finca superior de la majada, bien cercada por una reciente valla de madera. La pista de las remozadas cabañas se convierte ahora en revoltoso paseo hacia la vera del río Cares.

Sin llegar a tocar las orillas del río, se encuentra –a un lado de la pista- la necrópolis medieval de Barrejo. Llama la atención el enorme edificio construido junto a la necrópolis. Se trata de la mini central que recoge las aguas del pequeño embalse de Posada de Valdeón.

Cumplida la visita a la necrópolis, se retoma la pista. Apenas unos pasos restan para cruzar el Puente Barrejo, sobre las aguas del Cares. El río Cares marca la línea divisoria entre los Macizos Central (o de Los Urrieles) y Occidental (o del Cornión). Se salta a la margen izquierda del río, en los últimos suspiros del Macizo de las Peñas Santas. Un aspa de dirección equivocada saluda al otro lado del puente. Se choca con otro de los PR del Parque Nacional.

Quizá el saludo menos amable lo hace el Macizo de las Peñas Santas. Un rampa sin aliento remonta rápida desde el fondo del río. Finalizada la rampa se encuentran las pinturas de continuidad del PR, aunque no sirven de indicación, pues ambos ramales señalan el camino correcto. La pista continúa hacia la derecha para salir a la carretera de Caín. El camino carretero de la izquierda es vestigio de la comunicación de este pueblo con Posada de Valdeón. Subiendo por este camino se choca con la carretera unos metros más arriba.

Con sólo cruzarla se retoma, en la otra margen, otro retal de camino carretero que apura la subida hasta el Mirador del Tombo. Las nubes se han apoderado del Central. Se resiste una última ojeada al lugar de nuestros sueños. Habrá que conformarse con la silueta grabada en cobre, que representa las cimas que se ocultan sobre las nubes. El rebeco, rey de la peña, asiste impasible, desde su pedestal, al trasiego de visitantes que fotografían su estatua.

La carretera conduce a Cordiñanes. Para evitar el largo rodeo asfaltado, una pista ataja directa. Recoge la carretera en el puente sobre el río Cares. Otro corto atajo de camino culmina la ruta en las primeras casas de Cordiñanes.

Este pueblo dista un par de kilómetros de la capital del valle de Valdeón, Posada. Mira, a corta distancia, los primeros atisbos torrenciales de un río afamado por sus hoces, gargantas y desfiladeros.

Cordiñanes es punto de engarce del alto valle del Cares y del pozo profundo de Caín, donde sus gentes no mueren, sino que se despeñan.